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¿Por qué ver esta película?
La filmografía del taiwanés Tsai Ming-liang ya era notable por sus exploraciones contemplativas de la soledad, la marginación, el erotismo y el vacío existencial ante el mundo moderno, en películas como ‘Viva el amor’ y ‘El río’. Sin embargo, con ‘El agujero’, el cineasta llevó dichos temas a un nuevo –y peculiar– nivel. Seleccionada en el Festival de Cine de Cannes de 1998 –donde obtuvo el premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI), esta película se distingue por un absurdismo casi absoluto, pero al ser ejecutada como un musical, dicho absurdo escala al plano de un ácido surrealismo. Se trata de una extraña mezcla de humor y melancolía cuya idiosincrasia no tiene igual, y que vería su sucesora estilística en ‘La nube errante’ años más tarde.

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Faltan siete días para la llegada del siglo XXI. En algún lugar de Taiwán, la lluvia no se detiene, una misteriosa enfermedad alcanza proporciones de pandemia… y un joven usa el gran hoyo en su sala para espiar a la vecina de abajo, una atractiva mujer que acopia papel del baño. Mientras tanto, ella sueña con cantar y bailar en brazos de su vecino… una historia tragicómica sobre la soledad urbana.
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Rebeldes del dios Neón
Se trata del primer largometraje del director Tsai Ming-liang, considerado uno de los más grandes exponentes de la Segunda Ola de cine taiwanés. ‘Rebeldes del dios Neón’ (‘Rebels of the Neon God’) es uno de los debuts cinematográficos más contundentes de la década, una exploración visualmente poética del porvenir pesimista y el vacío existencial de la juventud urbana de su época. Se trata posiblemente de la película más accesible en la filmografía de su director, marcada por la contemplación, la ácida ironía y la angustia de un país atravesando una trepidante transformación.

Viva el amor
Dirigida por Tsai Ming-liang (‘Rebeldes del dios Neón’), ‘Viva el amor’ (‘Vive L'Amour’) es la ganadora del León de Oro del Festival de Cine de Venecia 1994. Su segunda película continúa sobre la línea temática de su predecesora y de sus eventuales sucesoras: la exploración de la soledad, el aislamiento y el vacío existencial modernos, en un mundo de agridulce erotismo de brechas entre cuerpos aparentemente inexorables. Contada apenas con unos pocos diálogos pero cargada de deseo sexual, la película embruja con una atmósfera en la que los personajes existen como fantasmas en sus propios mundos.

El río
Ganadora de un Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín 1997, ‘El río’ (‘The River’) es el tercer largometraje del cineasta taiwanés Tsai Ming-liang (‘Rebeldes del dios Neón’, ‘Viva el amor’), y posiblemente su más pesimista. El director continúa su exploración de la soledad y las angustias modernas, ahora retratando la incomunicación y la desconexión, la represión del deseo sexual y el dolor tanto corporal como espiritual. Es un relato agridulce y contemplativo de vidas a la deriva en ríos contaminados.

¿Qué hora es allá?
La ya notable filmografía de Tsai Ming-liang (‘El agujero’, ‘Rebeldes del dios Neón’) integra, en su quinta película, al actor fetiche de la Nueva Ola de Cine Francés, Jean-Pierre Léaud (‘Los 400 golpes’). En ‘¿Qué hora es allá?’, el director deambula entre Taiwán y Francia, la melancólica tragedia y la comedia ácida, para explorar una vez más la soledad, pero también el deseo de pertenencia y de conexión frustrado por la distancia y el tiempo. La naturaleza de este último, específicamente, obsesiona al director y al protagonista (de nuevo Lee Kang-sheng), en una meditación sobre su transcurrir y lo que con ello arrastra.

La nube errante
Con ‘La nube errante’ (más conocida entre el público hispano, por razones evidentes, como ‘El sabor de la sandía’), el cineasta taiwanés Tsai Ming-liang retoma la explosión estética del musical con la que había experimentado previamente en ‘El agujero’, al mismo tiempo que reúne a dos personajes de la filmografía previa del director, Hsiao-kang y Shiang-chyi (quienes se conocen en ‘¿Qué hora es allá?’), interpretados por el actor y actriz fetiche del director, Lee Kang-sheng y Chen Shiang-chyi. Se trata de una película inusual y excéntrica, por presentar una energía tan alegre como contrapunto para los intereses temáticos del cineasta, como la incomunicación y la soledad. Aquí, en este caso, se trata de la expresión abierta de la sexualidad como resistencia al vacío existencial y espiritual de la modernidad, expresado metafóricamente en la forma de una sequía que orilla a la población de Taipéi a sustituir el agua por sandías. Seleccionada en el Festival de Cine de Berlín 2005, donde obtuvo un Oso de Plata y el Premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI).

No quiero dormir solo
Luego de las perturbadoras excentricidades musicales de ‘La nube errante’ (o ‘El sabor de la sandía’), el cineasta taiwanés regresa a un drama más “convencional” (o lo que eso quiera decir para su filmografía) con ‘No quiero dormir solo’, que presenta a su actor fetiche, Lee Kang-sheng, en un rol dual. Seleccionada en el Festival Internacional de Cine de Venecia 2006, la película mantiene el ritmo contemplativo y la reiteración visual típicas del cineasta, en una nueva exploración de la soledad y la añoranza por pertenecer o, por lo menos, estar acompañado en el transcurrir del tiempo.

Rostro
Se trata de una película musical realizada por Tsai Ming-liang bajo comisión del Museo del Louvre y, de cierto modo, podría ser su ‘8½’, pues explora (entre otras cosas) el proceso de creación cinematográfica por medio de la historia de un cineasta taiwanés (interpretado por su actor fetiche, Lee Kang-sheng) que viaja a Francia para realizar una película en el Louvre, basada en el mito de Salomé. ‘Rostro’ (‘Visage’) también se inspira en el cine de François Truffaut y, de hecho, incluye en su elenco a actores que trabajaron con él, como Jean-Pierre Léaud (‘Los 400 golpes’) y Jeanne Moreau (‘Jules y Jim’). Es quizá, a la vez, la más grandilocuente y bella película del director, pero también la más impenetrable para quienes no sean sus ávidos seguidores. Seleccionada en el Festival de Cannes en 2009.

Días
Merecedora del Premio Teddy en el Festival de Cine de Berlín 2020 (y seleccionada en otros festivales internacionales de ese año), ‘Días’ (‘Days’) rescata los temas típicos en la filmografía del taiwanés Tsai Ming-liang: el aislamiento, la soledad urbana y la añoranza por contacto humano. Sin embargo, también sugiere una posibilidad de salvación por medio de la intimidad, única belleza que puede negar la oscuridad de un vacío existencial. Tan bella como sórdida, sin duda se trata de un cineasta en dominio absoluto de su singular estilo.

Adiós, Dragon Inn
Seleccionada en el Festival de Cine de Venecia de 2003 –donde mereció el premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI)–, ‘Adiós, Dragon Inn’ es una contemplativa oda a la experiencia del cine mismo: el acto de mirar una película, a la gente, incluso a la gente misma a través de una película, a la vida misma y a la memoria, incluso. Definida por planos largos, escasos diálogos, casi nulos movimientos de cámara y el idiosincrático humor típico del director Tsai Ming-liang (‘El agujero’, ‘¿Qué hora es allá?’), la película igual toca varios de los ejes temáticos en su filmografía, como el aislamiento, la distancia, y las pérdidas que acarrea el paso del tiempo.

Perros perdidos
Premiada en el Festival de Cine de Venecia en 2013, ‘Perros perdidos’ (‘Stray Dogs’) podría describirse como el abrazo absoluto del cineasta taiwanés Tsai Ming-liang por la soledad, ya un tema sobradamente explorado en toda su filmografía previa, pero aquí llevado a los márgenes absolutos de la sociedad, para seguir a quienes viven fuera de ella. El director comienza a abandonar la realidad moderna para brindar pinceladas de una soledad apocalíptica en lo que, en su momento, se dijo que sería su filme final (no lo fue). Un contemplativo –y por ello mismo, perturbador– retrato de la más desoladora indiferencia.

La noche
El cineasta chino-malayo Tsai Ming-liang (Días, Adiós, Dragon Inn) es un maestro del cine contemplativo, que explora temas como la marginación, la soledad o la represión. En principio, esos temas podrían no parecer muy evidentes en La noche, cuyo título evoca prácticamente todo lo que vemos: una noche de 2019 en Hong Kong, filmada por el cineasta recorriendo sus calles. Sin embargo, hay pequeños dramas cotidianos que se revelan en su quietud, revelando la belleza de la verdadera esencia de la ciudad, para quienes acepten la invitación a mirar con paciencia y el corazón abierto.
Musicales

13: El musical
Basada en el musical de Broadway homónimo, 13: El musical (13: The Musical) es la historia de Evan Goldman (Eli Golden), un chico entrando a la adolescencia que acaba de sufrir el divorcio de sus padres, por lo que debe mudarse de Nueva York a un pueblito de Indiana. Ahora, debe hacer amigos y volverse popular lo más pronto posible para que su bar mitzvá sea realmente épico. Es la típica historia de chicos que están dejando atrás la niñez, tratando de encajar y lidiar con la vida de adulto. Incluso si la trama no es lo más original, los números musicales son realmente espectaculares y las canciones son verdaderamente pegajosas y optimistas, por lo que es una excelente película si buscas algo para levantar el ánimo y sonreír.

La canción del corazón
Una de las fórmulas que Netflix no ha temido replicar, han sido los dramas y romances “feel good” de origen turco, películas como Tren a mi destino, El violín de mi padre o Milagro en la celda 7, que se han vuelto muy populares por su cualidad lacrimógena. La canción del corazón no es diferente: esta es la historia de un músico nómada que, tocando en una desastrosa boda, acaba enamorándose de la novia, cuya vida tiene que salvar pues está en problemas con su familia. Es una película melosa al grado de ser ingenua, lo que podría provocar rechazo en algunos espectadores. Sin embargo, quienes busquen esa clase de historias para pasar un rato agradable y despreocupado, la disfrutarán.

Wilderness
En una playa urbana multitudes de personas fluyen como la marea, llenándola de día y vaciándola de noche en un ciclo interminable ubicado al fin de la tierra. Esta obra de arte fluye de persona a persona siguiendo un hilo subconsciente en el que sonido y lenguaje crean el tejido conectivo.

Corazones malheridos
Basada en la novela homónima de Tess Wakefield, Corazones malheridos (Purple Hearts) promete ser mucho más que un drama romántico. Se trata de una historia donde la esperanza florece en medio de dos personas con visiones muy distintas del mundo que les rodea: una artista y un marine que, a pesar de sus diferencias, se enamoran. La historia es una celebración para todos aquellos que se hayan enamorado alguna vez, y también ofrece fuertes dosis de emotividad. La película es protagonizada por Sofia Carson (Los descendientes) y, además, también ofrece algo para los amantes de la música.
