‘Belle’: el lado positivo de internet ‘Belle’: el lado positivo de internet

‘Belle’: el lado positivo de internet

El más reciente largometraje del director Mamoru Hosoda, ‘Belle’, ofrece una relevante reinterpretación de ‘La Bella y la Bestia’ para nuestros tiempos.

Lalo Ortega   |  
7 marzo, 2022 5:26 PM
- Actualizado 9 abril, 2022 11:42 AM

Actualmente, es difícil definir a internet en términos sencillos. Para unos, es una red de información infinita. Para otros, es un refugio en el que pueden sentirse a salvo consigo mismos tras una máscara virtual de anonimato. Para algunos más, es un sitio para desahogar enojos y frustraciones, con resultados muchas veces desagradables. En Belle –nuevo largometraje de Mamoru Hosoda que llegó a plataformas de streaming mexicanas el 2 de marzo–, internet es un mundo fantástico que es todas esas cosas a la vez.

No sería la primera vez que el aclamado director japonés se sumerge en la dualidad del mundo digital y el mundo real: ya lo hizo en Summer Wars, de 2009, su segundo largometraje con el estudio de animación Madhouse (que como dato curioso, se inspira en la trama de Digimon Adventure: ¡Nuestro juego de guerra!, también dirigida por él en los inicios de su carrera).

En ella, un joven genio matemático es falsamente acusado de hackear un mundo virtual por culpa de una sádica inteligencia artificial. Todo mientras pasa un fin de semana con una chica del colegio, quien le pide que se haga pasar por su novio en una reunión familiar que tiene su propia maraña dramática. Es, probablemente, la producción cuya narrativa es más dispersa en su filmografía, hasta la fecha.

En Belle, Hosoda revisita estos mundos digitales para un drama mucho más focalizado en su protagonista. La historia sigue a Suzu, una adolescente que tenía una relación muy estrecha con su madre, quien apoyaba su talento para cantar y escribir música. Sin embargo, ella muere intentando salvar a otro niño durante una inundación, dejando a Suzu resentida por “abandonarla”, volviéndose retraída e incapaz de volver a cantar.

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Esto es hasta que Suzu descubre U, un popular mundo virtual que los usuarios experimentan por medio de avatares conocidos como AS. Cada AS está vinculado a la información biométrica de los usuarios, y les permite comunicarse, ver, escuchar y sentir como si estuvieran ahí (la tecnología para ello es un poco ambigua, pero imagina algo como Ready Player One, aunque mucho menos complicado).

Belle
Suzu, la retraída protagonista de Belle (Crédito: BF Distribution)

En esta especie de metaverso hiperdesarrollado, Suzu se presenta como su avatar Bell (“campanilla”, el significado en japonés de su verdadero nombre) quien, salvo unas estilizadas pecas, es el extremo opuesto de su propietaria. Sin embargo, a través de ella, Suzu redescubre su pasión por cantar y, de la noche a la mañana, se convierte en una sensación mundial de internet. Sus fans comienzan a llamarla “Belle” (“bella”, en francés).

Pronto comienza a ser el centro de conciertos masivos que atraen la atención de internautas de todo el planeta, mientras que en la vida real, se mantiene insegura e incapaz de conectar con otros, protegiendo celosamente su identidad.

Sin embargo, todo cambia cuando, en uno de sus conciertos, irrumpe un fiero avatar de figura monstruosa llamado “Dragón”, a quien otros llaman simplemente “bestia”, y que es perseguido por un grupo de justicieros que buscan revelar su identidad real dentro de U, como castigo por, supuestamente, arruinar la paz del mundo virtual. Intrigada, Suzu intenta descifrar quién es y acercarse a él.

Hay mucho que digerir (y, por momentos, puede parecer que Belle peca de la misma dispersión narrativa que Summer Wars). Hay temas como el luto y el abandono, la inseguridad, la identidad y el anonimato en internet, además de otros que se verán más adelante como el acoso virtual y el abuso doméstico.

Sin embargo, Hosoda los filtra todos a través de una ingeniosa reinterpretación del clásico La Bella y la Bestia, o de la versión de Disney, por lo menos (curiosamente, Belle fue diseñada en colaboración con el animador y diseñador surcoreano Jin Kim, quien ha trabajado con Disney en películas como Enredados y Frozen, así que su aspecto de Princesa Disney no es casual).

Con ello, esta es probablemente la versión más relevante del cuento para nuestros tiempos.

El caótico mundo de Belle

Visualmente, esta película de Hosoda es exactamente tan barroca y colorida como su primera exploración de los mundos digitales, si no es que más. El metaverso de U es presentado de forma casi idéntica a Oz, el mundo virtual de Summer Wars, cuyos “habitantes” (todos ellos de formas y colores únicos) flotan por el espacio sin límite.

Cada avatar, o AS, es único, y ningún usuario puede tener más de uno, dado que están vinculados a su información biométrica. Son, además, más que meras representaciones visuales de sus apariencias físicas en la vida real: también son símbolos de sus talentos, pensamientos y sentimientos, para bien y para mal.

Así, cuando Suzu/Bell entra a U –y nosotros con ella– nos encontramos con una enorme metrópoli virtual que parece tener vida propia, repleta de gente con sus propias actividades. Visualmente, esto se traduce a infinidad de personajes y de globos de diálogo que llenan la pantalla en todo momento. Estadios, castillos y demás instalaciones pueden surgir de la nada.

Belle
Belle logra representar visualmente el caos informático de internet (Crédito: BF Distribution)

En un primer momento, esta saturación visual podría parecer excesiva, aunque también es una representación visual atinada del internet en nuestros días, habitado por millones de usuarios en Facebook o Twitter que expresan opiniones sin barrera alguna, o donde suceden cientos de miles de conciertos, noticieros y demás eventos, con todavía más espectadores en todo el mundo.

Los orígenes idealistas de U, de hecho, se parecen a los del internet de nuestro mundo. Sus creadores solamente son mencionados de forma abstracta, como una entidad que creía que en U, por sí mismo, ya existía todo lo que sus usuarios necesitarían para crear un mundo perfecto.

Está, sin embargo, el tema del anonimato digital que los avatares del mundo virtual permiten para sus usuarios. En nuestros días, esto suele traducirse a la turbia cultura de los bots y los trolls de internet, que inundan la red para fines que pueden ir desde la política corrupta hasta la mezquindad del odio.

Sin embargo, en este metaverso de Mamoru Hosoda, la narrativa nos presenta una finalidad más inocente –y vital– para ello. Belle se convierte en un mecanismo de supervivencia para Suzu, como también lo es para el usuario detrás de Dragón, cuya identidad e historia son un misterio reservado para más adelante en la trama.

La Bella y la Bestia en tiempos del Metaverso

A pesar del enorme peso narrativo y visual de U en Belle, el corazón de la historia está en Suzu y su proceso de sanación. Y es aquí donde la reinterpretación de La Bella y la Bestia se convierte en una bella metáfora de las posibilidades que soñábamos para internet.

Para Suzu, Bell comienza siendo una segunda identidad en la que refugiarse de sus inseguridades, pero pronto se convierte en una ventana para expresarse, volver a ser más vulnerable y conectar con otras personas.

Es su compasión por Dragón lo que la lleva a buscarlo y conocerlo. Aunque al principio la “bestia” la rechaza, manifestando su deseo de estar solo, él poco a poco comienza a abrirle su corazón a ella (como en el cuento clásico, pues). Sin embargo, Hosoda lleva la relación entre ambos personajes hacia algo muy distinto del mero interés romántico. Vale la pena no arruinar el desenlace de la historia aquí, pero cabe decir que la vulnerabilidad de Suzu es lo que eventualmente le permite alcanzar al propietario de Dragón y descubrir la verdad.

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“Dragón” es la otra parte del binomio en esta reinvención de La Bella y la Bestia (Crédito: BF Distribution)

Entre ambos personajes se desarrolla una relación que hace pensar en los mejores días de internet, cuando había un genuino interés por conversar y ayudar en foros, en vez de redes sociales convertidas en escenarios para caóticas e inútiles batallas verbales.

Para algunos, el prospecto de la realidad virtual del Metaverso como próxima frontera del internet, puede parecer desolador y deshumanizante: un mundo frío, falso y hueco, donde las conexiones entre personas no son mejores. Pero a través de su extravagante híbrido de drama, fantasía y ciencia ficción, Mamoru Hosoda nos pinta un futuro más prometedor: mientras los usuarios no pierdan su compasión, quizá no sea tan malo después de todo.

Belle ya está disponible en plataformas de streaming de México. Si quieres ver el tráiler, conocer más sobre la película y checar todos los enlaces para verla, entra aquí.