Crítica de ‘Monster’: ¿y quién es el monstruo? Crítica de ‘Monster’: ¿y quién es el monstruo?

Crítica de ‘Monster’: ¿y quién es el monstruo?

‘Monster’, del director Hirokazu Kore-eda, de nuevo nos habla de situaciones complejas como espejo para cuestionarnos. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
4 diciembre, 2023 2:49 PM
- Actualizado 15 diciembre, 2023 4:05 PM

Escribe la filóloga española Irene Vallejo que la palabra “monstruo” (traducida al inglés como monster) comparte raíz con el latín monstrare, de “señalar con el dedo”. Ese movimiento como acusador, con el que apuntamos y designamos aquello que es distinto a nosotros, para decretar una barrera invisible que nos separe de ese otro.

En la práctica, usar la etiqueta es, a la vez, una sentencia para el señalado y una exculpación para quien la emite. Excluye al destinatario de la palabra y exime al emisor de la responsabilidad de entender las circunstancias de la otra persona, o de al menos intentarlo. Es un quiebre punzante: se trata de algo diferente a lo humano y, por tanto, no merece ni hace falta ser entendido.

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Con Monster –la ganadora del premio al Mejor guión de Cannes 2023 que llega a salas de cine mexicanas este 7 de diciembre–, el cineasta japonés Hirokazu Kore-eda cuestiona esos quiebres: no sólo su arbitrariedad, sino las condiciones sistémicas que suelen engendrarlos y legitimar sus (muchas veces) injustas consecuencias.

En el proceso, el director –ávido explorador de tabúes sociales y vínculos humanos fuera de la norma– sostiene un espejo frente a nosotros como espectadores, para también arrojar luz a la proclividad humana hacia los juicios más básicos y dañinos.

Monster: esto no es Rashōmon

En Monster, Kore-eda comienza por arrojar las primeras migajas de un misterio más grande. Desde el balcón de su departamento, Saori Mugino (Sakura Andō, de Un asunto de familia) y su hijo puberto, Minato (Sōya Kurokawa), observan el incendio en lo que, se dice, es un burdel. De la nada, Minato cuestiona si un humano seguiría siendo tal si su cerebro fuese sustituido por el de un cerdo.

La extraña conversación es sólo la antesala para una racha de comportamientos cada vez más erráticos. Un repentino corte de cabello y una impulsiva desaparición conducen a su madre a investigar en la escuela. Minato, al parecer, ha abusado de un chico.

Monster, de Hirokazu Kore-eda
Cuando la madre indaga en los problemas de su hijo, sale a la luz algo más complejo (Crédito: Tulip Pictures)

Al cavar más, todo parece indicar que su conducta es producto de una cadena de violencia que llega hasta su profesor, Michitoshi Hori (Eita Nagayama). Sin embargo, la postura de la escuela y su directora (Yūko Tanaka, La princesa Mononoke) es tibia ante el problema. Mientras tanto, conforme nos acercamos a una aparente resolución, Minato parece cada vez más alterado.

Pero en Monster, como en tantas otras películas de Kore-eda, las respuestas nunca son tan simples. Incluso con una incógnita sin resolver, el director opta por regresar el reloj y volver a contar la historia, ahora desde la óptica del profesor Hori. Es sólo hasta entonces que podemos comprender la vieja máxima: las apariencias engañan. O, por lo menos, no nos cuentan todos los hechos.

La pura idea de un relato de moral compleja, fragmentado en partes contadas desde diferentes perspectivas, de inmediato puede remitirnos a Rashōmon, el fundamental clásico de Akira Kurosawa donde conocemos, una por una, las distintas versiones de los hechos según cada uno de los implicados en un crimen.

La inevitable conclusión en la película de Kurosawa es que, dada la poca confiabilidad de tantos testigos, con sus respectivos sesgos y subjetividades, llegar a una verdad absoluta sobre los hechos es imposible (un fenómeno que ha trascendido la película y se ha estudiado, adoptando su título, en la psicología y el derecho).

Monster, de Hirokazu Kore-eda
En Monster, no hay respuestas sencillas ni personajes infalibles (Crédito: Tulip Pictures)

Con Monster, Kore-eda y su guionista, Yuji Sakamoto, toman la vía contraria y no dejan lugar para la subjetividad. Caminamos la delgada línea entre contar versiones diferentes de un acontecimiento, y contarlo desde diferentes perspectivas. Dependiendo de quién sea nuestro protagonista, la película retiene información y la revela gradualmente (en uno de sus recursos más artificiales, pero que funciona y se justifica en su objetivo).

La verdad sobre los monstruos

Así, poco a poco, llegamos a una verdad que quizá no es singular y absoluta, pero sí más completa y, en consecuencia, compleja. Kore-eda y Sakamoto llevan la historia por rumbos que no pueden imaginarse en su comienzo, pero cuya secuencia lógica, de manera inevitable, nos conduce a cuestionar no sólo nuestras impulsivas reacciones iniciales, sino también los sistemas y decisiones que han provocado el enredo.

El proceso podría describirse mejor como pelar la áspera cáscara de un fruto para llegar a su tierno corazón. Monster recompensa la paciencia con verdades conmovedoras y reveladoras, en lo que acaba convirtiéndose en una bellísima película sobre seres humanos y sus relaciones terriblemente complicadas.

Al final, puede que ninguno de los personajes –ni de nosotros– sea un verdadero monstruo. Pero Kore-eda nos invita a reflexionar que, sin duda, hemos creado uno particularmente terrible, y que somos demasiado proclives a dejar que rija nuestras vidas.

Monster se estrena en cines de México el 7 de diciembre. Entra aquí para comprar tus boletos.

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