‘Moonage Daydream’: retrato de un hombre que fue la posmodernidad ‘Moonage Daydream’: retrato de un hombre que fue la posmodernidad

‘Moonage Daydream’: retrato de un hombre que fue la posmodernidad

‘Moonage Daydream’, primer documental sobre David Bowie autorizado por sus herederos, es más una exploración de la esencia del artista que de su carrera

Lalo Ortega   |  
15 septiembre, 2022 12:00 AM
- Actualizado 23 septiembre, 2022 9:37 AM

Dirigido por el documentalista Brett Morgen, Moonage Daydream –en salas de cine mexicanas desde este 15 de septiembre– abre citando a David Bowie, a su vez citando a Nietzsche. El artista reflexionaba sobre la humanidad en el siglo XX, que había sido liberada de Dios como brújula moral por la ciencia, para quedar, al mismo tiempo, desprovista de rumbo, vacía de propósito.

La idea de que somos, al mismo tiempo, un rebaño desprovisto de pastor y nuestros propios dioses, es tan fundamental para el pensamiento posmoderno como lo fue para el propio Bowie. Si no hay un propósito, todo vale: podemos designar a nuestros propios profetas y forjar nuestros propios destinos. Si algo queda de manifiesto con este documental es que las reflexiones al respecto fueron la columna vertebral para la vida y obra del artista.

Aunque también hay que decir que la designación de “documental” se queda tan pequeña para este largometraje, como lo es “cantante” para definir a David Bowie. Moonage Daydream supera los estándares de cualquier documental biográfico convencional o de una película de conciertos (aunque algo hay de eso aquí).

Moonage Daydream
Moonage Daydream dista mucho de ser un documental convencional (Crédito: Universal Pictures)

Lo que Morgen entrega es difícil de definir en un puñado de palabras. Sí, hay algo parecido a un relato más o menos cronológico del ascenso, trayectoria y vida personal de su protagonista. Y sí, también hay imágenes inéditas de sus conciertos más icónicos –Morgen tuvo acceso privilegiado a los archivos de los herederos de Bowie, así como a su catálogo musical–, lo que por sí solo será un deleite para sus seguidores más acérrimos.

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Aunque decir que Moonage Daydream es “una experiencia audiovisual” sería el más grosero (e indigno) de los lugares comunes, aunque no sería del todo equivocado. Pero una forma más acertada de describirla sería como una representación del tren de pensamiento del propio Bowie, si él mismo hubiese regresado del cosmos para contarnos su historia, sus motivaciones, preocupaciones y contradicciones.

Pero, de nuevo, este tampoco es un documental que meramente arroje material de archivo a la pantalla. Se trata de algo más cercano a un collage caleidoscópico de música, entrevistas, clips de películas clásicas como Nosferatu o Metrópolis, sesiones fotográficas, pinturas y bocetos, conciertos e imágenes personales. Todo hilado en coherencia por fragmentos de grabaciones de Bowie, presentadas como algo a medio camino entre una narración y pensamientos en un vacío cósmico. La experiencia puede ser mentalmente agotadora, pero una vez que Moonage Daydream te atrapa, no te deja ir.

Moonage Daydream
Conocemos a Bowie como hombre, músico y artista (Crédito: Universal Pictures)

Es, en otras palabras, un bombardeo audiovisual cuya lógica narrativa se aleja de cualquier convención, tan cambiante en tono, ritmo y espíritu como quien fue Ziggy Stardust, Aladdin Sane o simplemente David Bowie. Una proeza de montaje que, curiosamente, no logra revelar nada que no sepan ya los fans más apasionados del artista, pero que sí logra el que, posiblemente, sea su retrato más fidedigno y, por ello, poderoso.

Moonage Daydream tiene algo que decir sobre Bowie… y sobre nosotros

“Todo son sandeces y toda sandez es maravillosa”, nos dice la voz de David Bowie en un punto de Moonage Daydream. Una paráfrasis de la liberadora verdad posmoderna: nada importa, así que somos libres de encontrar el propósito que nos plazca.

Una verdad evidentemente abrazada tanto por el hombre como por el artista. Desde el ascenso y caída de Ziggy Stardust hasta The Blind Prophet, no dejó de reinventarse y someterse al juicio de su propia curiosidad intelectual (“¿Esto importa? ¿Me importa?”, se cuestiona). 

Morgen tiene cuidado en dejar a Bowie relatar sus orígenes e inspiraciones como un niño, a quien su hermano mayor le mostraba las posibilidades que el mundo tenía para ofrecerle. Un hombre mortal, como tantos.

Mortal y susceptible de contradecirse. Morgen apunta, sin tapujos, que los mejores años del artista terminaron con Ziggy, y que Bowie se acercó peligrosamente al aburrimiento cuando se entregó a la complacencia en los 80 (coincidentemente, esta es la parte más convencional del metraje, y por ello también la más tediosa).

Moonage Daydream
Retrato de un hombre que cayó a la Tierra (Crédito: Universal Pictures)

Sin embargo, el documentalista también sugiere que su protagonista, por medio de su arte y su imagen, ascendió (o fue exaltado por nosotros) para convertirse en algo más allá de un mortal. Una especie de dios posmoderno y mediático, un artista total, la máxima estrella de rock para llenar ese vacío existencial.

En la cultura popular, es común referirnos a David Bowie por el cliché del artista “adelantado a su tiempo”, un hombre que cayó de las estrellas para desafiar el género, o un alienígena que sabía cosas sobre la vida que nosotros no. “Regresó a su planeta natal”, decíamos sobre su fallecimiento en 2016.

Quizá esa idolatría nuestra nace porque Bowie se dejó llevar por la vida de una manera que pocos se atreven a imitar: abrazando la violenta inevitabilidad del cambio (Time may change me, But I can’t trace time). Bowie era el cambio. El rumbo no importaba.

Y así, Moonage Daydream se convierte en más que una mera celebración de David Bowie y su música, para convertirse en un homenaje al artista y su modo de vivir. Quizá sí era el dios que le hacía falta a nuestros tiempos. Que lo alaben allá a donde lo lleve el cosmos.

Moonage Daydream llega a salas de cine mexicanas este 16 de septiembre. Para saber más sobre la película, ver el tráiler o comprar boletos, entra a este enlace.