La Flor de la Destino

El conde Fernando y su hermosa condesa vivían solos en el gran castillo que dominaba el mar. Sin que él lo supiera, Anton, un bello paje empleado por el conde, se enamoró perdidamente de la condesa. Como símbolo de su afecto, cada día el joven colocaba un clavel blanco en el alféizar de la ventana. Al descubrir la flor en la ventana una tarde, el conde reprendió a su esposa por su falta de fidelidad. Al día siguiente, al llegar de repente a una esquina, el conde se quedó electrificado al ver a Anton colocando tiernamente su pequeño símbolo de amor en su lugar habitual. Lleno de furia, el conde se lanzó sobre el niño y lo golpeó hasta matarlo. Hubo tristeza en el hogar de la madre viuda y la hermana cuando el pequeño cuerpo fue arrojado bruscamente sobre la cama. Marguerita, la hermana, hizo un solemne juramento de vengar el cruel asesinato. Por pura casualidad, el conde conoció a la bella Marguerita y en los días que siguieron ella le permitió cortejarla, hasta que encontró la oportunidad de pedirle que la admitiera en su hogar como paje. Así que se cortó el cabello largo y se puso el uniforme de un paje y entró en la casa del asesino de su hermano. Pasó el tiempo y Marguerita no dejó pasar ninguna oportunidad que no la acercara a la venganza. La condesa, poco a poco y contra su voluntad, llegó a amar al apuesto niño, y el conde no pudo comer ni dormir pensando en ella. Y entonces llegó el día de la venganza. Ella conspiró con el conde para destruir a la condesa con veneno, prometiendo casarse con él tras la muerte de su esposa. Profundamente remordido, pero decidido, el conde agregó el ácido mortal a su vino. Luego, Marguerita, prometiendo casarse con la condesa si ella deshacía a su esposo, le reveló el veneno en el vino. La condesa, simulando enferma en la mesa, se retiró a su habitación. El conde, convencido de que ella estaba muriendo, influenciado por Marguerita, fue a su lado, cuchillo en mano, para acabar con su sufrimiento. Pero antes de que pudiera atacar, la hoja de la condesa se hundió en él y el villano asesino cayó muerto a sus pies. Escapando de la trágica escena, Marguerita se cambió a ropa de mujer, enfrentó a la condesa y le reveló su identidad.