Tráiler
¿Por qué ver esta película?
Lili Reinhart salta de la serie Riverdale al cine, con una película que recuerda –al menos en su concepto– al clásico Si tuviera 30, con Jennifer Garner y Mark Ruffalo. Aunque aquella hablaba sobre las experiencias anheladas del crecer, en ésta se exploran las distintas vivencias que una chica puede experimentar cuando todavía es joven y empieza a conocer la vida fuera de las aulas. Mis dos vidas (Look Both Ways) trata sobre una chica (Lili Reinhart) cuya vida se divide en dos a partir de un momento clave: en una versión de su vida, queda embarazada y se convierte en madre joven; en la otra, logra graduarse, conseguir el trabajo de sus sueños y hacer despegar su vida profesional. Una película repleta de experiencias como el amor reparador, la desilusión y el autodescubrimiento.

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Nuestras recomendaciones
Justo antes de terminar la universidad, la vida de Natalia se divide inesperadamente en dos vertientes. En la primera, queda embarazada y descubre las vicisitudes de convertirse en una madre joven. En la segunda, logra graduarse, conseguir el trabajo de sus sueños y se muda a Los Ángeles para arrancar con su vida profesional. Ambas historias serán escuela de las distintas vivencias que una mujer puede experimentar durante sus veintes.
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Del mismo director

Rafiki
Aunque fue vetada en su país de origen, Kenia, donde la homosexualidad es considerada ilegal, ‘Rafiki’ (que se traduce del suajili como “amigo”) fue estrenada en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes de 2018, donde tuvo la distinción de ser la primera producción de origen keniano estrenada en la historia del festival. Sin caer en sensacionalismos ni en el miserabilismo, la película es una denuncia abierta a la cultura de su país que, si bien no es particularmente original en su argumento, sí lo es en una ejecución vibrante, energética, colorida y conmovedora.
Comedia

Welcome al Norte
Polito, es gerente de una sucursal de mensajería y paquetería en Izamal, Yucatán, que busca cumplir su sueño de recibir un ascenso y ser enviado a Cancún con su esposa e hijo. Pero sus planes se arruinan cuando es enviado a trabajar a Tijuana por dos años. Sólo y en un lugar diferente, el yucateco deberá encontrar la forma de adaptarse al norte de México hasta poder regresar a su tierra.

Rotting in the Sun
A medio camino entre el falso documental y la comedia trash, Rotting in the Sun sigue al cineasta Sebastián Silva (Crystal Fairy, La nana), quien se aventura a una playa nudista gay y conoce al comediante y celebridad de redes sociales estadounidense, Jordan Firstman. En la narrativa, Silva acepta, de mala gana, dirigir el nuevo proyecto de Firstman, pero repentinamente desaparece y corta contacto con él. Obsesionado, Firstman va a buscarlo a la Ciudad de México, donde sospecha que la señora de la limpieza del edificio (Catalina Saavedra, de La nana) es la responsable de su desaparición. Alocada, caótica y por momentos autoindulgente, se trata de otra maravillosa apuesta de Silva con el falso documental para abordar, con un ácido humor, temas que van desde la identidad queer al estado actual del arte, la depresión, el clasismo y el suicidio.

La cita de Carl
Carl acepta a regañadientes tener una cita con una amiga, pero sin tener ni idea de cómo funcionan las citas hoy en día. Dug, su servicial amigo, lo ayuda a calmar los nervios antes de la cita y le ofrece algunos consejos de probada eficacia para hacer amigos… si eres un perro.

El Conde
Dirigida por el cineasta chileno Pablo Larraín (Spencer), El conde es (o pretende ser) una sátira que reimagina a Augusto Pinochet (Jaime Vadell) como un dictador que, en vez de haber muerto en 2006, ha perdurado como un vampiro que no sólo se rehúsa a desaparecer, sino cuyos orígenes datan de la Revolución Francesa. A pesar de su premisa interesante, la película de Larraín es básicamente eso: premisa. El director y guionista no logra trascender lo obvio en una sátira didáctica (y, paradójicamente, poco incisiva) que se resume en una burla a un fascismo que, perdonado con demasiada facilidad, perdura en un ataúd y en quienes aprendieron a ser parásitos de un orden violento y glorificado. Lee más en nuestra crítica completa de El Conde.
