Crítica de ‘Asedio’: el efectismo del caos Crítica de ‘Asedio’: el efectismo del caos

Crítica de ‘Asedio’: el efectismo del caos

Aunque pretende ser profundamente política, ‘Asedio’ tropieza con su forma audiovisual y una narrativa prolongada. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
21 septiembre, 2023 1:20 PM
- Actualizado 27 septiembre, 2023 12:15 PM

Hay técnicas cinematográficas que, bien usadas, son herramientas formidables. Sin embargo, cuando se abusa de ellas o el guión detrás simplemente no tiene la suficiente solidez, pueden caer en el exceso. Desafortunadamente, así le sucede a Asedio, thriller español con tonos sociales que llega a cines de México este 21 de septiembre.

Dirigida por Miguel Ángel Vivas (Tu hijo, La casa de papel), la película se construye con recursos como el plano secuencia y cámara en mano en casi todo momento para representar lo que es, a todas luces, un terrible y violento día. Adecuado, hasta que la narrativa sucumbre ante sus excesos y opaca sus pretensiones políticas.

Asedio: una tarde de perros

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La película sigue a Dani (Natalia de Molina, Elisa y Marcela), novata en una unidad de la policía antidisturbios que participa en las oleadas de desahucios que aquejan al país. Un trabajo que le da remordimientos, pero que necesita para mantener a una madre con Alzheimer.

Durante un desalojo masivo de migrantes, Dani se encuentra con una gran cantidad de dinero sucio. Decide volver para robarlo pero, accidentalmente, es testigo de la corrupción de sus compañeros, que torturan y matan a un hombre para obtener el dinero (destinado a un soborno), acto que ella graba con su celular.

Descubierta, ella logra huir, aunque su celular cae en manos de un chico inmigrante. Entonces, Dani debe ingeniárselas para salir con vida y con el dinero oculto, sin ser detectada por sus compañeros, y recuperar el celular con la evidencia que los incrimina.

Asedio
Presenciar un acto de corrupción desencadena una espiral de caos y violencia para la protagonista en Asedio (Crédito: Sony Pictures)

En el desarrollo de su narrativa, Asedio coloca a la protagonista en situaciones cada vez más complicadas. Atrapada en un predio controlado por inmigrantes y vigilado por los otros policías, los roles se invierten: Dani es una extraña en su propio país, sometida por circunstancias que privan de su poder a su nacionalidad y placa.

El guión –debut de la crítica de cine Marta Medina de El confidencial– se mantiene desde la perspectiva de Dani en casi todo momento, llevándola por un descenso de tensión psicológica y violencia que la hacen replantearse sus posturas sobre su trabajo y su avaricia. Tiene claras pretensiones políticas –si acaso no muy profundas–, pero éstas acaban diluidas por una forma audiovisual que, por excesiva, acaba extendiendo y entorpeciendo su narrativa.

La insistencia en el plano secuencia

Lo dicho, Asedio recurre fundamentalmente al plano secuencia y a una cámara en mano que, en casi todo momento, se mantiene sobre Dani o comparte su perspectiva. El objetivo es tanto narrativo como estético: el espectador es testigo de todos sus actos, pero también comparte su sensación de aislamiento, de soledad.

En este sentido, el trabajo de cámara balancea muy hábilmente la sensación de inmediatez y realismo que otorgan estas técnicas, con un sutil expresionismo: fuera de foco, desahuciados y policías por igual aparecen como sombras, amenazas abstractas que pueden invadir el cuadro –y la vida de Dani– en cualquier instante. Se acentúa la atmósfera sofocante de los ya estrechos y derruidos pasillos del edificio donde sucede la caótica y violenta redada.

Sin embargo, si se abusa de ellos, estos recursos pueden provocar cansancio audiovisual en el mejor de los casos, y hastío en el peor. Son armas de doble filo que pueden traer contundencia a la acción, pero también pueden extenderla más allá de lo razonable. La duración de una secuencia del clímax, en particular, se extendió al punto del humor involuntario.

Es una pena puesto que, de manera más selectiva y moderada, el trabajo de cámara haría de Asedio un trabajo dramáticamente más efectivo. Sin embargo, por sus excesos, acaba cayendo en un efectismo innecesario, que parece más preocupado con amplificar el impacto de su violencia y su caos, en vez de su mensaje.

Asedio ya está en salas de cine mexicanas.

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