A Plain Song

Edith es una vendedora en un gran almacén y trabaja arduamente para mantener a su madre decrépita y a su padre ciego. Su situación es de cuasi-pobreza, ya que el escaso salario de Edith es lo único de lo que pueden depender para subsistir. Tristemente, ella compara su propia soledad con la de sus compañeras de trabajo, al verlas pasar felices y acompañadas por sus novios. Por lo tanto, no es sorprendente que se sienta muy halagada y complacida por la atención de un gerente de repertorio itinerante que entra en la tienda promocionando su espectáculo y le presenta a Edith dos entradas de cortesía para la función de esa noche. Al día siguiente, el gerente vuelve a la tienda e invita a Edith a dar un paseo con él. Esta es la primera atención que la pobre chica ha experimentado, y cuando él intenta persuadirla para que se vaya con él, es una lucha suprema con su inclinación la que le impide dejar a sus viejos. El gerente la deja con un desagrado mal disimulado y la próxima vez que visita la tienda trata de ganársela a través de los celos, coqueteando con una de las otras chicas. Esto tiene efecto, y ella cede a la gran tentación de encontrarse con él después del horario de trabajo. Con renovado esfuerzo, él la convence y, por fin, ella consiente en irse con él, dejando una carta para sus padres en la que dice que está cansada del trabajo arduo y anhela placer, por lo que se ha ido. Al llegar a la estación de tren, donde debe encontrarse con su tentador, ve a un grupo de ancianos en su camino a la casa de pobres. "Honra a tu padre y a tu madre." Y ella los recuerda, viéndolos vívidamente en su mente. Este pensamiento la impulsa tanto que finalmente se da cuenta de que está jugando con fuego, y dándose la vuelta, corre de regreso a casa solo para descubrir que la carta que había escrito ha desaparecido de la mesa donde la dejó. Sin embargo, sus temores se disipan al encontrar la carta en posesión de su padre ciego, quien, por supuesto, no puede leerla. Tomándola y rompiéndola en pedazos, abraza a su querido papá mientras su madre entra para compartir el abrazo. Con los ojos abiertos a la falsedad del mundo, ahora está más decidida que nunca a cumplir con su deber sacrificial de cuidar de sus viejos.