A Smoked Husband

Este fuma el marido, aunque poco mejor que un arenque ahumado, perteneciendo más propiamente al tipo de crustáceo pescador, el langosta, porque tal era él y no hay error al respecto. Mientras nuestro amigo Benj. Bibbs no era exactamente tacaño, había ocasiones en las que se quejaba con gran vehemencia de la extravagancia de su esposa. Tal ocasión abre nuestra historia. La señora Bibbs acaba de recibir en casa un sombrero y un vestido, por los cuales el pobre Bibbsy tiene que ceder, pero cuando la ve vestida con esas prendas, se suaviza, ya que ciertamente se ve deslumbrante. Todo va bien hasta que ella se da la vuelta y, ¡oh, horror! Es un vestido de tipo muy pronunciado. "¡Tú, desvergonzada, que te presentes así!" No pudo decir más, porque se ahogó de rabia y salió corriendo de la habitación en un estado de turbulenta perturbación; pero no sin antes arrojara sin piedad una alfombra sobre su esposa sin vergüenza. La criada de la familia está en connivencia con un ladrón, y ambos han conspirado para robar el lugar. Con este fin, el ladrón ha escrito una nota a la criada, diciéndole que envíe una señal cuando el camino esté despejado. Esta nota cae en manos de Bibbs, y como está dirigida simplemente a "Cariño" y firmada "Con cariño, Tom", su naturaleza celosa rápidamente la asocia con su esposa. "¡Ajá! Vestido de tubo, cariño, señal desde la ventana, encuentro en el salón, cariñosamente, Tom. ¡Lo veo todo! ¿Pretendes engañarme, eh? ¡Ya veremos!" Se mete en la chimenea y sube por el conducto para esconderse, decidido a atrapar a su aparentemente traicionera esposa y a su amante. Apenas se ha acomodado cuando la criada, por orden de la señora, enciende un fuego en la chimenea, y puedes imaginar que la posición de Bibbs no es nada placentera. Bajar es impensable, y a medida que asciende, desaloja el hollín que lo cubre de pies a cabeza. El ruido provocado por su lucha entre el humo y el hollín alarma a las damas y varios policías responden a sus gritos, capturando a "Con cariño, Tom" bajo el rosal del jardín. Las mujeres insisten en que el verdadero culpable aún está en la chimenea, y una loca carrera hacia el techo trae a los policías justo cuando el pobre Bibbs, cubierto de hollín, emerge de la chimenea. Perseguido por los tejados, en un acto de desesperación salta, cayendo sobre las cabezas de un par de chicos que estaban charlando al lado de una caja de mortero. Los tres caen en el cemento, y presentan un aspecto lamentable cuando llegan la policía y otros. Las explicaciones demuestran qué colossal tonto ha sido Bibbs, pero aún así le viene bien, y su incomodidad es el deleite de los espectadores, ya que el tema es de un humor hilarante, con una risa en cada pie de longitud.