Crítica de ‘Desaparecer por completo’: la tragedia de ver demasiado Crítica de ‘Desaparecer por completo’: la tragedia de ver demasiado

Crítica de ‘Desaparecer por completo’: la tragedia de ver demasiado

A través del terror y el suspenso, ‘Desaparecer por completo’ reflexiona sobre la deshumanización por medio de las imágenes. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
11 abril, 2024 5:45 PM
- Actualizado 18 abril, 2024 5:44 PM

Es apropiado que, en su primera secuencia, Desaparecer por completo –en Netflix a partir del 12 de abril– aluda directamente a Enrique Metinides, el legendario fotógrafo de nota roja y, posiblemente, mayor cronista gráfico de la violencia cotidiana en la historia de la Ciudad de México.

En esta secuencia vemos al protagonista, Santiago (Harold Torres), librar el cerco policial para fotografiar un accidente de tránsito por la noche: tal como en aquella infame (pero inolvidable) imagen protagonizada post mortem por Adela Legarreta, una mujer ha sido violentamente prensada contra una barrera.

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Pero para Harold –como lo fue intuitivamente para Metinides, según el excelente documental El hombre que vio demasiado, de Trisha Ziff–, el trabajo no es sólo ir y tomar fotos. Busca siempre la mejor composición, lo que le vale su paga y ver sus fotos en las primeras planas de los tabloides. Aspira a que también sean exhibidas en galerías, como arte, pero por su violencia es constantemente rechazado.

Más tarde, su novia, la enfermera Marce (Teté Espinoza), le informa que está embarazada. Pero él no tiene mucho tiempo para hablar (ni para compartir con ella, en realidad). El cadáver de un senador ha sido encontrado en circunstancias extrañas, y tiene que correr a fotografiarlo. La experiencia, sin embargo, concluye con la resucitación inexplicable de la víctima, y con Santiago comenzando a perder, inexplicablemente y uno por uno, sus cinco sentidos.

De Sontag a Metinides

También es apropiado el epígrafe que el director y coguionista, Luis Javier Henaine (Solteras) emplea para iniciar Desaparecer por completo: en lo que a la fotografía se refiere, todos los caminos llevan a Susan Sontag.

La ensayista, que reflexionó sobre el propósito de la fotografía como documento de la violencia y como objeto de consumo, o como fetiche. Necesario tenerla en mente para aproximarnos al mundo de Santiago, quien registra la violencia de forma cotidiana, encuentra evidente placer en ello, y vende su trabajo para su explotación en el consumo masivo. Diálogos sueltos de otros personajes cuestionan la ética de sus fotografías, incluso.

Desaparecer por completo
En un inicio, Desaparecer por completo cuestiona a su protagonista (Crédito: Mantícora)

Henaine alude, evidentemente, a la deshumanización del personaje, demasiado enfocado en el placer de su trabajo para conectar con la vida diaria, específicamente con Marce. Correr a perseguir la nota es prioridad sobre la noticia de que tendrá un hijo. La pareja discute sobre si tener al bebé o no: él cree que lo mejor es no hacerlo, pues el mundo es demasiado cruel. Ella, que también ve a la muerte de frente todos los días, piensa diferente, es capaz de ver la esperanza y la belleza de la vida.

Desaparecer por completo lleva la deshumanización alegórica de su protagonista al plano literal cuando, a través de la pérdida de sus sentidos, ve truncado su nexo con el mundo, con la experiencia humana. Cuando el gusto se esfuma, sabe que en los siguientes cuatro días irá perdiendo todo lo demás (incluida, crucialmente, la vista).

En un inicio, la narración de Henaine transita con éxito por la delgada línea de la ambigüedad –¿lo que le sucede a Santiago es provocado por un un golpe en la cabeza, o hay algo siniestro y sobrenatural en juego. Sin embargo, en la búsqueda de Santiago por no perder su humanidad, el guión se decanta por perseguir la resolución de un misterio, con resultados irregulares.

Desaparecer por completo y el terror de los sentidos

Hasta podría decirse que la película transita, por momentos, el camino del noir: el protagonista comienza a tomar decisiones de cuestionable moral, y su investigación lo conduce a los rincones de la intriga política y hasta la santería. Director y guionistas acaban por ponerle rostro (o algo parecido) y explicación a la tragedia de Santiago.

Es una pena, pues Desaparecer por completo es más potente cuando se trata de la batalla del protagonista por su humanidad, en contra de su propia profesión. Sin embargo, sí hay que destacar el fenomenal trabajo de fotografía (Glauco Bermudez) y diseño sonoro (José Miguel Enriquez, Selva trágica), que en conjunto logran recrear lo que sólo puede ser descrito como la experiencia de sofocarse dentro del propio cuerpo.

Desaparecer por completo
Desaparecer por completo se decanta por un misterio no muy interesante, pero ejecuta bien el lado del terror (Crédito: Mantícora)

Pues incluso si esta decisión de llevar el guión hacia el misterio desvirtúa un poco sus reflexiones, también es verdad que, como experiencia de terror, Henaine entrega una excelente película, impulsada por el trabajo actoral de Torres.

Pero por lo menos, la película logra despertar esas preguntas sobre la fotografía. Y con ello, de paso, demuestra la elasticidad del cine de terror para explorar temas y problemáticas sociales de los contextos más diversos.

Desde temas de violencia criminal y justicia social (Vuelven) hasta de identidad femenina ante el patriarcado (Huesera), el terror mexicano tiene un potencial inabarcable para hablar, desde el arte y sin desmerecer en el éxito comercial, sobre la experiencia humana. Desaparecer por completo es una gota en ese inmenso mar, y otro pequeño paso en la dirección correcta.

Desaparecer por completo llega a Netflix el 12 de abril de 2024.