Crítica de ‘Ghostbusters: Apocalipsis fantasma’: familia numerosa Crítica de ‘Ghostbusters: Apocalipsis fantasma’: familia numerosa

Crítica de ‘Ghostbusters: Apocalipsis fantasma’: familia numerosa

¿Puede haber demasiados Cazafantasmas? La respuesta de ‘Ghostbusters: Apocalipsis fantasma’ es: sí. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
21 marzo, 2024 4:55 PM
- Actualizado 28 marzo, 2024 1:30 PM

Ghostbusters: Apocalipsis fantasma (Ghostbusters: Frozen Empire), que llega a salas de cine mexicanas este 21 de marzo, es la perfecta demostración de que, a veces, es posible intuir qué está mal con el libro por su portada. O, para el caso, qué está mal con la película desde sus materiales promocionales.

Dicho en términos simples, la cuarta entrega de Cazafantasmas (del canon actual, al menos) sufre del gran vicio que aqueja a prácticamente todas las franquicias cinematográficas de hoy: el “más”. En este caso, más ideas, más personajes y, por lo tanto, más subtramas. Algunas de ellas, creadas en el nombre del fanservice y de dar continuidad a los planteamientos de su querida predecesora, Ghostbusters: El legado.

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Lo cual, es una paradoja y una pena, porque Apocalipsis fantasma sacrifica en el altar de Gozer todo lo que hizo funcionar a la película anterior.

¿Cuándo son demasiados Cazafantasmas?

Partamos de ahí: lo que hacía funcionar a Ghostbusters: El legado no era la nostalgia pura (aunque se desborda en ella). La tardía secuela funcionaba porque reconocía que había pasado demasiado tiempo, algo que había sucedido no sólo dentro de la narrativa, sino también fuera de ella: tanto al frente de la cámara como detrás de ella, los Cazafantasmas se habían separado hacía mucho tiempo.

El único camino hacia adelante para esta historia era honrar su pasado y a una de sus mentes creativas y protagonistas fundamentales, Harold Ramis (fallecido en 2014), el icónico Egon Spengler. ¿La respuesta? Pasar la batuta a una nueva generación de Spenglers: su hija, Carrie (Carrie Coon) y sus nietos, Phoebe (Mckenna Grace) y Trevor (Finn Wolfhard). Un lindo homenaje al pasado que permitía dejarlo atrás y avanzar hacia el futuro.

Y entonces llegamos a Ghostbusters: Apocalipsis fantasma. Los Spengler y su nuevo padre adoptivo, Gary Grooberson (Paul Rudd) ahora son los nuevos Cazafantasmas de Nueva York. Pero los problemas, como es costumbre, no cesan: tener a una adolescente persiguiendo espectros (y destruyendo la ciudad en el proceso) no es exactamente legal.

Y aunque nuestros cazadores de lo paranormal son ahora una institución y son financiados por un Winston Zeddemore (Ernie Hudson) en faceta filantrópica, eso no disuade a Walter Peck (William Atherton), ahora alcalde, de hacer todo en su poder para clausurarlos. Otra vez.

En paralelo, Ray Stantz (Dan Aykroyd) cae en posesión de una misteriosa esfera que parece alojar un ente paranormal de poder sin precedentes. El artefacto es alojado en los nuevos laboratorios de los Cazafantasmas, y mientras investigan su naturaleza, se desarrolla un complot para liberar lo que hay dentro de ella.

Ghostbusters: Apocalipsis fantasma
La realidad es que cuatro de estos cinco personajes salen sobrando (Crédito: Sony Pictures)

El problema es que, para llegar a ese punto, Ghostbusters: Apocalipsis fantasma da tumbos con su exceso de personajes y subtramas. Mucho énfasis es puesto en Phoebe que, hastiada de tener que quedarse en casa, hace amistad con Melody (Emily Alyn Lind), un alma en pena de Central Park que murió víctima de una misteriosa tragedia. Dicha incógnita y la relación entre ambas chicas parece ser, en principio, una de las subtramas principales.

Mientras tanto, en la subtrama de Ray, son reintroducidos personajes de la película anterior, como el parlanchín Podcast (Logan Kim) y Lucky (Celeste O’Connor). Pero también hay rostros nuevos como Patton Oswalt, James Acaster o Kumail Nanjiani, siendo este último el único con un rol crucial en un enredado mito para lidiar con el villano principal.

Es decir que, hasta aquí, las cosas son bastante complicadas, lo que reduce a ciertos personajes a mera decoración en los mejores casos, o molestias en los peores. Es lamentable ver a alguien con los talentos de Carrie Coon reducida a ser sólo “la mamá”, y ni hablar de un Finn Wolfhard tan útil como una maceta para la trama principal. Paul Rudd recibe mejor material con el cual trabajar, inyectando humanidad y humor a un personaje atrapado entre ser pareja romántica e incómoda figura paterna.

Y entonces están los personajes clásicos. El rol de Dan Aykroyd es indiscutiblemente fundamental, pero el resto de sus colegas salen sobrando, pues Ghostbusters: Apocalipsis fantasma los limita a cameos glorificados o puro diálogo expositivo. Una pena que, cuando finalmente se le hace algo de justicia a Janine (el personaje de Annie Potts) sea de forma tan limitada. ¿Y Bill Murray? Salvo cierta escena a medio camino, sólo viene a cobrar el cheque para algunas ovaciones facilonas en el clímax.

Ghostbusters no deja ir el pasado

Es una pena porque, en lo que respecta a la dirección (ahora a cargo de Gil Kenan, quien coescribió la anterior con el director Jason Reitman), Ghostbusters: Apocalipsis fantasma es competente en sus momentos de acción. La película logra crear tensión, los efectos visuales están bien logrados. Se consigue el dramatismo y humor de los actores hasta en las escenas más insulsas. El subtexto alrededor de Phoebe y Melody está muy bien construido.

Ghostbusters: Apocalipsis fantasma
Amamos a estos tipos, pero no aportan gran cosa a una narrativa ya saturada (Crédito: Sony Pictures)

Todo el problema está en un guión que trata de abarcar demasiado y, al final, no resuelve todas las subtramas abiertas –y las que sí, las cierra con premura y hasta torpeza. La trama necesita aire para respirar y desarrollarse, pero carece de él por la sobrecarga de personajes. La ironía es que dos de los temas que el guión intenta desarrollar son la importancia de la familia, y la necesidad de dejar el pasado atrás para poder avanzar.

No es que no nos guste ver a Bill Murray, Dan Aykroyd, Ernie Hudson y hasta Annie Potts con mochilas de protones. Pero el hecho de que estén en Apocalipsis fantasma es señal de que el guión no se atrevió a seguir la prometedora dirección de Ghostbusters: el legado: dejar atrás el pasado para construir un futuro para los Cazafantasmas.

La familia es demasiado numerosa. Hay planes para más secuelas, pero quizá sea mejor no invitar a todos a la mesa para la próxima.

Ghostbusters: Apocalipsis fantasma ya está en cartelera. Compra tus boletos para verla en cines.

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