Crítica de ‘Invierno en París’: arrojarse al vacío Crítica de ‘Invierno en París’: arrojarse al vacío

Crítica de ‘Invierno en París’: arrojarse al vacío

‘Invierno en París’, de Christophe Honoré, es un intenso relato de autodescubrimiento adolescente en pleno luto. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
3 noviembre, 2023 4:53 PM
- Actualizado 7 noviembre, 2023 3:54 PM

Al hablar de dramas íntimos y cotidianos situados en el mundo adolescente, es fácil caer en infinidad de lugares comunes: el autodescubrimiento, la reafirmación de la identidad, la turbulencia de las hormonas y de las relaciones sentimentales o sexuales. Todas podrían aplicarse a Invierno en París (Le Lycéen), nuevo melodrama del cineasta Christophe Honoré (Vivir deprisa, amar despacio), que llegó a cines de México este 2 de noviembre.

Bien dicen, pues, que la magia no está en el qué, sino en el cómo. Y así, ayudado de una pizca de mortalidad y luto en su guión, Honoré filma como si se tratase de una montaña rusa de emociones juveniles: a veces quieta y tierna, después profundamente infeliz, pero siempre intensa y sentida.

Invierno en París: entre dolor y hormonas

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Escrita y dirigida por Honoré –inspirada en ciertas vivencias personales del cineasta–, Invierno en París está encuadrada como si fuese una confesión o, más específicamente, una sesión de terapia (¿será la cámara este confidente o terapeuta, extendiendo a la película misma este rol de catarsis?). El adolescente Lucas (Paul Kircher, hijo de la legendaria Irène Jacob) habla a la cámara sobre un periodo difícil, en el que vio a su vida como un animal furioso al que debía domar.

Aprendemos, pronto, que su padre (interpretado por el propio Honoré) le demostró insatisfacción con su propia vida en una charla, horas antes de morir repentinamente en el trabajo. La juventud de Lucas es destrozada en un instante fortuito. Su hermano mayor, el artista Quentin (Vincent Lacoste), regresa de París para el funeral. Tienen dudas sobre qué será de su madre, Isabelle (Juliette Binoche), quien deberá regresar a trabajar.

Luego del impacto, en medio del luto, comienzan a surgir las fragilidades: Lucas se quiebra, pasa de la ira a un ataque de ansiedad. Un joven amante lo visita, pero él se muestra distante, desconectado. Luego de una breve pelea, los hermanos se reconcilian y Quentin decide llevarse a Lucas consigo a París para pasar unos días juntos.

Invierno en París
Juliette Binoche y Vincent Lacoste completan el reparto de Invierno en París (Crédito: Cine Caníbal)

Es aquí que Invierno en París se convierte en esta historia de autoexploración en su forma más frontal. Donde otras personas enfrentarían su luto desde la introspección, nuestro protagonista toma su dolor y se arroja al vacío, a explorar su mente y su cuerpo con un frenesí casi autodestructivo.

Desde los encuentros sexuales casuales hasta las conversaciones más íntimas, Honoré retrata, sin juicios, estos turbulentos días de su protagonista. Hay en Lucas un aire casi inocente, una curiosidad voraz por la vida con la que, intuimos después, busca llenar un hueco en su interior.

En este drama profundamente personal, el director abraza todo, desde las situaciones más tiernas hasta las más escabrosas en la nueva y acelerada vida de Lucas. Sin embargo, oscila –a veces erráticamente– entre la frontalidad más sobria y el melodrama más meloso, sobre todo en las secuencias donde los personajes narran en retrospectiva, muchas veces en off.

Estos cambios pueden generar una sensación de latigazo para el espectador, e incluso pueden restar un poco de su autenticidad al resto del relato. Sin embargo, considerando el origen tan personal de la película y la intensidad de sus situaciones –y actuaciones–, Invierno en París no deja de ser una poderosa experiencia.

Invierno en París ya está en salas de cine. Entra aquí para comprar tus boletos.

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