Crítica de ‘Confesiones’, de Carlos Carrera: ¿pero qué necesidad? Crítica de ‘Confesiones’, de Carlos Carrera: ¿pero qué necesidad?

Crítica de ‘Confesiones’, de Carlos Carrera: ¿pero qué necesidad?

‘Confesiones’ es el regreso del director Carlos Carrera al cine de ficción, en un thriller de tono irregular y arbitrariedades narrativas. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
1 noviembre, 2023 7:20 AM
- Actualizado 22 noviembre, 2023 4:02 PM

Había una narrativa clara alrededor de Confesiones el día de la función para prensa en la Ciudad de México: que se trata de una película “diferente”. No hace falta señalar lo evidente: en una cinematografía nacional donde suelen reinar el drama social, la comedia romántica y el documental, el thriller dirigido por Carlos Carrera –que llega a cines de México este 2 de noviembre– se percibe como una anomalía desde su concepción.

Y hay que decirlo, se aprecia cuando los cineastas nacionales se atreven con proyectos que se salen de la norma o de las fórmulas que “funcionan” (sea para la taquilla, para los premios en festivales extranjeros, o ambas cosas). Sobre todo, cuando se trata de uno de nuestros directores más diversos, quien se ha arriesgado con todo desde el drama provocador, pasando por el thriller criminal hasta la fantasía en animación y el documental.

Publicidad

Aunado al nombre del escritor Alberto Chimal como guionista (su único crédito previo en una película es 7:19), el prospecto generaba entusiasmo en mí, palpable al momento de apagarse las luces de la sala. Sin embargo, éste se esfumó conforme progresaba la trama de Confesiones.

Qué bonita familia

Confesiones nos sitúa en la vida de una familia adinerada de la Ciudad de México. Los conocemos por su dinámica matutina en un día de escuela: la madre (Claudia Ramírez, El club de los idealistas) despierta por la mañana a los hijos, una niña pequeña y un adolescente, Juan Pablo (el actor Emilio Treviño, en su debut cinematográfico).

Viven en una casa grande e iluminada, mantenida impecable, claro, por la trabajadora doméstica, a la que Juan Pablo trata con desprecio y su padre (Luis Gnecco, Una mujer fantástica) con una indiferencia enmascarada por amabilidad, a pesar de la devoción de ésta por la hija menor.

'Confesiones', de Carlos Carrera
Confesiones nos muestra a una familia mexicana acomodada y respetable como todas… ¿o no? (Crédito: Sony Pictures)

Durante el desayuno, las interacciones revelan el estado de las relaciones: el hijo mayor, grosero y rebelde, no parece demostrar aprecio por su hermana ni respeto por sus padres. El patriarca, claramente ausente, prefiere no meterse en problemas y disciplinarlo. Y la relación de éste con su esposa se percibe más gélida que un témpano en glaciación.

El chico es el encargado de dejar a su hermana en la puerta de la escuela. Sin embargo, cuando la niña no regresa en la tarde, cunde el pánico. El temor de cualquier familia en México se cumple: la niña ha sido secuestrada.

Pero los culpables no quieren la riqueza de la familia: en vez de ello, han de recibir a un extraño enmascarado en su casa y cumplir todas sus órdenes. Durante una madrugada, este hombre (Juan Manuel Bernal, Sonora) obliga a cada miembro de la familia a revelar sus secretos, uno por uno, con la misión de obtener una confesión: un pecado imperdonable que uno de ellos ha intentado ocultar.

Desde su inicio, pues, Confesiones nos sugiere un elemento de clase en juego: la familia sospecha inmediatamente de la trabajadora doméstica. La fotografía y los diálogos destacan una opulencia celosamente guardada, y un desdén por los menos favorecidos económicamente. Elementos que, sumados a la frialdad de su dirección de arte, incluso recuerdan a otra obra reciente de temática similar: la oscarizada Parásitos.

Hay, también, aspectos de moralidad y culpa católica. Se alude vagamente a ellos por la presencia de una cruz en el comedor, por ejemplo, pero que resaltan más en el momento de las revelaciones: por ser los secretos de cuestionable moral (discordantes con una ideología más conservadora) que cada miembro de la familia ha decidido mantener oculto.

'Confesiones', de Carlos Carrera
Poco a poco, cada miembro de la familia es orillado a revelar sus secretos más oscuros (Crédito: Sony Pictures)

No se profundiza tanto en el aspecto de clase, sin embargo, pues Carrera y Chimal nos enfrentan en Confesiones con una deconstrucción más amplia de las contradicciones e hipocresías de una moralina clase media-alta en México.

Sin embargo, esta amplitud suele caer en la generalidad más obvia. Revelar que esta familia de dudosa moral se ha enriquecido por medio de abusos y ha cometido actos de violencia y represión (hacia otros y entre ellos), es como decir que el agua moja.

Confesiones brinda más shock que tensión

Sin embargo, el mayor problema de Confesiones acaba siendo la manera en la que revela su información. Comenzando con que, al demostrarnos las cruciales fallas de carácter en sus personajes centrales desde el comienzo, se vuelve complicado simpatizar con ellos, incluso ante el secuestro de una hija.

Esto se vuelve especialmente evidente cuando el enmascarado los obliga a confesar sus peores actos, dejando claro que no le interesa el dinero. Surge, entonces, la pregunta de sus motivaciones, y si deberíamos estar o no de su lado. Secuestró a una niña pequeña, después de todo.

Incluso si, al final de esta penuria familiar, los motivos del enmascarado son esclarecidos, Confesiones hace muy poco para construirlos poco a poco. Tampoco lo hace con las revelaciones de la familia. Valga la redundancia del título, toda la información es confesada, dada por sorpresa en diálogos (entregados con loable habilidad por todo el elenco, eso sí). Salvo la deficiente moralidad de estos personajes, no hay nada que sugiera o anticipe lo que se viene.

Estamos, pues, ante una película que prioriza la sorpresa y el shock sobre la tensión narrativa (el principio de la bomba bajo la mesa, como lo explicaba Hitchcock). Podría argumentarse que existe suspenso por el destino de la niña, pero el guión se encarga de dirigir nuestra atención hacia los pecados familiares… y hacia las impactantes penitencias que rozan en explotación humillante.

'Confesiones', de Carlos Carrera
Debajo de la máscara hay un demasiado carismático Juan Manuel Bernal (Crédito: Sony Pictures)

“Ojo por ojo”, declara el personaje de Juan Manuel Bernal en un punto de Confesiones. Y así, padre, madre e hijo son obligados a desfilar con sus pecados antes de someterse a retribuciones que primero generan morbo e impacto… cuando las interjecciones del castigador no rompen con el tono y arrancan risas, produciendo sensación de latigazo (será o cuestión de dirección de actores o un mal casting: los talentos de Bernal son considerables, pero simplemente se percibe demasiado simpático para el rol de un presunto secuestrador).

Y entonces cabe cuestionar hasta qué punto es demasiado, o si no podría recurrirse a la elipsis sobre la explotación. ¿Es necesario ser tan miserabilista con las imágenes? Sin sorpresas, es la madre quien se lleva la peor parte.

Hay dos escenas de mutilación en Confesiones, y cuando tienes a media sala riéndose en la segunda, algo debió salir realmente mal. Buen intento… ojalá haya otro.

Confesiones de Carlos Carrera llega a salas de cine de México el 2 de noviembre.

play sorpresa