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Crítica de ‘Deadpool & Wolverine’: los mejores vendehúmos del mundo
‘Deadpool & Wolverine’ puede ser divertida, pero la película da a Marvel Studios el pretexto para hacer más de lo mismo. Checa la crítica.
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Con ‘¡Nop!’, el director Jordan Peele entrega una película que funciona muy bien como comentario social y como entretenimiento de verano.
Hay algo que despierta en nosotros cada vez que algún vecino se pelea con otro afuera de nuestra ventana. O cuando alguien en Twitter publica imágenes de ese artista que se cayó en pleno concierto. O cuando un noticiero exhibe las cruentas imágenes de la guerra o el atentado terrorista en turno. O cuando un amigo te envía fotos del chisme del momento: simplemente, tenemos que mirar. Es una necesidad compulsiva que viene como una picazón persistente y odiosa, y que no desaparece hasta que es rascada, satisfecha.
Es la enfermedad que padece nuestra sociedad desde la invención del cinematógrafo, sólo exacerbada por la proliferación de las pequeñas ventanas al mundo que todos cargamos en nuestros bolsillos (el hipercine y la todopantalla sobre los que escribieron Gilles Lipovetsky y Jean Serroy hace más de una década).
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“Echaré sobre ti inmundicias, te haré despreciable, y haré de ti un espectáculo”.– Nahúm 3:6Volviendo a qué tienen que ver entre sí la tragedia del chimpancé, el rancho y el OVNI, ¡Nop! nos sugiere un antecedente común en una escena que parece trivial. Resulta que OJ y Em afirman que su familia ha sido parte fundamental de la historia de Hollywood (y del cine como un todo), pues sostienen que son descendientes del jinete anónimo de El caballo en movimiento, parte del estudio del movimiento Animal Locomotion realizado por Eadweard Muybridge a finales del siglo XIX. La serie de cronofotografías es uno de los precursores del cine mismo. O, quizá, su pecado original (no ha de ser casualidad que ¡Nop! abre con el versículo bíblico citado arriba). En otras palabras, todo nos conduce de vuelta a los inicios del cine, a la capacidad de la humanidad para capturar imágenes, reproducirlas en pantalla, y ofrecer al mundo la capacidad de mirar. Una epidemia de voyeurismo que germinó en la inocencia del entretenimiento y del arte, pero que ha crecido a las tierras de una explotación que puede ser tan degradante como adormecedora. Porque, el hecho de que un niño traumatizado por un chimpancé asesino decida explotar su propio trauma para ganar dinero en la adultez, es únicamente posible porque en el mercado existe una demanda impulsada por el morbo. Nuestra cultura pop crece como una bola de nieve de trivialidades enfermizas: la fascinación por el qué sucedió, con lujo de detalle, quién fue la víctima y quién el victimario. El mismo origen de nuestra fascinación mórbida por la tormenta de mierda que fue el caso Depp vs. Heard, por ejemplo. Simplemente no podemos evitarlo. Sin revelar detalles, cabe decir que la amenaza antagónica de ¡Nop!, en cierto modo, parte de ese mismo morbo y se alimenta de él. Y Peele la dota de suficiente ambigüedad para que su origen sea lo menos importante. ¿Son alienígenas? ¿Un trol con mucho tiempo y dinero? ¿Algo más? Realmente no importa. Lo que Peele sí hace con una maestría hitchcockiana, es incitar el deseo de nuestra mirada. “¿Qué diablos es eso?”, nos preguntamos constantemente, al ver meros atisbos de ello. Pero, conforme más y más personajes consiguen vislumbrar la amenaza frontalmente (y sufren las consecuencias), el director plantea una pregunta sontagiana: ¿qué será de nosotros conforme la violencia y la muerte inundan las pantallas de nuestros bolsillos para nuestro consumo compulsivo? ¿Será que las imágenes adormecen nuestra humanidad hasta arrebatárnosla, condenándonos a vagar por nuestros feeds de redes sociales en el hastío de la indiferencia? ¡Nop! llega a salas de cine mexicanas este 25 de agosto. Si quieres saber más de la película, ver el tráiler o comprar boletos, entra a este enlace.