‘Red Rocket’ y los cerdos irredimibles de los Estados Unidos de América ‘Red Rocket’ y los cerdos irredimibles de los Estados Unidos de América

‘Red Rocket’ y los cerdos irredimibles de los Estados Unidos de América

La historia de un vividor misógino y un retrato de la masculinidad tóxica estadounidense, contada con humor. Aquí la crítica de ‘Red Rocket’.

Lalo Ortega   |  
21 abril, 2022 5:00 AM
- Actualizado 29 abril, 2022 1:16 PM

Hay una escena en Red Rocket –que se estrena en salas de cine mexicanas este 20 de abril– que bien podría encapsular la esencia del largometraje entero. Mikey Saber (Simon Rex), un actor porno pasado de moda, alardea ante June (Brittney Rodriguez), la hija de una narcotraficante local, que ganó un premio por la “mejor escena oral” en una película para adultos.

Pero ella lo cuestiona: ¿la mujer no es la que hace todo el trabajo en esa clase de escenas? Él se defiende y, si bien admite que el premio es compartido, también argumenta que tiene su mérito por haberle dicho a la actriz qué hacer.

Esto nos resume todo lo que nos cuenta el séptimo largometraje del cineasta estadounidense Sean Baker: la historia de un holgazán de carrera que busca cómo aprovecharse de otros –mujeres, en su notoria mayoría–, seduciendo a quien se atraviese en su camino para su propio beneficio, la única causa que puede concebir.

Crítica de 'Red Rocket'
Mikey Saber: maestro de vender humo (Crédito: Cine Caníbal)

Se trata de un patán abyecto de manual, pero el carisma que Rex le inyecta al personaje es parte de lo que hace imposible despegar los ojos de Red Rocket y reír a carcajadas. Lo otro, es la habilidad de Baker como director y guionista para presentar a sus protagonistas desde una perspectiva empática, incluso si los vemos en situaciones desagradables y caóticas.

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Lo cual es a menudo el caso, considerando su predilección por capturar la vida en la marginación social y económica de los Estados Unidos.

Sean Baker y la moral sexual estadounidense

Tomemos, por ejemplo, las dos películas previas de Baker: en Tangerine, de 2015, seguimos las desventuras de una trabajadora sexual transgénero que, luego de salir de la cárcel, recorre las calles de Los Ángeles en busca de venganza contra su novio/ proxeneta por romperle el corazón.

Dos años después estrenó Proyecto Florida, sobre una joven madre y su pequeña hija, subsistiendo a duras penas en un cuarto de motel cerca de Disney World, entre la inocencia de la niña y las penurias de la mujer. Pero los problemas comienzan cuando, sin opciones, la madre decide prostituirse para mantener a la hija.

Baker retrata a sus personajes desde una óptica que presenta el panorama completo en el que viven, dejando de lado los juicios morales para que el espectador llegue a sus propias conclusiones sobre sus actos.

Y algo de ello hay en Red Rocket: cuando conocemos a Mikey (al son de Bye Bye Bye de NSYNC), va en el autobús de camino a Texas desde Los Ángeles. Tiene un ojo morado y se ve obligado a caminar desde la estación hasta su destino: la casa de su distanciada esposa, Lexi (Bree Elrod).

Todo eso, junto a su labia, nos hace estar inmediatamente de su lado cuando Lexi se niega, en un principio, a recibirlo en la casa que comparte con su madre en un vecindario industrial de la ciudad.

Red Rocket
Dormir en el sofá: primer paso para volver a meterse en la vida de su esposa y su suegra (Crédito: Cine Caníbal)

Podemos simpatizar con él cuando no logra encontrar trabajo legítimo. La brecha de 17 años en su currículum es demasiado considerable y, al confesar (más por ego que por obligación) que dedicó esos años a trabajar como un premiado actor pornográfico, es inmediatamente rechazado. Más pronto que tarde, recurre a vender marihuana para la traficante de la zona, Leondria (Judy Hill).

Baker moldea un humano a partir de una estrella porno, una de las profesiones más estigmatizadas. Pero también cabe señalar que, contrario a sus películas ya citadas aquí, esta es la historia de un hombre heterosexual y cisgénero, lo que por sí mismo ya carga evidentes diferencias con Sin-Dee Rella (la protagonista de Tangerine) y Halley (la de Proyecto Florida).

En Red Rocket, el director tiene cuidado de revelar poco a poco las motivaciones detrás del regreso a casa de este actor porno con la “cola entre las patas” (el título es un eufemismo en inglés para el pene de un perro). E incluso cuando comenzamos a desconfiar de él –Leondria inicialmente apuesta a que Mikey se fumará toda la mercancía–, llega a sorprendernos. Por momentos, hasta llegamos a apoyarlo.

Así sucede, por ejemplo, cuando conoce a Raylee, alias “Strawberry” (Suzanna Son), una chica menor de edad que trabaja en una tienda de donas. En un inicio, Baker encuadra el momento como si se tratara de un momento entre dos desconocidos destinados a encontrarse  y amarse.

Red Rocket
Esto, en verdad, no es una historia de amor (Crédito: Cine Caníbal)

Tampoco hay que arruinarlo aquí, pero seguramente ya lo intuye quien se pregunte: ¿qué busca un actor porno venido a menos (y además, casado y de arrimado con su suegra) con una muchachita en pleno ejercicio de su sexualidad?

La política de Red Rocket

Por sí sola, la película de Baker funciona como el irrisorio relato de un vividor y proxeneta en potencia, pero el director inserta algunas referencias visuales y auditivas que la dotan de un subtexto fuertemente político.

Entre vallas publicitarias y noticieros, Baker sitúa la historia de Red Rocket en 2016, poco antes de la fatídica elección de 2016 que hizo de Donald Trump el presidente de los Estados Unidos para los cuatro años siguientes. Una presidencia criticada antes de empezar, entre muchas otras cosas, por el sexismo e ignorancia descarados de su mandatario electo, por no mencionar sus interminables falacias discursivas y el proselitismo egoísta de sus allegados.

Hay quienes dirían que los Estados Unidos de Trump son el producto de dar el poder a hombres malos e incompetentes (o como apuntan algunos analistas, de utilizar la masculinidad tóxica como arma).

Pero Red Rocket, en un nivel prácticamente metafórico, es un espejo de esos hombres misóginos y sin escrúpulos, que siempre han estado a la espera de una oportunidad para tener un poquito de poder sobre alguien más. Ser un cerdo irredimible no distingue de épocas, partidismos ni niveles socioeconómicos.

Es por ello que podría parecer desalentador que Mikey Saber sea precisamente eso: un ser sin esperanza alguna de redención, con el carisma de un santo pero la obstinación de un burro, que obedece únicamente a los deseos de su ego.

Pero hay un destello de esperanza en la manera en que recibe su merecido. Y es por ello que, a pesar de tener a un protagonista patán de campeonato, Red Rocket podría ser la película más esperanzadoramente femenina de Sean Baker. Y eso es todo un deleite de ver.

Red Rocket ya está en salas de cine mexicanas. Si quieres saber más de la película, ver el tráiler o comprar boletos, entra a este enlace.