'Gato con botas: el último deseo' es lo mejor de la saga desde 'Shrek 2'
Antonio Banderas regresa al rol titular en ‘Gato con botas: el último deseo’
El cine de los 2000 y mucho de lo que vino después –animado o no– no se entiende sin Shrek, hoy considerado un clásico sólo superado por su sucesora. Y como tantas otras franquicias mediáticas, DreamWorks Animation la extendió más de lo necesario: la tercera y cuarta entrega son mediocres en el mejor de los casos. Lo último que vimos de ella fue un spin-off de Gato con botas de 2011… y luego nada. Eso hasta hoy, con el estreno en salas de cine Gato con botas: el último deseo (Puss in Boots: The Last Wish) este 22 de diciembre de 2022.
Tuvieron que pasar 11 años para volver a este mundo fundado en parodias de cuentos de hadas, broma que la franquicia agotó a más no poder. Sin embargo, afortunadamente, esta nueva entrega no se siente como un intento barato de tantos otros revivals por volver a la relevancia y sacar algo de dinero.
De hecho, Gato con botas: el último deseo es, fácilmente, lo mejor que DreamWorks ha creado dentro de la saga desde que Shrek 2 se estrenó en 2004.
La historia, situada en un tiempo no esclarecido después de Shrek para siempre y la primera Gato con botas, sigue al personaje titular (de nuevo con voz de Antonio Banderas) en sus peligrosas aventuras. Gozando de un estatus de leyenda, Gato no le teme a nada, ni siquiera cuando pierde una de sus nueve vidas accidentalmente. El doctor le dice que no le queda más que una vida, pero a nuestro héroe no le importa.
Eso hasta que pierde una pelea con un sanguinario lobo mercenario (voz en inglés de Wagner Moura) que quiere su cabeza. Temiendo por su última vida, Gato decide retirarse y pasar sus días en paz. Pero cuando se entera de que una estrella puede concederle un deseo, se embarca en una nueva aventura para restaurar todas sus vidas.
Gato con botas: el último deseo es una fábula simple y colorida para niños, pero con algo para los adultos
La trama de Gato con botas: el último deseo es sencilla, en la superficie. La estrella de los deseos es el pretexto para lanzar al protagonista en una aventura junto a un Perrito (Harvey Guillén) y su antigua rival/enamorada, Kitty Patitas Suaves (Salma Hayek).
Escarbando más en el canon de los cuentos de hadas, los coguionistas Paul Fisher (Los Croods 2) y Tommy Swerdlow (El Grinch) introducen a nuevos villanos: por un lado, el codicioso Jack Horner (John Mulaney), quien quiere poseer todos los artefactos mágicos del mundo. Por el otro, una Ricitos de Oro (Florence Pugh) convertida en ruda mercenaria junto a su familia de Osos (voces de Olivia Colman, Ray Winstone y Samson Kayo), que no se detendrán ante nada por conseguir la estrella.
En otras palabras, Gato con botas: el último deseo es una road movie en la que tres facciones compiten por llegar a la meta, enfrentando retos y transformaciones (o no) en el camino. Eso, por sí mismo, da lo suficiente para una aventura entretenida y perfectamente apta para toda la familia. Pero hay más.
Lo primero es la espectacular dirección de arte, que ha sido descrita como el equivalente de un libro de cuentos para lo que Spider-Man: Un nuevo universo hizo con el arte de los cómics.
Al igual que con Los tipos malos (también estrenada este año), lo que DreamWorks tiene aquí es otra maravilla que mezcla diferentes estilos de animación, texturas y hasta velocidades de fotogramas, para dar como resultado una dinámica bomba de color que, en efecto, parece un libro de cuentos animado.
Es suficiente para llenarle el ojo a cualquier niño, pero para tratarse del regreso de la franquicia de Shrek –o cuando menos de su spin-off–, se agradece que el estudio haya optado por hacer algo diferente, en vez de meramente replicar la dirección de arte de sus predecesoras.
- Lee también: Spider-Man: A través del Spider-verso: tráiler y fecha de estreno de la película animada
Pero más allá de eso, Gato con botas: el último deseo es un estudio de personaje que llega a lugares inesperadamente oscuros. Más allá de las típicas bromas sobre la naturaleza felina y española de su protagonista, comunes en su predecesora –aunque aquí también las hay–, esta secuela enfrenta al Gato con su mortalidad.
Nada denso ni digno de Bergman aquí, pero a partir de ese hecho, el guión pone al protagonista a considerar el propósito de su vida, ponderando lo que quiere y lo que tiene. Incluso si algunas desviaciones del guión hacia Ricitos de Oro y Jack Horner pueden sentirse innecesarias en su momento, acaban por contribuir al tema central de la película.
¿Un poco moralino? Sí. Pero todo está espectacularmente contado, con el suficiente balance entre argumento sólido y espectáculo visual puro. Si así es como se verá, no nos importaría en absoluto regresar a este mundo para la (aún hipotética) Shrek 5.
Lalo Ortega es crítico de cine. Ha escrito para publicaciones como EMPIRE en español, Cine PREMIERE, La Estatuilla y más. Actualmente es editor en jefe de Filmelier.
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