Pinocho de Guillermo del Toro: sobre el amor para resistir el fascismo Pinocho de Guillermo del Toro: sobre el amor para resistir el fascismo

Pinocho de Guillermo del Toro: sobre el amor para resistir el fascismo

Pinocho de Guillermo del Toro de toma la historia original para interpretarla desde una óptica muy cercana a las sensibilidades del director

Lalo Ortega   |  
29 noviembre, 2022 11:15 AM
- Actualizado 12 diciembre, 2022 10:51 AM

Desde que Pinocho de Guillermo del Toro se estrenó en el Festival de Cine de Londres, ha sido laureada como una interpretación delirantemente original, más “oscura” y hasta “macabra” de la novela que el italiano Carlo Collodi publicó a finales del siglo XIX.

O al menos más oscura si se le compara con la adaptación universalmente más conocida de la novela: la de Disney, estrenada en 1940. Una interpretación más sentimental que, como hemos mencionado antes, algunos académicos señalan como propia de la conciencia capitalista: la moraleja es que la marioneta debe trabajar para probarse como un niño valiente, generoso y sincero para convertirse en un “niño de verdad”.

La apreciación de “más oscuro” para este Pinocho –en salas de cine selectas desde el 25 de noviembre, y en Netflix a partir del 9 de diciembre–, al menos en la superficie, tiene sentido. Aquí, la marioneta es prácticamente un tronco en crudo, una calca del diseño creado para el personaje por el ilustrador estadounidense Gris Grimly, quien trabajó en una versión ilustrada del libro de Collodi publicada en 2002.

No es casual que en esta nueva versión, la creación del niño de madera sea representada como el nacimiento de un monstruo. “Pinocho y Frankenstein son la misma historia”, manifestó Del Toro en alguna ocasión y, de cierto modo, es cierto. Ambos son seres creados por la arrogancia de un “padre” que, en un destello de locura, decide desafiar a la muerte.

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En Pinocho de Guillermo del Toro, este es un padre abrumado por el dolor de haber perdido a su hijo durante la Gran Guerra. Convertido en un alcohólico consumido por la culpa, el carpintero Geppetto (voz en inglés de David Bradley) decide talar el pino que creció junto a la tumba de su niño y tallar un “hijo” nuevo. Sus plegarias son escuchadas por el Hada con cabello turquesa (voz de Tilda Swinton), quien dota a la marioneta de vida y asigna a Sebastian J. Cricket (Ewan McGregor) para guiarlo y ser “bueno”.

Pinocho de Guillermo del Toro
Desde el inicio, Pinocho de Guillermo del Toro establece a su protagonista como un monstruo (Crédito: Netflix)

Sin embargo, cuando Pinocho (Gregory Mann) es revelado al mundo, la reacción es más similar a la que se tendría de un monstruo. Un ser que, a pesar de su inocencia, resulta grotesco e incomprendido por un pueblo, incluso por su propio padre, impreparados para su existencia antinatural y hasta profana, a ojos de los feligreses católicos italianos de los años 30.

Curiosamente, a partir de aquí, la producción codirigida por Del Toro y el artista de la animación en stop motion, Mark Gustafson, se desenvuelve más como la versión destilada y narrativamente económica de Disney: el niño-marioneta debe ir a la escuela para aprender a comportarse como un niño “bueno” y dejar de dar problemas. El encanto de la fama hace que se desvíe, sin embargo, desencadenando la búsqueda de Geppetto por traerlo a casa.

O algo similar. Es en las divergencias de la trama que ya conocemos en las que Pinocho de Guillermo del Toro encuentra su alma, poniendo en tela de juicio la noción de “bondad” (y si debe haber una sola, después de todo).

Pinocho: sobre la infancia atrapada en la guerra

A estas alturas, quizá no sea un gran secreto que Pinocho de Guillermo del Toro es una relectura antifascista de la novela de Collodi. La historia no se sitúa a finales del siglo XIX, sino durante el ascenso de Benito Mussolini en Italia durante los años 30, donde sólo se esperaba una cosa del pueblo y de los niños que eventualmente se convertirían en hombres: obediencia absoluta.

Este hecho, aparentemente sencillo, la hace radicalmente distinta en valores y discurso frente a la versión de Disney (y mucho más rica que el remake sin alma que el estudio de Mickey Mouse decidió estrenar también en el mismo año). En última instancia, Pinocho de Disney también es sobre la obediencia: la marioneta debe aprender a comportarse para ser “bueno” y volverse un niño de verdad.

Pinocho de Guillermo del Toro
Es curioso que, narrativamente, la versión de Del Toro no se desvía tanto de la de Disney (Crédito: Netflix)

Siguiendo uno de los intereses temáticos de la filmografía de su director, Pinocho de Guillermo del Toro abraza la fantasía oscura para relatos sobre niños atrapados en guerras que no entienden, no provocaron y que, sin embargo, los utiliza o victimiza.

Los niños de El laberinto del Fauno y El espinazo del Diablo, que sobreviven en la brutalidad de la Guerra Civil Española, tienen su eco en los jóvenes inocentes que, deseosos de enorgullecer a sus padres (y, por extensión, a su patria), son llevados a los campos de entrenamiento militar del fascismo.

La trampa aquí, pues, no es el hedonismo que amenaza con convertirnos en auténticos burros,, sino esa obediencia que elimina todo atisbo de pensamiento crítico y aniquila a la otredad, haciendo de nosotros “burros” metafóricos.

¿Es este Pinocho tan original y oscuro como dice, entonces? Quizá no tanto. Realmente no se despoja de los convencionalismos sentimentalistas de los cuentos de hadas del mainstream, aunque abraza con mayor confianza sus aspectos más oscuros (impensables para la visión casi sanitaria de Mickey Mouse).

Con ello, Del Toro toca nuestros corazones para proponernos algo más importante que su percibida originalidad: a otro monstruo que, como en La forma del agua, nos habla sobre el poder del amor que se esconde en nuestras diferencias. El poder de amarnos como somos para enfrentar a los totalitarismos que, en tantas épocas y países, pretende doblegarlo todo en nombre del poder y el control. A pesar del miedo, y a pesar del riesgo de morir y perderlo todo.

¿Idealista? Quizá. Pero, al menos para mí, representa la clase de cuentos de hadas que realmente necesitamos. Tu turno, Disney.

Pinocho de Guillermo del Toro está en salas de cine selectas, entra a este enlace para consultarlas.