‘Men: terror en las sombras’ y la paradoja masculina de Alex Garland ‘Men: terror en las sombras’ y la paradoja masculina de Alex Garland

‘Men: terror en las sombras’ y la paradoja masculina de Alex Garland

Con ‘Men: terror en las sombras’, el director cambia la ciencia ficción por el terror psicológico

Lalo Ortega   |  
15 diciembre, 2022 4:28 PM

Dado que sus primeras dos películas como director fueron Ex-Máquina y Aniquilación, las expectativas alrededor de Men: terror en las sombras –tercer largometraje de Alex Garland– eran bastante altas. Ambas, al menos en un sentido superficial, son consideradas entre las mejores propuestas de ciencia ficción de la pasada década.

Para su nueva película –en cines de México desde este 15 de diciembre–, el cineasta y escritor abandona la ciencia ficción para plantar los pies en las convenciones del terror psicológico. Aquí no hay complejísimas ginoides sometidas ni una posible invasión alienígena. Lo que sí hay es una mujer de carne y hueso, aunque ella resulta ser la invasora involuntaria de un Edén masculino.

La historia de Men comienza cuando Harper Marlowe (Jessie Buckley, de La hija oscura) llega a una remota aldea de Hertfordshire, Inglaterra, para recuperarse a solas en una casa aislada en medio del bosque. Aprendemos, mediante flashbacks, que era violentada física y psicológicamente por un esposo (Paapa Essiedu) que, aparentemente, se suicidó.

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Sin embargo, tan pronto como ella llega al pueblo, es víctima de los constantes asedios de otros hombres, desde lo que parecen los torpes coqueteos del casero hasta el discurso de un sacerdote que la culpa por el suicido y agresiones de su esposo.

Rory Kinnear en Men, de Alex Garland
Rory Kinnear interpreta a ocho personajes distintos en Men (Crédito: Corazón Films)

Todos estos hombres son interpretados por Rory Kinnear (Sin tiempo para morir), una elección que sardónicamente pone el dedo en la llaga de la típica excusa “no todos los hombres son iguales”. En este perturbador microcosmos de Alex Garland, sí que lo son. O, al menos, todos tienen la misma cara porque, simbólicamente, cada uno representa un aspecto de una masculinidad rancia y en crisis.

Eso, sin embargo, es lo más profundo a lo que llega Men con sus reflexiones. Su simbolismo, incluso, es burdo –la primera escena de la película es, literalmente, Harper tomando una manzana de un árbol, el único momento de tranquilidad antes de que todo se vaya al demonio–.

Sus personajes masculinos son meramente avatares de un concepto con muchas aristas. Y más allá de que Kinnear logra sentirse como una auténtica y perturbadora amenaza para la protagonista de tantas formas diferentes –el actor interpreta a unos ocho hombres distintos–, Garland tampoco nos da mucha información sobre la propia Harper para simpatizar con ella. No es tanto un personaje bien formado sino una víctima, lo cual nos lleva a una curiosa paradoja de la película.

Men destila uno de los vicios narrativos de Alex Garland

Quienes hayan seguido la filmografía de Garland habrán reparado en una de sus constantes: protagonistas femeninas atrapadas en relaciones complicadas con hombres, a veces de violencia o de sumisión.

En Ex-Máquina, esa relación existe entre la ginoide Ava (Alicia Vikander) y su creador, el excéntrico pero abusivo Nathan (Oscar Isaac). En Aniquilación, se sugiere que la relación de la protagonista, Lena (Natalie Portman), y su esposo (Isaac) es mutuamente abusiva. Harper en Men es, igualmente, una sobreviviente de abuso psicológico.

Jessie Buckley en Men, de Alex Garland
El simbolismo empleado por Garland es bastante burdo (Crédito: Corazón Films)

Existe, quizá, una fascinación de Garland por los personajes femeninos victimizados. Los desenlaces para cada una de ellas es distinto, y queda sujeto a debate si son historias que les empoderan. Ex-Máquina ve a su protagonista cobrar una fría venganza, pero luego de todo un metraje de explotación y sumisión que prioriza al protagonista masculino de la trama. Aniquilación es sobre las formas en que los miembros de una relación se transforman (y, a veces, se destruyen) el uno al otro.

En su tercer largometraje, a pesar de su capacidad para generar atmósferas que atrapan y perturban, Garland presenta un simbolismo simple y preguntas superficiales, pero no muchas respuestas. Harper es hostigada, violentada y victimizada por hombres retorcidos por su propia desconexión emocional y moral, cosas que podríamos aprender con un vistazo a la página de Wikipedia sobre feminismo. Para tratarse de una historia que retrata las tantas formas de abuso sobre las mujeres, hace atravesar a su protagonista por un calvario sin realmente plantear una sola idea reveladora o subversiva sobre la cuestión.

¿Esto significa que es una mala película? No del todo. Lo dicho, incluso si podría considerarse la menos interesante de sus películas, Garland nos presenta aquí un entorno verdaderamente aterrador y algunas imágenes que se quedan grabadas en el cerebro. Pero no es tan compleja ni profunda como pretende. En lo que respecta al terror y el género, digamos que las propias mujeres están haciendo cosas más interesantes.

Men: terror en la sombras ya está en salas de cine de México. Para saber más de la película y comprar boletos, entra aquí.