Crítica de ‘Vivir’ (‘Living’): ¿cuándo es válido un remake? Crítica de ‘Vivir’ (‘Living’): ¿cuándo es válido un remake?

Crítica de ‘Vivir’ (‘Living’): ¿cuándo es válido un remake?

‘Vivir’ (‘Living’) es candidata al Oscar a Mejor actor, por Bill Nighy

Lalo Ortega   |  
23 febrero, 2023 5:13 PM
- Actualizado 12 marzo, 2023 2:11 PM

Al llegar a la función de prensa de Vivir (Living) –en salas de cine mexicanas desde este 23 de febrero–, me percaté de que el título de la película era el mismo que el del clásico dirigido por Akira Kurosawa, Ikiru (que tal cual se traduce del japonés como Vivir). Ignoraba totalmente que la película dirigida por Oliver Hermanus era, precisamente, un remake de la de Kurosawa.

Como algunos señalaron en redes sociales, invitar las comparaciones con un gran clásico de uno de los directores más reconocidos del cine mundial, sería como darse un disparo en el pie. Y podría serlo. Después de todo, su mera existencia también invita a la pregunta: ¿para qué hacer un remake de una película así?

Ikiru
Vivir es un remake de Ikiru, de Akira Kurosawa (Crédito: Toho)

Razones no faltan. Vivir, en ese sentido, justifica muchas de sus decisiones. Algunas, no tanto.

Vivir vs. Ikiru

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Vivir sigue al Sr. Williams (Bill Nighy), un viejo funcionario del ayuntamiento que se precia de haber trabajado ahí por largo tiempo. Lleva una existencia gris y mundana: trabaja callado, aceitando la turbia maquinaria de la burocracia que condena al olvido las peticiones ciudadanas, y regresa a casa con un hijo y una nuera que no lo aprecian.

Una tarde, sin embargo, el Sr. Williams va al médico y recibe un diagnóstico desolador: tiene cáncer de estómago avanzado y no le queda mucho tiempo de vida. Sumido en la desesperación, el viejo trata de aferrarse a la vida en la búsqueda de un nuevo propósito, al percatarse de cómo ha desperdiciado su tiempo en la diligente labor de empujar papel.

Quienes hayan visto la original Ikiru reconocerán el comienzo de la historia y podrán intuir su rumbo y conclusión. No estarían equivocados: el guión, escrito por el novelista Kazuo Ishiguro (Nunca me abandones) es obstinadamente fiel a la obra original, que me permití volver a ver al día siguiente en mi horrible, pero confiable DVD editado por Zima.

Obstinadamente fiel, hay que decir, salvo por algunos detalles clave. Detalles que (aviso de opinión impopular) incluso mejoran lo hecho por Ikiru de Kurosawa. Al menos para quienes nunca la hayan visto.

¿Para qué un remake?

En primer lugar, Vivir apuesta por la economía narrativa. Sustituyendo un par de personajes y situaciones aquí y allá, el remake se ahorra poco más de 40 minutos de metraje (Ikiru dura 143 minutos), pero logra mantener la esencia vital y poderosa del relato original.

Las decisiones más cuestionables están en el apartado estético. Hermanus e Ishiguro optan no por trasladar la historia a otra época, sino a 1953: tan sólo un año después de cuando se estrenó la original. Todo acompañado de unos créditos iniciales muy apropiados para la época, aunque su dinamismo visual es más contemporáneo: la luz y la cámara lenta selectiva acentúan el dramatismo, por ejemplo.

Vivir (Living)
Aimee Lou Wood, de Sex Education, interpreta a un personaje clave (Crédito: Cine Caníbal)

El resto, en su mayoría, permanece igual. Está aquel misterioso personaje al que el protagonista acude en su desesperada búsqueda por aprender a vivir de verdad (Tom Burke The Souvenir). También está la chica de vitalidad contagiosa (la brillante Aimee Lou Wood de Sex Education), quizá un poco menos cruel en esta versión.

Un cambio clave, sin embargo, es la introducción de Wakeling (Alex Sharp, Cómo enamorar a una chica punk), un personaje que básicamente funge como sustituto de la audiencia: un joven hombre que entra en la narrativa con ímpetu, y que lucha con el sopor de la rutina a la que sus compañeros han sucumbido.

Con ello, Hermanus logra establecer un vínculo emocional más sólido con el público. Quizá no sea tan brillante como el cambio de perspectiva narrativa ejecutado por su material de origen, pero quizá sea preferible para su discurso, netamente emotivo por naturaleza.

Pero, ¿realmente necesitaba Ikiru un remake? Vivir se aleja tan poco de sus preceptos que la respuesta podría ser un firme “no”: la original ya era emotiva y trascendental por sí sola. Aunque, también hay que decirlo, cuenta una historia profundamente valiosa: acercarla a un nuevo público, más acostumbrado a otras estéticas, nunca será algo malo.

Vivir ya está en salas de cine. Para saber más de la película y comprar boletos, entra aquí.