Crítica de 'Wish': una tibia celebración de los 100 años de Disney
‘Wish’ busca honrar el centenario legado de Disney, pero se olvida de la creatividad e innovación en las que se construyó. Checa la crítica.
Con todo y sus altibajos, críticas, legiones de fans y detractores por partes iguales, un hecho es innegable: la historia de la animación como arte no puede entenderse sin Disney, un estudio que se ha construido sobre historias de fantasía que han invitado a generaciones de espectadores a soñar. Wish: el poder de los deseos –en salas de cine mexicanas este 23 de noviembre– es el largometraje concebido para celebrar el centenario de este legado.
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Incluso si Disney no lo hubiese promocionado como tal, la intención es evidente desde el título (que alude a When You Wish Upon a Star, el tema musical insignia de la casa de Mickey Mouse). Su trama consolida el hilo temático en un siglo de historias sobre el valor de soñar y cumplir nuestros deseos.
Todo el asunto debería, pues, sentirse como todo un acontecimiento. Sin embargo, y a pesar de que hay momentos de inspiración genuina en Wish, el resultado final mira fijamente hacia el pasado, apenas sumergiendo un pie tímidamente en el futuro. No aspira a más que a una nostálgica complacencia, producto de la mediocridad creativa que, en general, aqueja a The Walt Disney Company desde hace (al menos) una década.
Wish: un festín de cameos y lugares comunes
La película dirigida por Chris Buck (Frozen) y Fawn Veerasunthorn (debutando como directora) inicia como tantas otras del estudio: a través de un libro de cuentos que encuadra la historia, aprendemos sobre un reino fantástico (llamado Rosas), donde todo es bello e idílico. Aquí existe un rey, Magnífico (voz en inglés de Chris Pine), quien tiene el poder de cumplir los deseos de sus súbditos con su magia.
Entonces conocemos a nuestra protagonista, Asha (voz en inglés de Ariana DeBose, Amor sin barreras). La joven aspira a convertirse en la aprendiz del rey y sueña con el día que, al fin, éste cumpla el deseo de su abuelo, quien ya celebra 100 años.
Sin embargo, durante su entrevista con el rey, Asha descubre que él sólo toma los deseos de la gente, sin la intención de cumplir aquellos que puedan ser peligrosos para la estabilidad del reino. Así, Magnífico mantiene al pueblo dócil.
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Asha es rechazada como su aprendiz. Desilusionada, huye al bosque y pide un deseo a una estrella. Para su sorpresa, ésta desciende del cielo para acompañarla en su nueva misión: liberar los deseos del castillo y devolverlos a la gente de Rosas.
A partir de su premisa, Wish hace un recorrido por todos los elementos esperados de una película animada de Disney. Están los números musicales con animalitos del bosque, la obligada mascota tierna (dos en este caso), una historia idealizada (aquí sobre el poder de los deseos) y el conflicto contra un villano de poderes mágicos, donde los héroes atraviesan un momento de oscuridad antes de emerger victoriosos.
La película también está repleta de guiños y referencias a otras producciones clásicas del estudio, e incluso toma burda inspiración de ellas. No hace falta hablar de todas, pero basta con mencionar la más evidente: los amigos de la heroína están todos, y algunos más que otros, basados en los siete enanos de Blanca Nieves (el primer largometraje animado de Disney).
Es claro que Wish opta por repetir las fórmulas ya conocidas –y desgastadas– para celebrar el legado que le dio origen. La paradoja es que esto resulta un tanto decepcionante y hasta triste, si pensamos que, por la mayor parte de su historia, Disney se ha distinguido por la creatividad y la innovación para llevar el cine de animación un paso adelante.
Más paradójico si pensamos en la moraleja de esta historia, en la que el rey todopoderoso es derrocado para que los súbditos puedan realizar sus deseos por sí mismos (spoiler, pero en serio, no hay otro desenlace posible en una película de Disney). Para ser una película sobre arriesgarse a soñar, Wish se arriesga demasiado poco.
La única instancia en que lo hace es con su nuevo estilo de animación, pero incluso este aspecto permanece anclado en el pasado. Aquí, el estudio mezcla la animación por computadora de sus largometrajes más recientes, con la animación tradicional y textura de acuarela de sus clásicos.
El resultado nos brinda algunos momentos genuinamente bellos (uno de los números musicales del último acto merece mención), pero son esporádicos. La mayoría del tiempo, no le hace muchos favores: algunos entornos acaban sintiéndose planos y hasta sin vida. Y eso, en un año que nos dio las innovadoras animaciones híbridas de Spider-Man: A través del Spider-verso o Tortugas Ninja: Caos mutante, mientras los maestros japoneses optan por la belleza probada de lo clásico; deja a Disney incómodamente atrapado en el medio.
Una pena, pues Wish se siente como una oportunidad desaprovechada para celebrar el auténtico espíritu creativo que distinguió a Disney por tantos años. Pero esto, salvo por ciertas instancias aisladas de inspiración auténtica, se siente más como un producto para reafirmar la identidad corporativa del ratón, y no mucho más que eso.
Wish: el poder de los deseos llega a salas de cine mexicanas el 23 de noviembre.
Lalo Ortega es crítico de cine. Ha escrito para publicaciones como EMPIRE en español, Cine PREMIERE, La Estatuilla y más. Actualmente es editor en jefe de Filmelier.
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