‘Drive My Car’: un viaje metatextual por el amor y el luto ‘Drive My Car’: un viaje metatextual por el amor y el luto

‘Drive My Car’: un viaje metatextual por el amor y el luto

Dirigida por Ryūsuke Hamaguchi y nominada al Oscar 2022, ‘Drive My Car’ muestra que la literatura, el teatro y el cine pueden converger de la mejor manera posible.

18 marzo, 2022 9:52 AM
- Actualizado 24 marzo, 2022 10:07 AM

Drive My Car –que llegó este jueves 17 de marzo a salas de cine mexicanas y se estrena en MUBI el próximo 1 de abril –, es una de las películas más esperadas del año. El largometraje japonés del director Ryūsuke Hamaguchi fue premiado en festivales del mundo entero, además de pasar por las tradicionales premiaciones como los BAFTA, los Globos de Oro, los Independent Spirit Awards, entre otros. En total, la producción ya suma más de 60 estatuillas.

La cereza del pastel es el Oscar, a celebrarse el próximo 27 de marzo. Drive My Car es una de las favoritas en la categoría de Mejor película extranjera, además de competir también por Mejor guión adaptado, dirección y película.

La trama se inspira en un cuento de Haruki Murakami en el que, a lo largo de 40 páginas, acompañamos las reflexiones de Yusuke Kafuku, un actor que cuenta a su chofer particular que se ha vuelto amigo de uno de los amantes de su fallecida esposa.

Ryūsuke Hamaguchi consigue transformar una historia relativamente corta en un largometraje de tres horas –y, considerando que el cineasta ya lanzó una película de cinco horas, Happy Hour (2016), Drive My Car utiliza bien su metraje–.

Drive My Car
Drive My Car se inspira en un cuento de Haruki Murakami (Crédito: MUBI)

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Cargada de densos diálogos extremadamente bien elaborados, las ideas de Murakami, Hamaguchi y Antón Chéjov –que también está relacionado a la trama– se completan. El escritor japonés trajo el metalenguaje de Tío Vania, del dramaturgo ruso, a su texto: mientras que Hamaguchi adapta esa literatura y el teatro al cine,

Drive My Car es un juego metatextual de lo más rebuscado, y va más allá de las páginas de Hombres sin mujeres, el libro de cuentos de Murakami. Hamaguchi da un contexto más amplio para su película, con un prólogo que nos presenta la vida de la pareja, formada por Kafuku (Hidetoshi Nishijima) y Oto (Reika Kirishima).

Aparentemente perfectos el uno para el otro, él está trabajando en un montaje de Tío Vania, mientras que ella es una guionista y exactriz. Esas impresiones cambian conforme avanza la historia, cuando descubrimos que ambos perdieron una hija, y cualquier cuestionamiento pasa a segundo plano cuando Oto muere de una hemorragia cerebral –distinto a lo que sucede en el cuento, donde es por cáncer terminal–.

Kafuku pierde a su esposa inesperadamente y pasa años viviendo a la deriva, hasta que pasa a trabajar nuevamente en la pieza de Chéjov y vuelve a revivir su luto. Acompañado de su chofer, Misaki (Toko Miura), quien también atraviesa problemas personales relacionados con la muerte, él escucha cintas de cassette grabadas por Oto todos los días camino al trabajo.

Drive My Car
Hidetoshi Nishijima y Reika Kirishima en Drive My Car (Crédito: MUBI)

En medio de eso, él desarrolla una amistad con un examante de su mujer, un actor (Masaki Okada), que está trabajando con él. Por más que el protagonista quiera superar todo lo que sucedió en su matrimonio, él vive con la constante duda de por qué su esposa le fue infiel. Oto está presente todo el tiempo, ya sea por las cintas o por las constantes conversaciones que él tiene sobre ella.

La proximidad de Kafuku con Misaki se intensifica a partir de eso, pues comparten sus pensamientos y perciben que están lidiando con cuestiones similares. Misaki intenta superar la pérdida de su madre y Kafuku, la de su esposa. Pero la cuestión que tanto Murakami como Hamaguchi y Chéjov ponen en escena, es que el amor, las pérdidas y los obstáculos de la vida llevan siempre al autoconocimiento.

Es prácticamente imposible superar ciertos traumas y amores, pero es nuestra esperanza y lo que podemos entender de ellos, lo que nos hace resistir y seguir viviendo. De la forma más poética posible, Drive My Car es una profunda reflexión sobre las desilusiones de la vida, y de la necesidad que tenemos por vivir a pesar de ellas.

La película nos muestra la necesidad por el arte, que funciona como una válvula de escape que nos reconforta, incluso como meros espectadores. Kafuku usa su arte para expresar lo que siente, pues la obra de Chéjov conversa con él –a través de la grabación de su esposa– y también por la trayectoria de Vania, un hombre común que está intentando entender los lados positivos y negativos de envejecer.

De hecho, ver una producción de tres horas es prácticamente un ejercicio de paciencia, estando en una pandemia, cuando pasamos la mayor parte de nuestro tiempo mirando pantallas. Sin embargo, Drive My Car es una obra que merece la atención, pues es una cátedra de cómo la literatura, el teatro y el cine pueden converger de la mejor manera posible.

Y, sin duda, la película es digna de los cuatro premios Oscar a los que está nominada.

Drive My Car está en algunas salas de cine selectas y llegará en abril a MUBI. Si quieres saber más sobre la película, ver el tráiler y comprar boletos, entra a este enlace.

Publicado originalmente en la edición brasileña de Filmelier News.