Películas

‘El hoyo en la cerca’: la masculinidad podrida

El cineasta mexicano Joaquín del Paso no es ajeno a la creación de microcosmos sociales para ironizar sobre la condición de la sociedad mexicana contemporánea. Sobre eso mismo se construye su largometraje de 2016, Maquinaria panamericana, sobre una compañía de maquinaria de construcción que deviene en su propia destrucción cuando, al descubrir al dueño muerto, los empleados deciden amotinarse ante la incertidumbre.

Para su nueva película, El hoyo en la cerca –estrenada en Venecia en 2021 y que llega a salas de cine mexicanas este 9 de junio–, el director adopta una táctica similar, aunque los elementos de este microcosmos son marcadamente diferentes. No hay oficinistas, almacenistas y secretarias envueltos en un desenfreno autodestructivo, sino que se trata de niños y sus tutores en un campamento escolar.

No es cualquier campamento, porque no es cualquier colegio: se trata de una institución conocida como Centro Escolar Los Pinos, una escuela religiosa a la que acuden, en su mayoría, los hijos de las élites del país.
Parece cualquier día tranquilo en un campamento de verano (Crédito: Cine Caníbal)

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Sin embargo, aunque se trata de niños, la narrativa no pierde el tiempo en establecer que la inocencia es lo último que hay entre ellos. En los primeros minutos, el grupo de alumnos –en su mayoría blancos– agreden a un chico de piel oscura, que comparte clases con ellos gracias a una beca. “Quiero a este naco fuera de mi cama”, dice uno de ellos antes de golpearlo. Éste es el primero de varios incidentes violentos que vendrán. Luego de la inexplicable aparición de un misterioso hoyo en la cerca que delimita el perímetro del campamento, el miedo, la histeria y el odio se enraizan poco a poco en sus jóvenes mentes. Y, casi siempre, sucede con el consentimiento de los hombres adultos a su alrededor.

Transformar las semillas en árboles fuertes

El hoyo en la cerca establece desde el inicio el objetivo del campamento: los niños han de aprender las virtudes que, a los ojos de sus tutores, los convertirán en “buenos hombres”. “Queremos que su semilla se transforme en un árbol fuerte y de ramas robustas”, les dicen los tutores. Lo que eso significa exactamente se vuelve evidente conforme se abren grietas en la fachada de benevolencia. “Sólo los valientes serán recompensados”, gritan al unísono durante un juego con aires de ritual, en el que participan con los rostros pintados.
Llegado cierto punto, El hoyo en la cerca se convierte en algo que parece extraído de El señor de las moscas (Crédito: Cine Caníbal)
Al comienzo, la narración de Del Paso sugiere que algo misterioso y sobrenatural ha irrumpido en el campamento. Los niños están claramente asustados, pero pronto queda claro que la verdadera amenaza no viene de fuera (quizá el hoyo en la cerca no es tan inexplicable después de todo). Los planos fijos, fríos, así como los zooms lentos, contribuyen a acentuar la sensación de incomodidad e inestabilidad. Los ángulos contrapicados sugieren las relaciones de sumisión que pronto se desarrollan en el campamento, tanto entre los propios niños, como de los adultos hacia ellos. El miedo, la culpa, la intimidación y el gaslighting son sólo algunas de las tácticas en juego. Y, a juzgar por la falta de remordimiento, todo vale. Del Paso va más allá y resalta los evidentes paralelos entre estas conductas y la moral católica que los tutores del campamento intentan inculcar. Hablan del poder de la cruz sobre sus vidas: su ideología es sobre pecado y penitencia, sobre someterse entre sí para salir a someter a otros (económica, social, psicológica o sexualmente), como ellos mismos se someten ante su Dios. El agujero, paradójicamente, se convierte en la salida, una vía para desafiar los preceptos impuestos.
El ángulo desde el que una presa mira al depredador (Crédito: Cine Caníbal)
El círculo se completa cuando consideramos que los tutores mismos, así como otros miembros de la élite económica mexicana a los que llaman sus amigos, acudieron al mismo campamento cuando eran niños. El hoyo en la cerca, pues, es la historia de la dominación social en México, a partir de una maqueta de niños y hombres privilegiados.

La dispersión de El hoyo en la cerca

En la conferencia de prensa para presentar la película –inspirada en sus experiencias, cabe decir–, Joaquín del Paso manifestó que “no [le] interesaba mostrarlo todo, sólo el inicio de algo problemático”. En sus palabras, se trata de una radiografía de la construcción de la masculinidad. La paradoja es que, por la enorme diversidad de ramificaciones tan profundas que tiene esa particular construcción de la masculinidad, el director tiene que mostrarlo todo. Y no es que no funcione del todo, pero es con esa dispersión que la película tropieza. Con Maquinaria panamericana, Del Paso echó mano de un microcosmos repleto de arquetipos vastos, generales, para satirizar a un país entero. El hoyo en la cerca opera en sentido contrario: parte de un mundo muy específico para tratar de explicar la multiplicidad de dolencias que padece una sociedad construida sobre un machismo arraigado en la sumisión y la culpa católica.
La ideología católica es uno de los elementos más criticados por El hoyo en la cerca (Crédito: Cine Caníbal)
Esta historia trastoca el racismo, la discriminación de clase, el abuso sexual, la represión psicológica, la intimidación y el condicionamiento como herramientas de un machismo que percibe la subyugación del otro como el único orden social posible. Verdad innegable, aunque es bastante territorio que cubrir en un metraje apenas superior a la hora y media. Junto a su dispersión narrativa, El hoyo en la cerca opta por dejar de lado los simbolismos, presentando sus verdades de forma tan frontal que casi resultan obvias. Es casi clínica, precisamente como una radiografía. Lo cual, por supuesto, no es necesariamente malo. Pero sí invita a pensar qué tan poderosa puede ser, si no resulta particularmente reveladora. El hoyo en la cerca llega a salas de cine mexicanas el 9 de junio. Si quieres saber más sobre la película, ver el tráiler o comprar boletos, entra a este enlace.
Lalo Ortega

Lalo Ortega es crítico y reportero de cine, Maestro en Arte Cinematográfico por el Centro de Cultura Casa Lamm, y ganador del 10º Concurso de Crítica Cinematográfica Alfonso Reyes ‘Fósforo’ de FICUNAM 2020. Ha colaborado con Empire en español, Revista Encuadres, el Festival Internacional de Cine de Los Cabos, CLAPPER, Sector Cine y Paréntesis.com, entre otros. Actualmente es editor en jefe de Filmelier.

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