Roland Emmerich: pesadilla de la crítica, amado por el público Roland Emmerich: pesadilla de la crítica, amado por el público

Roland Emmerich: pesadilla de la crítica, amado por el público

‘Moonfall’, nueva película del alemán Roland Emmerich, refuerza el manierismo del cineasta y seguramente pondrá a la crítica especializada contra el público.

Matheus Mans   |  
4 febrero, 2022 8:50 AM
- Actualizado 11 febrero, 2022 10:11 AM

Confieso que, cuando llegaron los créditos de Moonfall en la función para prensa, no sabía qué pensar. Estaba claro que la nueva película de Roland Emmerich, que llegó a salas de cine mexicanas este 3 de febrero, tiene problemas evidentes. Historias que sobran, visuales rebuscados y demás. Pero, aquí entre nos: me gustó la película. Nunca quité la mirada de la pantalla.

A final de cuentas, la historia es deliciosa: trata de dos astronautas (Halle Berry y Patrick Wilson) que, junto a un teórico de conspiraciones (John Bradley) se vuelven la última esperanza de la humanidad para salvar la Tierra de una catástrofe. ¿Alienígenas, desastres naturales, fríos que matan? ¿Todo eso, nada de eso? No: es la Luna, que va a caer a la Tierra.

Sin mucha explicación, el satélite natural de la Tierra se ha salido de su órbita y se acerca cada vez más al planeta. Nadie, ni la misma NASA, entiende lo que está sucediendo, y es ahí que el trío protagónico entra en acción. Paralelamente, el guión de Spenser Cohen (Extinción), Harald Kloser (2012) y del propio Emmerich se enfoca en más personajes secundarios.

Por ejemplo, está el hijo del personaje de Wilson, interpretado por Charlie Plummer, además de otros familiares que necesitan correr contra el tiempo mientras la gravedad de la Tierra se altera. Está el exesposo del personaje de Berry, un militar de alto rango, que intenta encontrar salidas alternativas cuando los astronautas luchan en el espacio.

'Moonfall', de Roland Emmerich
Patrick Wilson es un astronauta rebelde que debe lidiar con la amenaza lunar (Crédito: Diamond Films)

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Es el típico cine de Roland Emmerich. Varias cosas sucediendo a la vez, exceso de personajes, efectos especiales grandiosos, estadounidenses salvando el día. Parece, incluso, una mezcla de sus otras películas, como 2012, Día de la independencia y El día después de mañana. Es la hecatombe máxima del director: aliens, terror espacial y catástrofes naturales.

Roland Emmerich, entre la espada y la pared

Dicho eso, aquí está mi confusión: no despegué la mirada de la pantalla ni por un minuto. Me preocupé, me asusté, vi el absurdo en varias narrativas, las odié. También me sentí ansioso porque Patrick Wilson y Halle Berry salieran triunfantes, de una vez por todas. Ya tenemos suficiente con las amenazas inevitables e infinitas de las variantes del coronavirus.

Sólo que, al mismo tiempo, queda esa sensación de que es cine pasteurizado al máximo. Roland Emmerich, a final de cuentas, ni se esforzó en pensar nuevas formas de destruir el planeta. Parece que en tiempos de COVID–19, hasta resulta cómodo y nostálgico ver esos dilemas de los años 90. Esa dicotomía, sin embargo, no es algo que sólo me atormenta.

Basta con ver la página del cineasta en Rotten Tomatoes, plataforma agregadora de críticas especializadas y del público. Midway: batalla en el Pacífico, película de guerra de Emmerich, tiene una aprobación de apenas 42% de la crítica, pero sube a 92% en la nota del público. ¿Stonewall? 9% de la crítica, 84% del público. Día de la Independencia es la única más nivelada: 68% contra 75%.

Es una clara falta de sintonía la que persigue al cine de Emmerich. De un lado, la crítica especializada queda presa de esas cosas más técnicas y de los problemas habituales del cineasta, como la grandiosidad exagerada de los estadounidenses, los efectos exagerados y demás. El público, mientras tanto, sólo desconecta el cerebro, vive en el momento y eso es todo.

¿Redención de Roland Emmerich?

Para nada. Moonfall no es una película que vaya a unir a la crítica y al público. Todo lo contrario: va a reforzar esa distancia en sus perspectivas. La crítica la va a destrozar a patadas y señalará todos los absurdos de sus tramas y, con buena razón, sobre todo en la cuestión de hacer a un conspiranoico un héroe de la humanidad.

Pero el público no quiere saber nada de eso. Se quiere divertir, incluso más en estos tiempos tan difíciles. Por eso, creo que la nueva película de Roland Emmerich es una oportunidad de pensar que todo está bien con eso, y que la crítica puede seguir siendo un farol para marcar el rumbo en este mar de estrenos en cines y streaming.

Sólo que ya va siendo hora de que la crítica especializada entienda que, a veces, no se puede encarar a una película como Moonfall con el rigor de una película de Oscar. La crítica también tiene que sentir, entender, comprender. Vivir, vaya. Por eso, digo sin miedo a equivocarme: ve a ver la película de Emmerich sin miedo a ser feliz, con una cubeta de palomitas con bastante mantequilla.

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Publicado originalmente en la edición brasileña de Filmelier News.