Crítica: ‘Argylle’ se ríe del cine de espías, pero se le pasa la mano Crítica: ‘Argylle’ se ríe del cine de espías, pero se le pasa la mano

Crítica: ‘Argylle’ se ríe del cine de espías, pero se le pasa la mano

‘Argylle’, de Matthew Vaughn, puede resultar entretenida, pero exagera con su exceso de giros argumentales. Checa la crítica.

Matheus Mans   |  
1 febrero, 2024 10:39 AM
- Actualizado 8 febrero, 2024 2:08 PM

Es perfectamente comprensible que, hacia la mitad de Argylle: agente secreto –película que llega a cines este 1 de febrero–, el espectador pierda la noción de lo que está sucediendo en pantalla. No precisamente debido a alguna complejidad narrativa, sino más bien por un pecado cometido por el guionista Jason Fuchs (Mujer Maravilla): hay tantos giros argumentales en la película que tú, como espectador, comienzas a perderte dentro del enredo de historias.

Y no, esto no es algo bueno. Un giro puede sorprender, dos pueden mantenerte atento si están muy bien escritos. ¿Pero cinco, seis? La película comienza a desmoronarse. Aquí, más específicamente, te encuentras cada vez más lejos de Elly (Bryce Dallas Howard), escritora de novelas de espionaje que, de la noche a la mañana, se ve envuelta en una trama absurda en la que sus historias están volviéndose reales. ¿Creatividad o premonición?

Argylle: una trama de puros giros argumentales

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La entrada del espía Aidan (Sam Rockwell) en la trama es bastante divertida, creando una ruptura de las expectativas que teníamos sobre el agente imaginado por Elly (interpretado cómicamente por Henry Cavill). La enérgica dirección de Matthew Vaughn, que repite su estilo más desenfadado visto en Kingsman y Kick-Ass, trae buenas escenas de acción mientras el humor se hace presente gracias a un elenco comprometido. Todo va bien en un primer momento… excepto por ese exceso de giros.

Argylle
Al inicio de Argylle, Henry Cavill y Dua Lipa interpretan los perfectos estereotipos del cine de espías (Crédito: Universal Pictures)

Después de todo, los personajes cambian de identidad de manera exagerada. Inicialmente, esto se revela como una ingeniosa idea que se burla de las historias de John le Carré, jugando con la línea que separa a un escritor de espionaje de un espía verdadero, y, sobre todo, con esas tramas de agentes con identidades dobles o incluso triples, como en la película Atómica. La broma se repite tanto que la película ya no tiene claridad sobre lo que está contando.

De esta manera, el vínculo del espectador con los personajes se vuelve frágil. Los abruptos cambios de villano a héroe o de heroína a villana impiden crear una conexión con los eventos de la trama. En definitiva, todo se vuelve fluido: la historia, los objetivos de la película, nuestra conexión con los personajes y los propósitos de esa trama. Si no fuera por el buen elenco liderado por Rockwell y Howard, la película estaría completamente perdida.

Sin mencionar la falta de originalidad: la premisa de la película, sobre la escritora que ve sus creaciones cobrar vida, recuerda demasiado la aventura de La ciudad perdida, con Sandra Bullock. Después de todo, dicha película también trata sobre una escritora y los personajes que, de hecho, sí existen en su realidad.

Aun así, hay buenas risas en Argylle

Pero, como se mencionó, el elenco ayuda a salvar el trabajo de Fuchs, que ya se mostraba como el eslabón más débil de esta producción, con un historial de películas que no tuvieron mucho éxito. Vaughn, después de jugar con los formatos de las películas de superhéroes en Kick-Ass y de burlarse de las películas de espionaje al estilo James Bond, vuelve a demostrar con Argylle que lo que realmente le gusta hacer es tomar esas historias clásicas y convertirlas en aventuras con estilo.

Argylle
Cavill es el agente ideal y estereotípico de Argylle (Crédito: Universal Pictures)

No están aquí la misma fuerza que en Kick-Ass ni las buenas ideas de la primera película de la franquicia Kingsman, que luego presentó una segunda película bastante por debajo de la media. Parece una reciclaje de cosas que funcionaron en la carrera del director, burlándose de los subgéneros de películas que ya están cerca de convertirse en parodias de sus propias intenciones.

Sin embargo, Argylle, a pesar de estos problemas, divierte por ser, ante todo, ingenua, incluso en las actuaciones, que se acercan más a un universo lúdico de un niño imaginando la vida de un agente especial. La simplicidad de las escenas y la forma en que se resuelven cosas complejas hacen que la película sea una comedia auténtica. También hay una edición creativa que funciona para mezclar a Rockwell y Cavill en escena. Es casi imposible que al menos esto no arranque una buena sonrisa.

Así que puedes salir de ver Argylle un tanto frustrado al darte cuenta de que, en realidad, no hay grandes momentos aquí. Al contrario, parece que hay más debilidades que puntos fuertes, especialmente tratándose de una película de Vaughn. El secreto, sin embargo, es dejarse llevar por el absurdo de toda la situación y encontrar gracia no solo en la parodia de las películas de espionaje, sino también en la forma en que el cine se está percibiendo a sí mismo, insertando cada vez más giros argumentales por minuto para evitar que el público eche siquiera un vistazo al teléfono celular.

Argylle llega a salas de cine este jueves 1 de febrero. Entra aquí para comprar boletos.

Publicado primero en la edición brasileña de Filmelier News.

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