Crítica de ‘Pobres criaturas’: ¿Sueñan las mujeres con perro-patos eléctricos? Crítica de ‘Pobres criaturas’: ¿Sueñan las mujeres con perro-patos eléctricos?

Crítica de ‘Pobres criaturas’: ¿Sueñan las mujeres con perro-patos eléctricos?

‘Pobres criaturas’ de Yorgos Lanthimos es un relato ambicioso, pero disperso, en el que Emma Stone es fenomenal. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
19 enero, 2024 1:03 PM
- Actualizado 1 febrero, 2024 11:22 AM

Al hablar de cualquier dupla de director y actor consagrados –y más aún en plena temporada de premios–, es fácil dejarse llevar por la emoción de los consensos. ¿Es tal película una de las “mejores” del año (lo que sea que eso signifique)? ¿Es realmente tan virtuosa y espectacular como dicen? Con Pobres criaturas (Poor Things), que llega a salas de cine mexicanas en preestreno este 18 de enero, las respuestas son mixtas.

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En su segunda colaboración, después de La favorita, con ambos el guionista Tony McNamara y la actriz Emma Stone (quien también funge esta vez como productora), el veterano cineasta griego entrega una adaptación de la novela homónima del irlandés Alasdair Gray. Después de una apantallante primera impresión, el resultado se percibe, sí, ambicioso, singular y espectacular. Pero es también tan delirante en su grandilocuencia que, a decir verdad, a veces tropieza con todo lo que quiere decir, hacer y abarcar.

Lo que es innegable, sin embargo, es que Emma Stone es el alma y corazón de Pobres criaturas. Se consagra no tanto como algo que no alcanza a ser descrito como “leyenda”, sino como “bestia”, en un rol tan lúdico como lleno de matices y transformaciones que requiere a la actriz despojarse de cualquier tapujo.

Ciencia ficción y liberación femenina en Pobres criaturas

Si bien la película cambia la narración testimonial de la novela original por un relato lineal, la premisa es más o menos la misma. En una Londres victoriana retrofuturista, el retorcido científico Godwin Baxter (Willem Dafoe), alias “God” (o Dios, en inglés) realiza un macabros experimentos en nombre del conocimiento. Su casa es habitada por extravagantes híbridos: perros con cabeza de pato, patos con cabeza de perro, y criaturas del estilo.

Un día, una calamidad se convierte en su buena fortuna: una mujer embarazada (Emma Stone) se arroja de un puente para quitarse la vida en el río. God recupera el cadáver, extrae al bebé no nacido, trasplanta su cerebro al cráneo de la madre y reanima el cuerpo, cual Doctor Frankenstein. El ser renacido, con el cerebro de un infante en el cuerpo de una mujer adulta, es llamado Bella Baxter.

Pobres criaturas (Poor Things)
En Pobres criaturas, Bella Baxter comienza, esencialmente, como una mujer con mente de bebé (Crédito: Searchlight Pictures)

Como es de esperar, Bella existe y actúa como un bebé, cuya mente crece, madura y evoluciona a un paso constante. Para registrar su progreso, God contrata como asistente a su estudiante, Max McCandles (Ramy Youssef). Conforme la mujer/niña continúa su desarrollo –incluyendo el descubrimiento de su propia sexualidad–, God la promete en matrimonio con McCandles.

Todo progresa acorde al plan del científico hasta que entra en escena el libertino y mujeriego abogado, Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo). Bella, ya más parecida a una joven hambrienta de independencia para explorar el mundo y su sexualidad, decide escapar con él.

Por medio de sus evidentes referencias narrativas al terror y ciencia ficción de Frankenstein, pero también por un diseño de producción anclado en lo steampunk, Pobres criaturas dialoga directamente con otras obras de este último género. Específicamente, cabría decir, con lo que suele ser el tratamiento de los personajes femeninos en varias de sus obras cinematográficas cumbre, como Metrópolis o Blade Runner (descendiente directa la segunda de la primera), por citar las dos referencias más claras.

Tanto la androide Maria (Brigitte Helm) de Fritz Lang como la replicante Rachael (Sean Young) de Ridley Scott son, en sus respectivas narrativas, creaciones y herramientas de hombres que buscan estirar o manipular los límites científicos, sociales, morales y hasta políticos de sus mundos. En el nuestro, estos personajes femeninos son percibidos como meros utensilios, supeditados a los fines de sus creadores o a los intereses románticos de sus salvadores.

Pobres criaturas (Poor Things)
Pobres criaturas tiene algo que decirnos sobre las mujeres en la ciencia ficción (Crédito: Searchlight Pictures)

En Pobres criaturas, el hecho de trasplantar el cerebro de un bebé al cuerpo de su propia madre, sexualmente madura, sirve un fin metafórico en el relato. Bella es, en esencia, una mujer que aprende a controlar sus facultades físicas, ya plenamente desarrolladas, sin haber internalizado la culpa y tapujos de la moral sexual de su tiempo.

Con un discurso firmemente plantado en la liberación femenina, Lanthimos y McNamara ironizan sobre las contradicciones –y la fragilidad– de los preceptos patriarcales que, desde el inicio y hasta el final de su travesía, intentan imponer sobre Bella, de algún modo u otro, su “padre”, su prometido y su amante, entre otros personajes.

Y mucho se ha dicho al respecto sobre el contenido sexual de Pobres criaturas, frontal y explícito. Stone, protagonista y productora, defiende las escenas como “honestas” y “fieles a la experiencia de Bella”.

Cabría analizar, por un lado, nuestra relación –a menudo moralizante– con esta clase de imágenes, en especial cuando representan la sexualidad femenina de manera abierta. Por otro lado, en una industria como la hollywoodense, podríamos cuestionar si no existe en Pobres criaturas cierto carácter sensacionalista y hasta explotador detrás, sobre todo en lo que respecta a esta obsesión colectiva por la “temporada de premios” y la “carrera por el Oscar”. ¿O será que estamos moralizando esto también?

Así, el discurso de Lanthimos comienza a diluirse. También lo hacen ciertos aspectos de su grandilocuencia audiovisual. Está su ya acostumbrada fotografía distorsionada, con encuadres que exaltan su ácida ironía. Pero la dirección de arte, si bien logra imbuir en el público el mismo asombro infantil que siente Bella, no trasciende ese objetivo inicial. Al cabo de una hora, se convierte en pura excentricidad visual hueca. Es fascinante de mirar, hay que admitir.

Pobres criaturas (Poor Things)
Después de un tiempo, la excentricidad visual de Pobres criaturas se vuelve vacía (Crédito: Searchlight Pictures)

Pero en su ambición, el guión de McNamara abarca temas sin lograr atar todos los cabos. La curiosidad y crueldad de God, a la vez científico y padre creador, queda en un vago comentario que podría explorar más los valores religiosos y paternalistas, o la búsqueda patriarcal sobre el mundo patriarcal. Se habla, pero apenas de pasada, sobre el socialismo y el poder del trabajo sexual femenino. Pero la cuestión queda reducida a un par de diálogos.

Pobres criaturas está tan lejos de ser una mala película como de ser una obra maestra. Es ambiciosa y caótica, ácida y punzante, pero dispersa. Brilla menos por su excentricidad delirante y más por el trabajo de una Emma Stone que lo entrega todo, sin miedos ni tabúes. Y aunque se trata de un viaje en extremo divertido, sus reflexiones tampoco llegan mucho más lejos de lo que fue la campaña de rebranding más exitosa de 2023.

Pobres criaturas ya está en salas de cine. Entra aquí para comprar tus boletos.

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