Crítica de ‘Blondi’: las otras madres Crítica de ‘Blondi’: las otras madres

Crítica de ‘Blondi’: las otras madres

Con ‘Blondi’, Dolores Fonzi debuta como directora con un desborde de sinceridad y humor

Lalo Ortega   |  
1 junio, 2023 2:50 PM
- Actualizado 2 junio, 2023 11:20 AM

Al hablar de maternidad –como bien sabemos en países latinoamericanos como México–, solemos pensar en roles de mucha rigidez. Mujeres abnegadas y devotas al cuidado de los hijos, convirtiéndose en autoridades proveedoras y protectoras a costa de sus vidas mismas. Pero Blondi, la madre que vemos en el debut como directora de la actriz argentina Dolores Fonzi (Distancia de rescate), no podría ser más distinta de eso.

En la película –que llega a cines de México este 1 de junio– conocemos a la protagonista con la misma espontaneidad de quien se despierta en el sillón de un desconocido tras una noche de fiesta. Porque, en realidad, así es: la mujer simplemente se levanta, se viste con lo que encuentra y deja el caos de casa para irse a trabajar haciendo encuestas de puerta en puerta.

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Fonzi –que protagoniza y coescribe la película con Laura Paredes (Soy tu fan: la película) además de dirigirla– nos sumerge de lleno en la rutina de Blondi. Maneja un viejo auto y lleva a sus jóvenes colegas con ella al trabajo. Tiene una madre desenfadada (Rita Cortese), una hermana estirada (Carla Peterson) y, sobre todo, un hijo adolescente aspirante a artista, Mirko (Toto Rovito).

Blondi: cuando la madre es la mejor amiga

La relación con su hijo es el centro de Blondi, y se parece a todo menos a la relación madre-hijo convencional (es más “horizontal”, diría la propia Dolores Fonzi). El par va a los mismos conciertos, bailan en fiestas, fuman marihuana juntos y hablan de todo. “No entiendo por qué me tuviste, ¡tenías 15 años nada más!”, le dice él un día con naturalidad, iniciando una conversación sobre cómo ella intentó abortarlo, sin éxito. Todo bien. Ella es todo lo que la mamá de Regina George siempre quiso ser.

Blondi
(Crédito: Tulip Pictures)

La maternidad y las formas de ejercerla–o no–, está en el corazón de la historia que nos cuentan Fonzi y Paredes, incluso en los diálogos más tangenciales. La protagonista es a menudo cuestionada sobre su aspecto y actitud jovial ante el cuidado de los hijos. La hermana, que atraviesa una crisis, expresa su arrepentimiento por haberse vuelto madre de dos niños, que quedan al cuidado de Blondi y de la abuela cuando ella decide desaparecer.

Es la serie de acontecimientos que se prestaría para un melodrama, pero Fonzi los aborda con desfachatez: la vida sigue y cada personaje a lo suyo. No por descuido o desconsideración entre ellos, sino porque cada personaje tiene cosas que resolver. Un corte y a lo que sigue.

Es por ello que Blondi resulta tan refrescante. Hay momentos muy emotivos, sí, pero jamás caen en la sensiblería barata. Por el contrario, la forma en que representa esta relación maternal arranca sonrisas por su espontaneidad y libertad. Mirko es, en esencia, el único hombre en la vida de su madre, pero no la define: él es tan capaz de tener su propia vida como ella de mantener la suya, con todo su caos.

Y Fonzi jamás juzga a sus personajes. Bajo la lupa de mentes más cerradas, su protagonista sería calificada de inmediato como “mala madre”, una inmadura que sigue vistiendo como adolescente y una irresponsable que no sabe si hay otros chicos quedándose en su casa. Ella sólo lo toma con humor.

Blondi
Ésta no es una típica madre. Y eso está bien. (Crédito: Tulip Pictures)

Pero la directora tampoco tiene la condescendencia de muchos directores primerizos con sus personajes. Cuando la vida los alcanza y deben lidiar con el peso de sus decisiones, la emotividad de su tercer acto está más que justificada. Blondi siente el peso de ser madre y Mirko, el de ser su hijo. Pero la vida sigue, desprovista de manipulaciones melodramáticas y con una sencillez auténtica que cautiva hasta los créditos finales.

Blondi ya está en salas de cine. Para saber más de la película y comprar boletos, entra aquí.