Crítica de ‘Extraña forma de vida’: otro acierto de Almodóvar, a pesar de la entrevista al final

Justo en la primera escena del cortometraje Extraña forma de vida, el nuevo trabajo de Pedro Almodóvar que llega a los cines de México este jueves 14 de septiembre, vemos a un joven cantando. Es extraño. A pesar del escenario típico de un western estadounidense, lo que canta el chico parece ser un fado, la canción popular portuguesa. ¿Parece? No, pronto nos damos cuenta de que lo es. Es una voz andrógina, que pronto se revela como la de Caetano Veloso. ¿Qué tiene que ver todo esto, en fin, con un wéstern de tonos acústicos y visuales de Eastwood, Leone, Morricone?

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La respuesta: nada. Recordando un poco lo que hizo en su otro cortometraje en inglés, La voz humana, el director Pedro Almodóvar rompe paredes, géneros, estereotipos, clichés. La canción de Caetano lo enmarca todo. En la historia, mientras tanto, seguimos la tensa llegada del forastero Silva (Pedro Pascal) a este pequeño pueblo en el Oeste estadounidense. Se destaca de todo lo que vemos allí (y que ya conocemos en las películas del oeste): mientras que el mundo a su alrededor es marrón, gris y polvoriento, él tiene una chaqueta verde y otros colores en su atuendo. Se dirige a ver a Jake (Ethan Hawke), el alguacil local que lo conoce desde hace mucho tiempo, y con el que comparte muchas pasiones. No se puede decir mucho más al respecto, ya que el cortometraje de Almodóvar tiene solo 30 minutos de duración. Sin embargo, Extraña forma de vida es, de manera inesperada, otro gran trabajo del cineasta español. No solo rompe prejuicios de género, sino que también trabaja con el tipo de la masculinidad que solemos encontrar en el wéstern: estos dos personajes de Hawke y Pascal se odian tan intensamente como se aman. El amor y el odio se mezclan. La masculinidad, tan potente en las películas de vaqueros, adquiere matices de fuerza sexual.

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Es algo muy similar a lo que vimos en Secreto en la montaña, la película de Ang Lee de 2005, en la que seguimos a dos vaqueros que se enamoran en la soledad del desierto, aunque es importante recordar que no éste no es un wéstern típico, sino que simplemente adopta la estética en un tiempo más moderno. Aquí no es así: Hawke es el típico alguacil de estas historias, mientras que Pascal interpreta al tipo de forastero que hemos visto muchas veces y que siempre resulta ser un antagonista. Como siempre hace Almodóvar, rompe expectativas y al final ofrece una conclusión poética, intensa y que, a pesar de su corta duración, hace que el público reflexione sobre la perdurabilidad del amor y las dificultades que lo acompañan. Extraña forma de vida se revela como una gran historia de Almodóvar, aunque sea tan pequeña y breve.

Cuando termine Extraña forma de vida, sal de la sala

Como crítico de cine que soy, rara vez le digo a alguien que no vea algo. Después de todo, es responsabilidad del espectador decidir si eso es para sí, o no, a partir de mis impresiones. Pero no puedo animar a nadie a quedarse en la sala después de ver Extraña forma de vida. Al menos aquí en Brasil, desde donde escribo, tuvimos la opción de ver una entrevista de una hora (repito, ¡una hora!) con el cineasta hablando sobre sus ideas e inspiraciones para el cortometraje. La idea puede ser buena para promocionar la película en los cines, pero simplemente no funciona. Además de ser demasiado larga, la entrevista impide que el público reflexione por sí mismo sobre lo que acaba de ver. No da tiempo para que el cortometraje madure en nuestra imaginación, especialmente después del impactante final de Almodóvar. Peor aún: el cineasta español comete el pecado de hablar sobre cómo sería la película en una versión de largometraje, matando la imaginación del público. No tiene sentido alguno. Por lo tanto, no lo pienses dos veces: huye de las preguntas obvias de esta entrevista, vete y procesa Extraña forma de vida por tu cuenta. Vale la pena. Publicado primero en la edición brasileña de Filmelier News.

Extraña forma de vida llega a salas de cine mexicanas este 14 de septiembre.