Crítica: 'Priscilla' y los castillos de cristal de Sofia Coppola
Basada en las memorias de Priscilla Presley, la película de Sofia Coppola demuestra que no hay mejor cineasta para adaptarla. Checa la crítica.
Lalo Ortega | 26/12/2023 a las 05:00 - Actualizado el: 31/12/2023 a las 11:08
Basada en las memorias Elvis y yo de la propia Priscilla Presley, la nueva película de Sofia Coppola, Priscilla –en salas de cine mexicanas desde este 25 de diciembre– parece hacer su declaración de intenciones desde el título si tenemos en mente que, apenas el año pasado, el director Baz Luhrmann entregó su grandilocuente homenaje cinematográfico a “El Rey”, sucintamente titulado Elvis.
La película de Luhrmann, queda claro, es más un cóctel de exceso audiovisual con admiración por el cantante que marcó a generaciones, dejando una huella indeleble en la música y en el destino del rocanrol. Su idealización está bien documentada. La producción dirigida, escrita y coproducida por Coppola, por su propia naturaleza, presenta la otra cara de la moneda que es, a menudo obviada por acción u omisión.
El resultado es una película que, si bien no se sale del molde para lo que suele esperarse de la cineasta, también reafirma que quizá no hay una cineasta más idónea para capturar la esencia de esta historia.
La niña Priscilla y el monstruo detrás de “El Rey”
Fiel al formato típico de una biopic, Priscilla es extensa en el alcance de su narrativa, abarcando varios años en las vidas de sus protagonistas. La película aborda la tumultuosa relación de la joven protagonista homónima (interpretada brillantemente por Cailee Spaeny) y el ícono musical (Jacob Elordi, Saltburn), desde que se conocieron hasta su divorcio en 1973.
En ese sentido, no habrá muchas sorpresas para quienes estén familiarizados con algunos de los pormenores en la vida sentimental de una de las mayores estrellas en la historia del rock. Sofia Coppola, incluso, narra la historia con su quietud y candor acostumbrados.
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Si hemos de seguir la comparación con Elvis, de Luhrmann, Priscilla es su perfecto contrario: el exceso y espectáculo son reservados para el propio Presley. “Él no es como te imaginas”, dice su todavía jovencísima esposa en un punto de la película de Coppola, relegada a los espacios callados, solitarios y fríos. Una esposa trofeo, abandonada en casa mientras él sale al mundo, hordas de fanáticos y mujeres a sus pies.
La directora enfatiza esta inocencia inicial y su violento despertar a la madurez en cada decisión creativa del proceso. Los colores cálidos y en tonos pastel del vestuario y la escenografía, casi infantiles en un principio, tienden a volverse más fríos y apagados hacia el final. La fotografía, con un suave desenfoque inicial, nos sugiere la atmósfera de ensueño en el que la joven cree estarse adentrando cuando el cantante se enamora de ella.
La disparidad entre ambos es exacerbada todavía más no sólo por el maquillaje, sino por el casting mismo. Spaeny, de baja estatura y unos 25 años de edad al momento del rodaje, logra dar la impresión de tener los 14 años que tenía Priscilla cuando Elvis la sedujo. Su aire de inocencia no tardará en dar paso a la fría distancia de una joven mujer desilusionada demasiado pronto, oprimida bajo la gigantesca figura del Elvis de Elordi.
Y si bien Coppola tampoco exagera ni somete a un escrutinio incisivo las cualidades más reprensibles del cantante idealizado, tampoco hace falta hacerlo. En su estilo tan contenido, la cámara, los diálogos y las miradas manifiestan lo que siempre queda en entredicho sobre la seducción y el abuso de una menor, la complicidad y el solapamiento –esto, claro, cuando la violencia no es simplemente cotidiana–.

¿No es más que otra película de Sofia Coppola?
Podría concluirse, dado todo lo anterior, que Priscilla Presley no es más que la perfecta protagonista de otra película de Sofia Coppola: una mujer blanca reprimida o violentada, hastiada en el aislamiento y soledad del privilegio, sufriendo en los lujos de su castillo de cristal. Necesariamente, esto crea una distancia difícil de sortear en el camino a la empatía.
También podría argumentarse lo contrario: que precisamente por eso, Coppola es la cineasta ideal para contar esta historia. La cineasta no condena los privilegios de sus protagonistas, pero tampoco los trivializa. Por el contrario, en casos como el de Priscilla, exacerban esa violencia sistémica, ante la cual los lujos y la fama no son necesariamente una protección.
Tantos otros cineastas son menos criticados por hacer la misma película una y otra vez (claro, guardando proporciones). Interseccionalidad aparte, haríamos bien en no perder de vista que historias como las de Priscilla no se cuentan siempre… y que sería bueno que sonaran tan fuerte como las de los homenajes idealizados de estrellas ya muertas.
Priscilla ya está en salas de cine, y llegará más adelante a MUBI. Entra aquí para comprar tus boletos.


Lalo Ortega es crítico de cine. Ha escrito para publicaciones como EMPIRE en español, Cine PREMIERE, La Estatuilla y más. Actualmente es editor en jefe de Filmelier.

Lalo Ortega es crítico de cine. Ha escrito para publicaciones como EMPIRE en español, Cine PREMIERE, La Estatuilla y más. Actualmente es editor en jefe de Filmelier.
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