Crítica: ‘Rebel Moon (Parte uno)’ y las vaginas espaciales de Zack Snyder Crítica: ‘Rebel Moon (Parte uno)’ y las vaginas espaciales de Zack Snyder

Crítica: ‘Rebel Moon (Parte uno)’ y las vaginas espaciales de Zack Snyder

Entre simbolismos pueriles y una estética sin inspiración, ‘Rebel Moon’, de Netflix, podría ser la peor película de Zack Snyder. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
15 diciembre, 2023 1:12 PM
- Actualizado 28 diciembre, 2023 12:45 PM

A lo largo de su carrera como director, y en particular desde su paso por las adaptaciones cinematográficas de DC Comics, Zack Snyder se ha vuelto una especie de estandarte legitimador para ciertos sectores de la comunidad geek. Un director que –según ellos–, respeta y mantiene la visión “oscura” y “madura” de determinadas obras de los cómics, allá donde suenan los nombres de Frank Miller o Alan Moore. Por motivos similares, su primera entrega de Rebel Moon –que llega a Netflix este 22 de diciembre– ha generado mucha expectativa.

El proyecto, después de todo, fue concebido –y promovido– en algún punto como “Star Wars para adultos”, una declaración que podría sonar, al mismo tiempo, tan visionaria para quienes crecieron con la saga de George Lucas (y anhelan ese tratamiento por parte de Disney), como tan absurda para quienes han mantenido una saludable distancia con ella… y con el propio Snyder.

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Porque, también hay que decirlo, se trata de un cineasta cuyas peculiaridades estilísticas le han generado bastantes detractores. Entre los comentarios comunes: un efectismo excesivo que recurre a la sobrecarga de cámara lenta y embellecimiento digital, para crear viñetas de cómic en movimiento, acríticas en sus dinámicas de sexo y género, y que casi resultan autoparódicas en su solemnidad. Ya entendimos, Clark Kent es como Jesús. Avancemos, por favor.

A la luz de Rebel Moon (Parte uno): La niña de fuego, cabe preguntar si, más que legitimar la estética “seria” y “adulta” de ciertos productos pop, cineastas como Zack Snyder no contribuyen más a crear una burbuja en la que simbolismos básicos, de un kitsch, son concebidos como el arte autoral más elevado. Star Wars para inmaduros niños grandes, más que para adultos.

Y eso por no hablar de la pobreza narrativa de la que hace pleno despliegue en Rebel Moon, enmascarada por sus ya conocidos vicios estéticos. Pero vamos por partes.

Rebel Moon y el (cuestionable) talento de masacrar a Kurosawa

En la genealogía del pastiche que nos lleva a Rebel Moon, antes de Star Wars encontraremos siempre a Akira Kurosawa, algunas de cuyas obras, como La fortaleza escondida y Los siete samurái, fueron inspiración de Lucas y sus Jedi.

Esta última película es, con claridad, de la que más toma prestado Snyder para Rebel Moon. En resumidas cuentas, aspira a ser Los siete samurái, pero en versión ópera espacial.

En principio, así lo es. Tenemos a una especie de gobierno intergaláctico imperialista, llamado Mundo Madre, liderado por un regente que ha tomado el poder luego de la muerte de la familia real, y ha sometido a varios planetas por vía de la violencia. Cuando la misteriosa Kora (Sofia Boutella) presencia la llegada de este imperio al pacífico planeta agricultor donde se ha refugiado, sabe que las cosas irán mal.

Rebel Moon de Zack Snyder, en Netflix
En Rebel Moon, como en Los siete samurái, un pueblo busca ayuda de guerreros para defenderse (Crédito: Netflix)

Y así sucede. Luego de un encontronazo con los invasores, Kora y uno de los granjeros, Gunnar (Michiel Huisman) deben partir en un viaje por la galaxia, en busca de guerreros dispuestos a oponerse al poderío militar del Mundo Madre y defender al pueblo.

En esencia, Rebel Moon tiene la misma trama que la película de Kurosawa… con cruciales diferencias. Para comenzar, nadie en este elenco –con la posible excepción de Charlie Hunnam– siquiera se acerca a los niveles de encanto y sutileza histriónica que, por ejemplo, Toshirō Mifune y Takashi Shimura.

Y no es por falta de talento actoral, sino porque el guión de Snyder simplemente no ofrece suficiente material para que puedan trabajar y desarrollar a sus personajes más allá del arquetipo vacío. La narrativa nos lleva de un escenario falto de inspiración a otro (más al respecto en breve), dedicando una secuencia de acción a cada nuevo miembro reclutado para la causa.

Pero en eso queda: más allá del caramelo visual de la acción, no conocemos nada sobre estos personajes, más allá de vagas alusiones a su pasado con el Mundo Madre. Rara vez los vemos interactuar entre sí. La gran excepción son las charlas entre Kora y Gunnar, que suelen ser flashbacks expositivos, escritos y editados con torpeza.

Quizá Snyder espera que, por la pura intensidad de los monólogos de Boutella, deseemos que los personajes se enamoren. Y no puede haber un involucramiento emocional del público si no conocemos nada de sus vidas y lo que tienen que perder, fuera de sus escenas bélicas en cámara lenta y digitalmente embellecidas.

Rebel Moon de Zack Snyder, en Netflix
Lucen rudos, pero nunca llegamos a conocer a los siete samurái de Zack Snyder (Crédito: Netflix)

El otro gran problema es que no hay nada memorable en el mundo de Rebel Moon. No se siente vivo, palpable ni coherente: el conjunto de mundos visitados parece más como una antología de diferentes artistas cyberpunk sin una visión unificada.

Donde Kurosawa tenía la maestría para ubicarnos perfectamente dentro de su Japón feudal (al grado de conocer un pueblo como la palma de nuestras manos), Snyder no logra adentrarnos en la galaxia de Rebel Moon. ¿Cómo se relacionan estos mundos? ¿Qué personas viven ahí? ¿Qué lugar ocupan dentro del Mundo Madre? Nunca descubrimos gran cosa, más allá de que todos han sido sometidos por el imperio.

Snyder tampoco alcanza a dotar de un sentido de vida cohesivo a estos mundos. Nos limitamos a “este planeta es agricultor, este otro es minero, y este es de gladiadores”. La única posible excepción se siente como una pobre imitación en esa línea de “Star Wars para adultos”: Mos Eisley con prostitución alienígena (y una pobrísima visión de la comunidad queer).

Hablando sobre Rebel Moon, Snyder afirmó que, antes de escribir un guión y filmar, se dio a la tarea de crear este mundo y “llenar todos sus rincones con mitología”. El asunto es que, en Star Wars, íbamos por un puñado de planetas a la vez, con un cuidado singular para llenarlo de vida a través de ideas originales y diseños de sonido, vestuario y personajes inspirados.

Nada de eso existe aquí, y Snyder parece más preocupado por la artificial belleza de sus imágenes, que por llevarnos de la mano por su (supuestamente) exhaustiva mitología. No tiene la imaginación –ni la pericia audiovisual, más allá de su acostumbrado efectismo– para narrar y cautivar.

Rebel Moon de Zack Snyder, en Netflix
Salvo ciertos momentos de espectacularidad, los mundos de Rebel Moon son inertes y poco originales (Crédito: Netflix)

En serio, ¿Star Wars para adultos?

En ese sentido, Zack Snyder parece tener aspiraciones elevadas, y no puede negarse que intente alcanzarlas. Su problema es que acaba por aterrizar de cara en una pretenciosidad vergonzosamente pueril.

Porque, si he de ser sincero, lo que me provocó la primera escena de Rebel Moon fue una carcajada. El humor, queda claro, era involuntario: mientras una voz en off narraba con solemnidad la historia del Mundo Madre, sometido por las fuerzas imperiales del regente, un portal del hiperespacio con forma de vagina se abría en la oscuridad del espacio, penetrado por una alargada nave militar. Es la clase de alegoría visual que sería más propia de, por ejemplo, la comedia sexual de Barbarella, si Snyder no se lo tomara tan, pero tan en serio.

La violencia sexual como forma de sometimiento y dominación se hará presente, de una forma más literal, no mucho después en la narrativa. También lo harán las dinámicas de género, en un simbolismo igual de rancio. La protectora y proveedora galaxia, llamada Madre, es sometida por un imperio que invita a otros mundos a su “abrazo paternal”, cuando no los somete por la fuerza. Tampoco sorprende de un cineasta que ve el empoderamiento femenino como “colegialas violentadas, pero con katanas”.

Y así podríamos seguir, con otros lugares comunes igual de anticuados como “el personaje asiático (Doona Bae) es el que usa espadas”, o tan obvios como “los malos son nazis espaciales”. Para haberse inspirado en Star Wars, Rebel Moon tiene una pobreza pasmosa de imaginación.

Pues parte de la diversión con Star Wars era que, en realidad, siempre fue un producto para niños, si bien sus pretensiones políticas eran más sutiles. En ese sentido, si bien la ciencia ficción ofrece historias para cualquier edad, quizá la idea de Star Wars para adultos es una contradicción absurda. O, por lo menos, debería estar en manos de un cineasta que pueda salirse un momento de las narrativas infantiloides de los cómics para mirar al mundo real.

Rebel Moon (Parte uno): La niña del fuego llega a Netflix el 22 de diciembre de 2023.

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