‘Thor: Amor y trueno’: los cómics son estúpidos (y eso está bien) ‘Thor: Amor y trueno’: los cómics son estúpidos (y eso está bien)

‘Thor: Amor y trueno’: los cómics son estúpidos (y eso está bien)

‘Thor: Amor y trueno’ brilla cuando Marvel Studios deja que Taika Waititi haga lo suyo. Pero el resto ya lo vimos antes… y comienza a ser aburrido.

Lalo Ortega   |  
5 julio, 2022 2:41 PM
- Actualizado 14 julio, 2022 10:12 AM

Fue hace más de una década que conocimos al dios del trueno en el cine. El director Kenneth Branagh (hoy oscarizado por Belfast) adaptó al héroe de Marvel como una tragedia shakesperiana de fantasía y ciencia ficción, tono que siguió su secuela.

Era extremadamente aburrido, demasiado serio para su propio bien. A pesar del carisma desbordante de Tom Hiddleston, las dos primeras entregas de Thor se mantienen entre las peor recibidas de todo el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), y entre las menos taquilleras “pre-pandemia”.

Entonces llegó el director neozelandés Taika Waititi, quien luego de llevar al héroe asgardiano por rumbos diametralmente opuestos en la tercera entrega, regresa para hacer lo propio con la cuarta, Thor: Amor y trueno (Thor: Love and Thunder), que llega a salas de cine mexicanas este 7 de julio.

Esta nueva entrega –también la 29ª del UCM– viene a reafirmar algunas cosas. Primero, que Marvel Studios dio en el clavo con Waititi en Ragnarok, porque el neozelandés entiende un aspecto fundamental de Thor y sus amigos: que son ridículos. Son vikingos espaciales que perfectamente podrían haber salido del mundo de los Power Rangers.

Thor: amor y trueno
Vikingo espacial, versión metalero (Crédito: Disney)

Publicidad

En vez de tomárselos demasiado en serio, Waititi abraza el hecho de que, muchas veces, los cómics son realmente estúpidos, y decide divertirse con ello. Por ello, Thor: Amor y trueno es genuinamente entretenida cuando el director logra andar y hacer a sus anchas.

Sin embargo, lo otro que confirma la cuarta aventura de Thor, es que Marvel Studios está ya demasiado cómodo con una fórmula, una que comienza a sentirse cansada y que, cual agujero negro, devora cualquier atisbo de inventiva o de sorpresa.

Thor: Amor y trueno como una romcom introspectiva

La nueva aventura de Thor (Chris Hemsworth) comienza donde Avengers: Endgame dejó al personaje: la gran amenaza del universo se ha ido, nuestro héroe ya no es rey de Asgard (y Asgard ya no existe), Los Vengadores se han separado y él no tiene novia, así que abandona la Tierra junto a los Guardianes de la Galaxia.

Luego de ponerse en forma de nuevo y decidir “encontrarse a sí mismo”, Thor debe abandonar a los Guardianes para dar caza a un ser llamado Gorr, el carnicero de los dioses (Christian Bale), un hombre desilusionado con la fe que, al caer en posesión de la Necroespada, decide usarla para acabar con todas las deidades del universo. Y los asgardianos son los siguientes.

Es así como Thor, en defensa de los asgardianos de la Tierra, se reencuentra con su ex, Jane Foster (Natalie Portman), quien ahora es portadora de su legendario martillo, Mjölnir, que la dota con todos sus poderes. Lo que Thor no sabe es que Jane acudió al martillo, en busca de una cura para su cáncer terminal.

Entre su dupla de protagonistas y en su antagonista, el guión de Thor: Amor y trueno (escrito a manos por Waititi y por Jennifer Kaytin Robinson, guionista de Unpregnant) pone sobre la mesa varios temas pesados: no sólo está la búsqueda de propósito de Thor, sino que tenemos la afrenta de Gorr a la divinidad, y a Jane enfrentándose a su mortalidad. Una mezcla que, en papel, haría sentir orgulloso a Ingmar Bergman.

Pero, claramente, estamos ante una película que jamás explorará a fondo esos temas. En el UCM, los dioses sí existen, sólo se comportan como bufones déspotas de ese partido político por el que no votaste.

El enfoque de la historia está (o debería estar), en el humor y en el propio romance de Thor, a quien Hemsworth interpreta como un tarado que poco ha evolucionado en una decena de películas. Seguro, ha atravesado muchas tragedias, pero se comporta básicamente de la misma forma desde que lo conocemos (sólo más bonachón, desde que Waititi tomó el mando).

Thor: amor y trueno
“Mi ex copió mis poderes” sería un título alternativo apropiado para Thor: Amor y trueno (Crédito: Disney)

Después de todo, es fundamental para los superhéroes volver cíclicamente a lo mismo. Pero es esa reiteración, y esa falta de consecuencias permanentes, lo que comienza a evidenciar el desgaste de la fórmula Marvel. El afán de repetición permea a la narrativa de la película entera, y ni toda la gracia de Taika en los minutos iniciales pueden salvar la falta de inspiración en lo que debería ser uno de los puntos fuertes de la película: la acción.

Hay un punto en la película en el que Thor, Jane y Valkyrie (Tessa Thompson) se enfrentan a Gorr (quien, cabe mencionar, puede invocar monstruos desde las sombras) en una pequeña luna, situada en un punto tan tenebroso del universo que hasta el color escapa. La mesa está puesta para un enfrentamiento visualmente innovador, dinámico, emocionante.

¿Qué nos entrega Thor: Amor y trueno? Lo mismo que ya hemos visto antes: los héroes saltan, esquivan, dan golpes, patadas y martillazos, hay relámpagos aquí y allá. Hay tantos escombros, criaturas y personajes volando en pantalla, que más que emocionar, las escenas abruman. El peor pecado es la falta de consecuencias reales al enfrentamiento, que al concluir el combate nos dejan un anticlimático “eh”.

El resultado es una película que se enreda entre sus propias intenciones: temas ambiciosos que en los que no profundiza, y un humor que desaparece entre escenas de acción repetitivas e inconsecuentes.

Hay, claro, otros elementos a destacar, pero ya los hemos visto antes.

Guardianes de la Galaxia Vol. 2.5

Hubo una época en la que el UCM era un experimento cuyo éxito no estaba garantizado. A pesar del innegable éxito de Los Vengadores (el cierre de la entonces “Fase 1” de la franquicia) en 2012, Thor era el incómodo hermano fantástico del millonario en la lata voladora, la mole mutante verde y el súper soldado, héroes provenientes de la ciencia ficción. Demasiado extravagante para ellos, pero muy serio para su propia naturaleza.

Fue hasta su “Fase 2” que la franquicia comenzó a abrazar las ideas más estrafalarias de los cómics. Mapaches parlantes y árboles antropomórficos fueron parte del elenco de Guardianes de la Galaxia, ópera espacial dirigida por James Gunn, quien, como haría Waititi después, no temió divertirse con la ridiculez inherente de los superhéroes, impulsada por una saludable dosis de referencias a la cultura pop estadounidense y clásicos musicales ochenteros.

Podríamos argumentar que Guardianes de la Galaxia estableció elementos importantes para lo que se convertiría en la formulita de Marvel, que no eran tan comunes hasta entonces: referencias y bromas infantiloides a cada oportunidad, con el rescate de canciones de rock y pop consagradas pero un poco olvidadas para establecer el ánimo de la película.

Thor: amor y trueno
Siempre se puede escuchar demasiado Guns n’ Roses (Crédito: Disney)

La prueba de ella fue la propia Thor: Ragnarok, que abrazó a un protagonista más cómico, un diseño de producción estrambótico y una aventura espacial para su relato, musicalizado con Led Zeppelin al fondo. Aún con algunas marcas personales de Waititi, la tercera aventura de Thor era la prueba piloto de la fórmula definitiva.

Thor: Amor y trueno no es diferente, y aunque se nota algo más de libertad para su director, lo cierto es que es más de lo mismo. Salen Led Zeppelin, entran Guns n’ Roses. Mismo humor autorreferencial y otro pretexto para exhibir la musculatura desnuda de Chris Hemsworth (ahora con trasero incluido). Concluimos con guiños a nuevos personajes que podrían aparecer en una futura entrega de la franquicia, y ya está.

Por lo menos en las tres fases anteriores, esta sobresaturación de referencias y personajes por lo menos apuntaba hacia un desenlace claro. Sabíamos que todo conducía a Thanos y a las Gemas del infinito.

La Fase 4 del UCM, sin embargo, se siente como una serie de historias inconexas, sin rumbo. Seguro, sale ese personaje en la escena poscréditos, y seguro, los fans de los cómics sabrán quién es. ¿Pero cómo encaja en el gran esquema narrativo? ¿A alguien le importa?

Entre tres películas al año y más series en Disney+, la pregunta que surge es: ¿cuándo llegará el punto en el que el UCM se convierta en algo tan vasto y difícil de seguir, que el público comience a perder el interés? Es algo que le pasó a los cómics: se convirtieron en algo tan especializado y que requería tantos conocimientos que, eventualmente, Marvel tuvo que relanzar a sus personajes y empezar de nuevo.

A pesar de sus destellos de genialidad autoral, tanto Doctor Strange en el Multiverso de la locura como Thor: Amor y trueno comienzan a dar señales de ello. Ojalá que, en vez de preocuparse tanto por establecer guiños a una historia que parece no tener rumbo, estas películas pudieran ser sólo películas: poder contarnos una historia divertida, concreta e inspirada, sin importar lo ridícula que sea.

Thor: Amor y trueno llega a salas de cine mexicanas este 7 de julio. Si quieres saber más de la película o comprar boletos, entra a este enlace.