Estación zombie (cuyo título original se traduce como Tren a Busán) filtra las convenciones de su subgénero a través de la lente del cine surcoreano. La diferencia de su perspectiva tanto geográfica como social resulta en una película de temática bien conocida, pero con una capa de pintura nueva. Así, trae mucho entretenimiento para quien gusta del terror o de la acción desenfrenada, pero también utiliza el terror para delinear una crítica social enfática. La película hace un gran manejo del espacio para desarrollar su historia y crear una atmósfera de claustrofobia y horror, con todos los elementos de los blockbusters asiáticos que marcan el ritmo, transitando fluidamente entre la tensión y momentos álgidos que emocionan al público, logrando ser una obra completa que va a gustar a los fans del terror. No por nada Edgar Wright, el director de El desesperar de los muertos (Shaun of the Dead), la llamó “la mejor película de zombies que haya visto jamás”.
Durante la víspera de Navidad en Seúl, una infección transforma a los habitantes de Gangnam en criaturas deshumanizadas, dejando solo a algunos sobrevivientes con la oportunidad de escapar. En Ataque Zombie: Estación Gangnam, Hyeon-seok, un excampeón de taekwondo, y su compañera Min-jeong intentan huir de hordas de zombis mientras enfrentan conflictos internos y un jefe codicioso. Con acción intensa y una ambientación urbana claustrofóbica, la película mezcla horror y artes marciales, creando una experiencia única en el género.
Sobrevivientes: Después del terremoto parece, en la superficie, una película de desastres. Sin embargo, es más una de estas ficciones distópicas que comentan sobre cuestiones sociales. En la trama, el mundo ha sido reducido a escombros por un terremoto, Lo que queda de civilización persiste en condiciones precarias, subsistiendo en pequeñas poblaciones que buscan organizarse para sobrevivir y reconstruir, lo que, naturalmente, genera conflictos tanto internos como entre pequeñas sociedades. Con sólidas actuaciones y excelentes valores de producción, la película balancea drama y humor para comentar sobre temas como inmigración, nacionalismos, clases sociales y la corrupción humana. Si te gustan producciones como Parásitos y El juego del calamar, sin duda la disfrutarás.
Después de Estación zombie, ha quedado claro que en Corea del Sur saben cómo hacer buenas películas de zombis de manera más humanizada, y #Alive es buen ejemplo de ello, con el sello de producción original de Netflix que la llevó a recorrer varios cines de Asia, además de la distribución internacional del streaming. La película muestra cómo sería vivir en el mundo actual con un virus mortal que transforma a las personas en zombis, además de que explora el uso de las redes sociales y otros recursos tecnológicos en la lucha por sobrevivir. Ese abordaje es lo que la distingue de otras producciones del género, donde raramente hay internet o celulares funcionando (en Estación zombie vemos algo semejante, pues también vemos la evolución gradual del virus y, poco a poco, la interrupción de las comunicaciones). En #Vivo (#Alive) el internet nunca deja de existir y acaba siendo una gran aliada para quienes no han sido infectados en el transcurso de la trama. Es difícil ver la película y no trazar los paralelismos con la situación del mundo a partir de 2020 (con la pandemia de COVID–19), y es interesante analizar la cotidianidad del protagonista de la película, que está aislado de todos en su departamento para no morir (claro que no enfrentamos zombis en la vida real, pero salir de casa sin necesidad se ha vuelto un riesgo). La película está bien realizada, tiene una trama intrigante y buenas actuaciones, que muestran el lado más humano de la gente en situaciones difíciles, una de esas producciones que no hacen perder la esperanza en la vida.




