Grandes películas de body horror

No se puede hablar de grandes películas del body horror sin hablar del director canadiense David Cronenberg, quizá el mayor exponente del subgénero. Y La mosca, a pesar de ser un remake, es probablemente su película más conocida, además de ser todo un manual del horror corporal para principiantes. La trama sigue a un científico (Jeff Goldblum) que está en el umbral de crear una máquina que permite la teletransportación de seres vivos. Sin embargo, cuando decide experimentar en sí mismo, una mosca se cuela en la máquina, fusionando su ADN con el de ella y desatando en él una transformación grotesca e inevitable. Temas como la pérdida de la identidad, la permanencia del ser y la lucha entre conciencia e instinto, están en el corazón de una trama que ve a Goldblum convertirse gradualmente en un ser grotesco.

Abiertamente deudora de Cronenberg, la francesa Julia Ducournau traslada las imágenes impactantes del body horror a temáticas como el género, el sexo, la maternindad y la familia. En Titane, seguimos a una extraña mujer que, al cometer una serie de asesinatos y tener sexo con un auto, escapa y se hace pasar por el hijo perdido hace décadas de un bombero veterano. Con su cuerpo transformándose por el embarazo y deambulando entre el género masculino y femenino, ella explora su lugar en la extraña familia que forma con el bombero, mientras algo extraño se gesta dentro de ella.

Puedes conocer más sobre las películas de Julia Ducournau en esta lista.

De tal palo, tal astilla. Brandon Cronenberg, hijo de David, también ha incursionado en la ciencia ficción y el body horror con una propuesta muy interesante y adecuada para nuestro mundo tecnificado. Possessor: controlador de mentes sigue a una asesina a sueldo que trabaja para una misteriosa organización que opera mediante implantes mentales que le permiten meterse en las mentes de otras personas para cometer asesinatos. Sin embargo, uno de esos asesinatos sale mal, y su mente queda atrapada en la de una de sus víctimas. Las chocantes imágenes de gore funcionan en un nivel metafórico, mostrando la gradual y perturbadora transformación de una mente que se pierde en otra.

El contundente debut de David Lynch también tiene fuertes influencias de horror corporal, más allá de sus fuertes raíces surrealistas. Cabeza borradora (Eraserhead) es la historia de un hombre atrapado en un matrimonio infeliz cuando una mujer da a luz a su extraño y grotesco bebé, un ser entre humano y pájaro cuyos berridos desatan su lento descenso hacia la locura.

La original Suspiria era, más bien, un caleidoscópico slasher italiano más emparentado con el giallo de los 60 y 70. Su remake de 2017, sin embargo, abraza por completo una estética de body horror, si bien sigue una trama muy similar a la original: una aspirante a bailarina es aceptada en una prestigiosa academia de ballet, donde violentas muertes sugieren la presencia de brujería. Dirigida por Luca Guagdagnino, esta versión toca temas más ambiciosos, como la transformación de la identidad y del cuerpo por medio de la danza.

Otro clásico de David Cronenberg, Cuerpos invadidos (mejor conocida como Videodrome) trata sobre el ejecutivo de un pequeño de canal de televisión que, en su búsqueda por conseguir contenido cada vez más sensacionalista y violento para incrementar los ratings, se encuentra con un video llamado Videodrome. Este, sin embargo, resulta ser punta de lanza en un complot por el control de las masas a través de los medios de comunicación.  Una vez más, aquí las perturbadoras transformaciones del cuerpo son metáforas de la pérdida de control e identidad individual, al sucumbir al control de intereses más grandes.

La novela de Mary Shelley, Frankenstein, es considerada uno de los precursores del body horror, así que tiene sentido que esta adaptación fílmica, protagonizada por Robert De Niro, sea la más cercana a dicho subgénero cinematográfico. Contrario al clásico edulcorado de Universal, esta versión abraza el lado grotesco de la obra original, mostrando cómo un monstruo creado por restos de diversos cadáveres, comienza a desarrollar conciencia propia.

Este clásico de John Carpenter –curiosamente, también un remake– sigue a un grupo de investigadores en una remota estación en la Antártida, el peor lugar para enfrentar la invasión de un ser alienígena. Pero la amenaza es más grave, pues este invasor puede invadir el cuerpo de sus víctimas, aniquilarlas, e imitarlas infaliblemente. La cosa de otro mundo, pues, es una historia sobre identidades robadas al interior de un grupo, poniendo en jaque la confianza entre los sobrevivientes.

La más reciente (y hasta ahora, última) película de David Cronenberg marca su regreso a la ciencia ficción y al body horror como en sus trabajos clásicos, pero con el estilo meditativo que marcó a sus películas más recientes. Crimes of the Future se sitúa en un futuro donde la humanidad ha perdido sensaciones como el dolor y ha comenzado a desarrollar órganos nuevos de forma acelerada. En este mundo, un artista se somete a cirugías públicas como forma de arte performático, mientras el mundo se debate si reprimir estas mutaciones humanas, o ceder a ellas como el siguiente paso en la evolución humana.

Si quieres saber más sobre Crimes of the Future, lee aquí nuestro análisis de la película.

Para su segunda película, el renombrado director y guionista Alex Garland (Ex-Máquina) apostó por la ciencia ficción y el terror, en una película que aborda una amenaza cósmica para hablar de temas sobre la impermanencia del ser y la identidad. En Aniquilación, un grupo de investigadoras se adentran en un extraño campo electromagnético creado por el impacto de un meteorito en la Tierra, donde otros seres vivos –y ellas mismas– serán sujetos de aberrantes transformaciones.

El clásico del cine animado japonés Akira está más afianzado en la ciencia ficción que en el terror, pero hay claros elementos de body horror en ella. Situada en la ciudad postapocalíptica de Neo-Tokyo, la historia sigue a un joven que es sometido a brutales experimentos secretos del ejército, que lo convierten en un arma viviente psicópata e imparable.