Una mágica película familiar de aventura y fantasía como las que solían hacerse durante los 80 y los 90. La puerta secreta (The Portable Door) sigue a Paul Carpenter (Patrick Gibson, de The OA) y Sophie (Sophie Wilde, Háblame) dos becarios en una misteriosa corporación londinense que aplica estrategias corporativas en un mundo de antiguas prácticas mágicas. Ayudada por dos fantásticas actuaciones antagónicas de Sam Neill (Jurassic Park) y Christoph Waltz (Bastardos sin gloria), la historia repleta de elementos fantásticos como héroes, villanos, duendes y magia dejará satisfechos a los fans de esta clase de historias para toda la familia.
‘Clifford, el gran perro rojo’ (‘Clifford the Big Red Dog’) es un clásico infantil y juvenil que formó parte de la vida de mucha gente, sobre todo en la primera década de los años 2000. El material original era una serie de libros, que después fue adaptada a una serie animada muy exitosa. Ahora, la saga gana una adaptación cinematográfica que mezcla acción real con animación digital y que cuenta una historia tierna y cautivadora, ideal para ver en familia y divertir a los niños. También hay cierto espíritu navideño en la trama, por lo que también es una buena opción para ver en el último mes del año. De esas películas que ablandan el corazón y provocan una sonrisa.
Película de corte totalmente familiar, Lilo, Lilo, Cocodrilo (Lyle, Lyle, Crocodile) es totalmente inofensiva y sin mayores pretensiones, pero que abrazan el corazón. La historia de un cocodrilo que sabe cantar (doblado por Shawn Mendes) encanta, principalmente cuando él entra en la rutina de una familia que acaba de mudarse a Nueva York. Entre idas y venidas, la familia y su nuevo animal cantante van aprendiendo sobre la importancia de los vínculos, respetando los deseos y necesidades de cada uno. Javier Bardem (Sin lugar para los débiles) roba escena como el villano que descubre al cocodrilo y quiere hacer dinero con él.
El cuarto largometraje como director del aclamado animador japonés, Hayao Miyazaki (y su segundo bajo el sello de su entonces incipiente casa de animación, Studio Ghibli), Mi vecino Totoro podría parecer una empalagosa aventura infantil en la superficie, pero como buena obra de arte, logra ser todavía más que sólo eso. Aunque su historia captura la inocencia y la magia de la infancia, también es una hermosa y honesta fábula sobre realidades de la vida como la tristeza y la muerte, pero también la capacidad de sentir alegría a pesar de ellas. Aunque en su momento no fue un éxito en taquilla, la película se ha convertido en una de las más aclamadas de Miyazaki, popularizando a Totoro a tal grado que se volvió la mascota oficial del estudio.



