El primer largometraje de Guillermo del Toro, único que ha producido exclusivamente en México, ya dejaba ver todas las marcas que definirían buena parte de su filmografía posterior: la estética gótica, la influencia del terror vampírico, un personaje trágico enfrentándose a la mortalidad, y la costumbre de trabajar con Ron Perlman. En ‘Cronos’ seguimos la historia de Jesús Gris (Federico Luppi, un actor que fascinaba a Del Toro), quien en su tienda de antigüedades descubre un artefacto que llevaba perdido 400 años y que brinda vida eterna a su poseedor. Sin embargo, conforme más lo usa, Jesús descubre el precio de la juventud infinita.
La incursión de Guillermo del Toro en Hollywood vino hasta cuatro años después, con la película de ciencia ficción y terror, ‘Mimic’. Está bien documentado que el director no tuvo una buena experiencia, pues las expectativas y exigencias del estudio (Miramax, de Harvey Weinstein) no eran exactamente compatibles con la peculiar visión creativa del director mexicano, que casi fue despedido por esos conflictos. Sin embargo, si bien el resultado es de las películas menos personales de Del Toro, sigue siendo una película entretenida y con varios de sus sellos, que además lo unió con quien se volvería uno de sus mejores colaboradores delante frente a la cámara: Doug Jones. La historia trata de una epidemia provocada por cucarachas que afecta a niños en Nueva York, por lo que una entomóloga (Mira Sorvino, después de haber ganado el Oscar por ‘Poderosa Afrodita’) logra desarrollar una especie de insectos genéticamente modificados para infiltrarse en el ecosistema de las cucarachas, imitarlas y erradicarlas. Todo bien hasta que, años más tarde, después de que se creían erradicados, los insectos se adaptan y evolucionan para cazar a los humanos.
Ya con cierto reconocimiento y mayor respaldo de los estudios, Del Toro procedió a filmar otra fantasía gótica situada en la Guerra Civil Española, financiada coproducida por España y México, ‘El espinazo del diablo’. Después de eso, regresó al cine Hollywoodense para una producción más grande, curiosamente derivada de Marvel Comics. ‘Blade II’ sigue al protagonista en su alianza forzada con el Consejo de la Sombra para detener a una letal raza de vampiros que no sólo se alimenta de humanos, sino de los de su propia raza. A pesar de ser una secuela de una franquicia, Del Toro logró imprimir aquí varios de sus sellos estilísticos, logrando una de las raras secuelas que superan a su predecesora.
El amor de Guillermo del Toro por el terror, la fantasía y la ciencia ficción, además de los monstruos y las historietas, encontraría su ápice (hasta entonces) con ‘Hellboy’, su adaptación del oscuro cómic de Mike Mignola, que además pondría bajo a los reflectores a dos de sus mejores colaboradores: Ron Perlman y Doug Jones. La historia comienza cuando, al final de la Segunda Guerra Mundial, los nazis conjuran al demonio Hellboy, que crece entre los Aliados hasta convertirse en adulto, actuando como agente de la oficina de defensa e investigación paranormal.
Con el empuje obtenido con ‘El laberinto del fauno’ (ganadora de tres premios Oscar), Del Toro entró de lleno en la producción de ‘Hellboy 2: El ejército dorado’, segunda parte de una trilogía planeada. Este es otro caso inusual de una secuela que supera a su predecesora, contando una historia sobre un elfo malvado que rompe un pacto ancestral con la humanidad, desatando una guerra por el control de la Tierra que sólo Hellboy puede detener. A pesar del éxito, sin embargo, la tercera parte no llegaría a consolidarse, y la franquicia fue reiniciada con una nueva entrega muy inferior.