Comencemos por lo obvio, la película que dio origen a una de las más famosas franquicias del cine de terror, creada por la perturbadoramente brillante mente de James Wan (eventual creador, también, de ‘El conjuro’). ‘Saw: juego macabro’ nos presenta la rutina y el sadismo de Jigsaw, un asesino serial que crea juegos casi imposibles para que sus víctimas intenten sobrevivir. Es la clase de película que hace escurrir sangre de la pantalla y que revuelve los estómagos más débiles. Sin embargo, aún así, se trata de entretenimiento diferente y distinto, sólo es necesario mirar con otros ojos.
En plena época de la “dictadura del click”, entretenimiento bajo demanda y culto a youtubers e influencers, ‘Un juego sin reglas: Nerve’ es un thriller con un trasfondo oportuno y muy interesante. La película nos arroja en una espiral de acontecimientos frenéticos en un juego donde la única opción es seguir, una intrigante trama cargada de energía juvenil, contagiada por dos excelentes protagonistas en Emma Roberts y Dave Franco. Todo es aderezado por un colorido diseño de producción y una vistosa fotografía de tonos neón.
‘Escape Room: sin salida’ es la versión para adolescentes de la sanguinaria franquicia de terror ‘Saw’. La cinta también recuerda un poco a ‘Destino Final’, especialmente cuando la historia va revelando la conexión entre cada uno de los participantes. El director, Adam Robitel, atrapa a la audiencia con intensidad y suspenso en un filme de entretenimiento puro. A pesar de flaquear con un guión obsesionado con sorprender con cada muerte, no por ello deja de ser una experiencia cinematográfica divertida, para los apasionados de terror.
Una película alocada, delirante y extravagante que viene directo de China, con todo un viaje visual que bebe de la misma fuente que ‘El juego del calamar’. ‘Animal World’ es una adaptación del manga ‘Kaiji’, con una visión alucinante sobre el arte de los juegos de azar. La producción también trae un rostro conocido para el público occidental, con Michael Douglas.
‘Boda sangrienta’ es una película de terror que se divierte con su premisa: un sádico juego del gato y el ratón, elaborado por la élite social como forma de entretenimiento. La propuesta es clara: un poco de gore con mucha comedia negra, y el resultado es satisfactorio. La actuación de Samara Weaving como Grace es destacable, y en esta dinámica sencilla donde va de presa a cazadora, la actriz consigue algo más, se apropia de su personaje y lo hace auténtico. La película ofrece suspenso, risas y sangre, pero también subyace un comentario social hacia las clases más privilegiadas y su abismal distancia con la realidad de los demás estratos.