Crítica de ‘Aguas siniestras’: terror de chapoteadero Crítica de ‘Aguas siniestras’: terror de chapoteadero

Crítica de ‘Aguas siniestras’: terror de chapoteadero

Hay ideas interesantes en ‘Aguas siniestras’ (‘Night Swim’). En la ejecución, va de ser una modesta a una risible película de terror. Aquí la crítica.

Lalo Ortega   |  
4 enero, 2024 2:25 PM
- Actualizado 19 enero, 2024 4:50 PM

El encanto del terror como género narrativo, es su elasticidad en apariencia infinita a partir de los miedos más primitivos del ser humano. Basándose en el temor a nuestra propia fragilidad, el cine de horror se ha encargado de mostrarnos infinidad de terribles maneras de morir, estirando cada vez los límites de sus posibilidades. ¿La oscuridad ya no basta? Agreguemos posesiones demoníacas. ¿Unas gotas de sangre no son suficientes? Representemos en pantalla la violencia más gráfica y brutal. ¿La amenaza de las profundidades ya no asusta? Pongamos algo en ella, como sucede en Aguas siniestras (Night Swim), que llega a salas de cine mexicanas este 4 de enero.

La película, inspirada en el cortometraje homónimo de su director, Bryce McGuire, sigue esta lógica de tomar un concepto que ya existe, y agregarle algo más. Si tenemos agua –y, por extensión, el miedo a morir ahogados en la sofocante oscuridad de las profundidades–, debe existir algo que se oculte en ella, al acecho. En este caso, es algo más metafórico que un tiburón en la enormidad del océano, recurso ya por demás explotado.

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Porque, si existe algo más terrible en la cosmovisión hollywoodense que el miedo a la muerte, es que esta amenaza venga desde casa (“casa” entendida como el hogar o la nación). Un temor que puede ser expresado tanto en esquizofrénicas escalas apocalípticas como en la cotidianidad de una parrillada familiar junto a la piscina.

Así que, en papel, el concepto de Aguas siniestras promete. Además está el hecho de que es una producción conjunta de las compañías Blumhouse (de Jason Blum) y Atomic Monster (de James Wan), dos de los nombres más aclamados del terror comercial contemporáneo. Argumentos suficientes para generar bastante expectativa a su alrededor.

Sin embargo, fallas básicas de lógica narrativa y cuestionables decisiones de dirección la convierten en un arranque mediocre para el género en 2024.

Traumas familiares

Aguas siniestras comienza con una familia de cuatro que se muda a una nueva casa. El padre, Ray Waller (Wyatt Russell) es un famoso beisbolista obligado a un temprano retiro por una enfermedad degenerativa, aunque mantiene la esperanza de regresar algún día a sus viejas glorias.

Su esposa, Eve (Kerry Condon, sobrada de talento para este guión), lo apoya incondicionalmente. Sin embargo, plantea que quizá va siendo tiempo de sentar cabeza y echar raíces en la vida doméstica en beneficio de sus hijos, que han llevado una vida inestable viajando de una ciudad a otra. Elliott (Gavin Warren), en particular, tiene dificultades para sobresalir en el deporte y hacer amigos.

Aguas siniestras (Night Swim)
En Aguas siniestras, problemas familiares se esconden bajo la fachada de familia feliz (Crédito: Universal Pictures)

Así, la esperanzada familia decide comprar una casa con la promesa de un nuevo inicio para todos, ignorantes de que una niña murió ahogada en circunstancias misteriosas años atrás. No tardan en darse sucesos extraños, como apagones y presencias inexplicables alrededor de la piscina por la noche, o que la hija, Izzy (Amélie Hoeferle), sea arrastrada al fondo por una criatura extraña. Mientras tanto, Ray atraviesa una recuperación casi milagrosa, y crece su obsesión por regresar a las grandes ligas.

El guión de McGuire nos sugiere que la piscina y la entidad que en ella acecha es una metáfora de una complicada dinámica familiar, de negligencias y traumas compartidos. Un hijo ignorado en favor de los sueños de un padre, una hija que nota la soledad de una madre ante la carga financiera y psicológica de la familia.

Aguas siniestras incluso tiene momentos brillantes en lo visual, expresando estas tensiones apoyándose en imágenes surrealistas (aunque no del todo originales, pues hay viñetas que de inmediato nos recuerdan a ¡Huye!). Sin embargo, son instancias escasas, insuficientes para sostener el resto de la película.

Aguas siniestras: piscinas embrujadas y nada más

Cómo es que una familia afligida por deudas de hospital puede comprar una casa, es sólo el principio de las fallas en la lógica narrativa de Aguas siniestras. La película está llena de arbitrariedades y torpezas, como el hecho de que la muerte de la niña es ocultada hasta el tercer acto con una pobre excusa, o que los personajes siguen acercándose a la piscina a pesar de que, ante toda evidencia, es una pésima idea.

Aguas siniestras (Night Swim)
Los personajes de Aguas siniestras se mantienen cerca de lo que claramente quiere matarlos (Crédito: Universal Pictures)

Lo peor es la manera en que McGuire decide manejar el terror. El metraje está plagado de los sobresaltos más obvios y comunes, basados en apariciones súbitas, paneos de cámara o personajes que voltean en el momento preciso. Y no mejora: en vez de aprovechar el potencial de la metáfora que construye, el director y guionista opta por brindar una explicación literal a lo que se esconde bajo el agua. Adiós al halo de misterio, uno de los pocos argumentos de la película para mantener la atención.

Todo lo anterior, aunado a instancias de una torpe edición que termina por acentuar el humor involuntario, trazan una trágica trayectoria para Aguas siniestras, que comienza su recorrido con promesa de profundidad, pero que chapotea en lo risible. Mal debut para McGuire y para la colaboración entre Blumhouse y Atomic Monster. Mejor pasar de largo de esta piscina.

Aguas siniestras se estrena el 4 de enero en salas de cine de México.

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