Crítica de ‘Barbie’: el mejor comercial del mundo Crítica de ‘Barbie’: el mejor comercial del mundo

Crítica de ‘Barbie’: el mejor comercial del mundo

Con ‘Barbie’, la directora Greta Gerwig logra una comedia divertidísima, autorreflexiva… y la perfecta herramienta de marketing. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
19 julio, 2023 6:34 PM
- Actualizado 26 julio, 2023 2:04 PM

De cierto modo, podría decirse que las contradicciones están en el corazón de la esencia de Barbie como juguete y como marca. Por un lado, tenemos a una muñeca que ha inspirado a generaciones enteras de niñas y mujeres a trascender las expectativas y roles impuestos por el patriarcado (“Tú puedes ser lo que quieras ser”, dice su icónico eslogan). Por otro lado, y paradójicamente, es también un icono asociado con ideales de belleza poco realistas que, para muchas niñas, también han sido dañinos.

Su debut en pantalla grande –en cines de México desde este 20 de julio– está consciente de estas paradojas desde el guión, escrito a cuatro manos por la también directora Greta Gerwig (Lady Bird) y su frecuente colaborador, Noah Baumbach (Frances Ha).

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Enfrentada con la tarea titánica de conseguir algo con un corazón e ingenio equiparables al de sus esfuerzos previos como directora, pero limitada por el ecosistema de rigidez corporativa propio de una gigantesca marca que cruza generaciones y fronteras; Greta logra salir, por lo general, airosa. Tanto así que, con la película de Barbie, ha dado a Mattel la mejor herramienta de marketing que los ejecutivos de la marca podrían haber soñado.

Por un lado, sí: Barbie es divertidísima

La historia de Barbie comienza en Barbieland, donde todas las muñecas Barbie llevan vidas perfectas y gratificantes (y además, están los muñecos Ken). Rutinas matutinas de ensueño, diversión en la playa, fiestas disco por la noche, y ellas lo gobiernan todo. Excepto que un día, la Barbie estereotípica (Margot Robbie) comienza a descomponerse: sus talones tocan el suelo, tropieza, desarrolla celulitis.

La Barbie rara (Kate McKinnon) le dice que hay algo mal con la niña que juega con ella en el mundo real. Así que ahora, la muñeca debería dejar Barbieland y viajar a la realidad para encontrarla y descubrir qué es lo que sucede, con un Ken (Ryan Gosling) a cuestas. Pero el par no tarda en darse cuenta de que el orden de las cosas es muy distinto en el mundo humano, y que la invención de las muñecas Barbie no fue la panacea feminista que ellas mismas creían ser.

Barbie
La película lidia con el legado de la muñeca por generaciones (Crédito: Warner Bros.)

Así, el guión de Gerwig y Baumbach se construye sobre la dicotomía entre el mundo de las muñecas y de un feminismo ingenuo; y el mundo real creado por y para perpetuar el patriarcado, mismo del cual Ken toma varias desafortunadas inspiraciones para Barbieland. En esa mezcla, también se cuestiona el legado de Barbie como marca (cuyo liderazgo, en realidad, está más equilibrado que en la película) y de Mattel como compañía.

Lo interesante es que Gerwig logra inyectar humor a todo el asunto, y la película es una ráfaga de bromas que abordan de manera incisiva y graciosa –aunque quizá un tanto superficial– temas tan variados como el acoso sexual, las relaciones de poder en el mundo corporativo y, sobre todo, las absurdas contradicciones del concepto patriarcal de feminidad.

Es el humor como caballo de Troya para reflexiones válidas e importantes que, incluso si permanecen un poco en lo superficial, serán relevantes para el público familiar –a final de cuentas, el objetivo de una producción así–.

Y en un guión que opera casi con precisión de relojito (hay un par de desvíos superfluos), nadie sale limpio, ni siquiera la propia marca Barbie. Por un segundo, parece un increíble ejercicio de autocrítica por parte de una megacorporación que, de pronto, se vuelve consciente de las bondades, contradicciones y perjuicios de su legado en la conciencia colectiva.

Un pensamiento del que, a pesar de mis constantes carcajadas durante todo el largometraje, no logré desprenderme del todo.

Cine para blanquear la imagen corporativa

La verdad sobre el cine hollywoodense actual, para bien y para mal, es que los estudios no apuestan por la riesgosa originalidad. Lo más seguro es irse por las propiedades intelectuales establecidas y reconocidas –sean superhéroes, series de televisión llevadas al cine o juguetes–. Y ese reconocimiento no suele dar espacio a demasiada creatividad.

Por el contrario, suele limitarla para permanecer siempre on brand. A pesar del supuesto control creativo que Greta y Robbie (en capacidad de productora) tuvieron sobre Barbie, la película no estuvo exenta de la microgestión corporativa que suele matar el alma de tantos proyectos antes de ver la luz.

En otras palabras, estas propiedades intelectuales suelen ser, a la vez, un marco de referencia inmutable y un abismo sin fondo que, en la mayoría de los casos, se traga cualquier tipo de inspiración por parte de los artistas que dedican su trabajo a ello.

Muy pocos logran trascender tales condiciones (considero que Greta, al menos, sí logra imprimir un sello distintivo en Barbie), pero siempre permanece la cuestión de que la película no existe por la película en sí, sino como otra pieza en la maquinaria de marketing de una megacorporación.

Barbie
Una propiedad intelectual corporativa que habla sobre feminismo y patriarcado (Crédito: Warner Bros.)

Vamos, esto de hacer películas para vender juguetes no es nuevo (¿alguien conoce Star Wars?). Y tampoco podemos negar la importancia de explicar los daños del patriarcado en términos accesibles y divertidos a una nueva generación de niños y niñas.

Pero es inevitable sentir un aire de hipocresía y pensar que la sensibilidad artística de Greta Gerwig queda, finalmente, subordinada a un blanqueamiento de imagen de una megacorporación (incluso si, como artista, esas no son sus intenciones).

¿Qué hemos de hacer como espectadores? No puedo pretender tener todas las respuestas, pero quizá sea cosa de tomar de la película aquello que nos sirve, y entenderla como lo que es: un producto corporativo por encima de obra de arte.

Por mi parte, reí, lloré, me divertí una inmensidad. Pero al correr los créditos de Barbie, casi podía escuchar una voz diciendo “Hey, sabemos que nuestra muñeca tiene una historia complicada y que nosotros sólo queremos tu dinero. Pero somos conscientes de ello hicimos una película divertida burlándonos del asunto. Ven a comprar nuestra muñeca”.

La verdad es que, al salir, hasta yo quería una.

Barbie llega a salas de cine este 20 de julio. Para comprar boletos y saber más de la película, entra aquí.

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