Películas

‘Halloween: la noche final’: sobre trauma, “terror elevado” y aterrizar de cabeza

Con motivo del estreno de Halloween: la noche final (Halloween Ends), que llega a salas de cine este 13 de octubre, The AV Club se sentó con John Carpenter, director de la película original de 1978 y compositor para esta última entrega, que concluye la trilogía iniciada con el reboot “suave” de 2018.

“¿Está familiarizado con el término ‘terror elevado’?”, le preguntó el entrevistador.

“No sé lo que significa”, respondió Carpenter. “O sea, podría adivinar lo que significa, pero realmente no lo sé”.

“La gente usualmente lo utiliza para referirse a películas de A24, o al terror muy cargado de metáforas”, aclaró el entrevistador. “El legado del diablo, Midsommar, esa clase de películas”.

A lo que el cineasta y músico simplemente respondió: “No tengo idea de lo que estás hablando”.

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Es una respuesta tan irónica como reveladora por parte de quien es considerado uno de los maestros del terror, responsable por la película fundacional de slasher. Seguro, Carpenter creó uno de los títulos más importantes del género con Halloween, pero más allá de establecer sus convenciones, no tenía pretensiones más elevadas que hacer de Michael Myers una personificación de la idea abstracta de un “mal” primigenio, tan impredecible como impávido e implacable.
En 1978, John Carpenter prácticamente creó las convenciones del slasher y a dos de sus íconos (Crédito: Compass International Pictures)
Cuatro décadas (y dos reboots) más tarde, el director David Gordon Green concluye la historia que inició con Halloween de 2018, misma que ignoraba todas las entregas previas (y su enredada mitología) salvo por la original, para la que funge como secuela. El director nos propuso aquí una historia más simple en la superficie, aunque con un subtexto que construye sobre la idea de Michael Myers como encarnación de la maldad. La trilogía de Green es una historia sobre el miedo, el trauma generacional y colectivo, y la posibilidad de sanar como individuos y como sociedad. ¿Terror elevado? En Halloween (de 2018), vemos cómo los acontecimientos de Halloween (de 1978) han marcado a Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) con estrés postraumático, un hecho que ha afectado su vida familiar y que es descaradamente explotado por los medios de comunicación. Su secuela, Halloween Kills: la noche aún no termina, retoma la historia exactamente donde termina su predecesora, y tiene la osadía de mandar a Laurie a la banca para enfocarse en el trauma colectivo. Un ensamble de residentes de Haddonfield –víctimas directas o indirectas de Myers– unen fuerzas para tomar la ley en sus manos y combatir al asesino ante el fracaso de las fuerzas legítimas del orden (con las feas consecuencias que ello conlleva). Con Halloween: la noche final, los guionistas Green, Paul Brad Logan Chris Bernier y Danny McBride cuentan una historia sobre las consecuencias del miedo, los prejuicios y la marginación instigados por ese trauma social. En papel, parece ser una progresión temática lógica, fascinante y redonda para una de las franquicias más importantes del terror cinematográfico. Pero Halloween: la noche final tiene dos problemas: estar repleta de ideas que contradicen los temas de sus predecesoras, y volver irrelevantes a sus dos personajes más importantes, únicamente para meterlos con calzador en su conclusión.

Halloween: la noche final no sabe qué historia contar

Antes de retomar la historia donde se quedó en Halloween Kills, la tercera parte de la trilogía nos presenta a un nuevo personaje: Corey Cunningham (Rohan Campbell), un joven que accidentalmente asesina a un niño mientras lo cuidaba una noche. El estigma lo condena a ser un paria sin prospectos hasta que la casualidad lo pone en el camino de Laurie, otra marginada. Ella se compadece de él y lo presenta a su nieta, Allyson (Andi Matichak).
Halloween: la noche final hace a un lado a sus personajes centrales en favor de Corey (Crédito: Universal Pictures)
Esto es cuatro años después de la última matanza de Michael Myers, quien desapareció sin dejar rastro luego de asesinar a la hija de Laurie, Karen (Judy Greer). Ahora, en vez de ser una sobreviviente paranoica por la posibilidad de que el victimario esté a la vuelta de la esquina, Laurie es una abuela que ha dejado el pasado atrás, cocina pays, escribe un libro y comparte casa con su nieta. Es una resolución que concuerda con las ideas de Kills, que explora las consecuencias de combatir el fuego con fuego. Si la primera entrega de la trilogía plantea que hay que hacer frente a la fuente del trauma para superarlo (de paso resignificando a la final girl y scream queen por excelencia), la segunda (con todo y su guión repleto de metáforas obvias y diálogos acartonados) propone que no hay que sucumbir al odio y la histeria. Así, Halloween: la noche final prácticamente hace a un lado y retira a Laurie Strode por la mayoría de su narrativa. En su lugar, la trama se enfoca en el repentino romance entre Allyson y Corey, este último moralmente castrado por una madre dominante, acosado por los abusadores locales y constantemente perseguido por el fantasma de la culpa. Su inestabilidad psicológica crece por minuto y, por razones que el guión nunca deja claras, la otrora brillante Allyson no puede evitar amarlo cada vez más. ¿Y dónde entra Michael Myers en todo esto? Sorpresivamente, el icónico villano de la saga no tiene mucho por hacer aquí. Para no revelar mucho sobre lo que sí hace, basta con decir que Halloween: la noche final juega con la idea de que esa maldad primigenia es contagiada o transmitida (por “infección”, como dice cierto personaje) por la alienación a la que sometemos a otros por nuestros miedos y prejuicios. Es un planteamiento interesante, pero el guión no tarda en tirarlo por la borda cuando, más tarde, cuestiona (y luego se responde a sí misma) si el mal nace o se hace. Una simplificación burda de una cuestión complejizada y explorada por las dos entregas previas.
Corey es un producto indirecto de la histeria colectiva retratada en Halloween Kills (Crédito: Universal Pictures)
Resulta un poco confuso, pues, que la promoción de esta película gire en torno al enfrentamiento final entre Laurie y Michael, cuando en sí mismos son casi irrelevantes en la trama. Para cuando llega el esperado encuentro (y vamos, no es un spoiler), se siente anticlimático: esta historia no es sobre ellos. Para Laurie, dejó de serlo desde Kills. Es una pena, porque Halloween de 2018 prometía mucho. Si la primera parte de la trilogía fue un osado salto hacia el “terror elevado” (lo que sea que eso signifique) que se tropieza en la segunda entrega, Halloween: la noche final es el equivalente a aterrizar de cabeza y romperse el cuello. Esperemos que Michael Myers no se vuelva a levantar. Halloween: la noche final ya está en salas de cine mexicanas. Para saber más de la película, ver el tráiler o comprar boletos, entra a este enlace.
Lalo Ortega

Lalo Ortega es crítico y reportero de cine, Maestro en Arte Cinematográfico por el Centro de Cultura Casa Lamm, y ganador del 10º Concurso de Crítica Cinematográfica Alfonso Reyes ‘Fósforo’ de FICUNAM 2020. Ha colaborado con Empire en español, Revista Encuadres, el Festival Internacional de Cine de Los Cabos, CLAPPER, Sector Cine y Paréntesis.com, entre otros. Actualmente es editor en jefe de Filmelier.

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