Probablemente la película que acabó de colocar a Luis Estrada en el mapa como uno de los principales exponentes de la sátira política en el cine mexicano, que refinaría después con propuestas como El infierno. Estrenada en 1999, ocaso del régimen de 70 años bajo el Partido Revolucionario Institucional (PRI), La ley de Herodes es ya un clásico que, en su microcosmos, expone cómo funciona el corrupto –y absurdo– sistema de la política mexicana bajo los dedazos, compadrazgos y el cinismo del partido. La historia se sitúa en el remoto y pobre pueblo de San Pedro de los Saguaros en 1949, cuando los habitantes ejecutan a su alcalde por intentar robar el dinero municipal. El PRI, de cara a unas importantes elecciones, decide poner a Juan Vargas (Damián Alcázar, en la primera de sus fructíferas colaboraciones con Luis Estrada) como un alcalde “títere” para controlar la situación entretanto. Pero las buenas intenciones iniciales de Vargas pronto se ven corrompidas por las retorcidas dinámicas de poder en el pueblo y en el partido, naturalmente resultando en un desastre.
En la misma línea que sus largometrajes previos, ‘La ley de Herodes’ y ‘Un mundo maravilloso’, el guionista y director mexicano Luis Estrada entregó con ‘El infierno’ un drama criminal con varios elementos de humor negro… muy, muy negro. Ganadora del Ariel de Oro como mejor película en 2011 (y nominada a otros trece galardones más), se trata de una película que brinda una mirada a la realidad de la marginalidad mexicana en sus aspectos más brutales y grotescos, que a pesar de su extrema violencia encuentra el modo de balancear el humor y la sátira social, gracias en buena parte a las magistrales actuaciones de Damián Alcázar como Benny, y Joaquín Cosío como el ya icónico “Cochiloco”. Una sátira fílmica esencial en la cinematografía mexicana contemporánea.
Dicen que los medios de comunicación son “el cuarto poder”, pero ¿qué pasa cuando son el poder más corrupto? ‘La dictadura perfecta’ es una sátira ácida, con humor negro como para causar indigestión, que critica la influencia de la televisión en la imagen pública de los políticos. Muy atinada para la vida política reciente de México, que seguro verán reflejada quienes la vivieron. No es casual poner a Sergio Mayer en la silla presidencial.
El director Luis Estrada (La ley de Herodes, El infierno, La dictadura perfecta) ya es bien conocido por sus sátiras sociales y políticas, y ¡Que viva México! se suma a su filmografía en la misma línea, contando la historia de un hombre de clase media (Alfonso Herrera), quien viaja con su esposa (Ana de la Reguera) e hijos a su ruinoso pueblo natal de La Prosperidad, donde su pobre familia lo espera para saber sobre la herencia que le ha dejado su abuelo. La película aborda aquí, de forma superficial y un tanto problemática, los conflictos, prejuicios y resentimientos de clase, sin llegar a plantear reflexiones y perpetuando muchos estereotipos. Con su duración por demás extensa, quizá valdrá más la pena para los seguidores más acérrimos de Luis Estrada. Lee más en nuestra crítica de ¡Que viva México!