Flow es, sencillamente, una de las películas más bellas de 2024 en términos tanto visuales como narrativos, y una de las animaciones más interesantes –y premiadas del año– por diversos motivos. Se trata de una producción letona que narra la lucha de un gatito por sobrevivir en un mundo misteriosamente inundado, aprendiendo a convivir con animales de otras especies a bordo de una barca. Simple, pero narrada de forma efectiva con puras imágenes, sin diálogos, consiguiendo una expresividad casi naturalista en los animales y una emotividad engañosa para su premisa tan básica, que se enfoca más en evocar compasión que en explicar sus misterios. Además, en términos de la industria de la animación, puede ser un parteaguas: fue realizada totalmente con el software open source Blender, lo que abre la puerta para que animadores independientes consigan realizar cine de animación de forma innovadora y sin las prohibiciones que representan otros costosos estándares de la industria.
Película que dará mucha nostalgia a quienes crecieron entre los años 90 y 2000. Pollitos en fuga (Chicken Run) es de esas películas que lo hacen todo bien de inicio a fin, empezando porque los directores Nick Park y Peter Lord refinan aún más la técnica de animación stop motion con arcilla vista en cortos como Wallace y Gromit. Además de eso, manteniendo la ambientación rural de la trama, Pollitos en fuga es una de esas historias que atrapan de inmediato con su historia de gallinas que buscan una mejor vida. Es sencilla en su historia y mensaje, pero su ejecución compleja se ha vuelto prácticamente atemporal. Incluso si siguen predominando las animaciones digitales, se trata de una película con encanto para todas las edades.
A 15 años de su estreno original en cines, Coraline y la puerta secreta se consolida como una obra maestra de Henry Selick, y de la animación en stop motion en general, por un sencillo hecho: verla en pantalla grande es una experiencia mágica. No se nota el paso del tiempo por esta adaptación de la novela de Neil Gaiman –y primera en la excelente filmografía de Laika Studios–, cuya mezcla de animación cuadro por cuadro con imágenes generados por computadora se mantiene tan espectacular como fascinante en su artesanía, de meticuloso cuidado en cada textura de la piel, cada pliegue de la ropa, cada detalle del diseño de escenarios y personajes, y cada rincón de su macabro universo. Coraline mantiene su lugar en lo más alto del cine de animación en stop motion, ahí donde reinan clásicos como El extraño mundo de Jack (también de Selick) o El cadáver de la novia (de Tim Burton).