Con Amor, mentiras y sangre (Love Lies Bleeding), la directora Rose Glass se consolida como una de las grandes promesas del terror y la fantasía. Porque, puede parecer extraño, pero su segunda película es un thriller de crimen y romance que inyecta elementos de horror corporal y surrealismo, con resultados tan cautivadores como polémicos. La historia, situada en Nuevo México de los 80, sigue a una empleada de gimnasio, Lou (Kristen Stewart), que se enamora de Jackie (Katy O'Brian), una fisicoculturista que va de paso a una competencia en Las Vegas. Sin embargo, una tragedia las arrastra a ambas hacia el mundo de la familia criminal de Lou, y la violencia no podrá contenerse. Por medio de su trama criminal y con un ácido y macabro sentido del humor también visto en Salvando almas (Saint Maud), su película previa, Glass ironiza sobre ideales románticos incompatibles con los patrones de conducta que, para bien y (sobre todo) para mal, son arrastrados a los vínculos amorosos. Lee más en la crítica completa de Amor, mentiras y sangre.
Desafiantes (Challengers) podría ser la película más madura del cineasta Luca Guadagnino, quien es considerado el más estadounidense de los cineastas italianos. A pesar de tener buenas películas en su historial, como Llámame por tu nombre, Desafiantes es aquella que asegura que Guadagnino es un director consagrado, que domina el lenguaje y sabe cómo jugar con los sentimientos del espectador. Todo esto, aquí, a partir de un juego de tenis que involucra a dos antiguos colegas (Josh O'Connor y Mike Faist) que se enfrentan en la cancha, pero dejan historias del pasado (contadas a través de flashbacks bien insertados) y en la relación con la esposa de uno de ellos (Zendaya). Al final, Guadagnino, con estilo y una buena dirección de reparto, demuestra que un juego de tenis también trata sobre relaciones, y que, al final, todo en el mundo se trata de sexo. Lee más en la crítica completa de Desafiantes.
Un melancólico drama queer de Andrew Haigh sobre sanar el dolor del pasado para poder abrirnos al futuro. Con discretos elementos de fantasía, Todos somos extraños (All of Us Strangers) es la historia de un solitario escritor, Adam (Andrew Scott, Fleabag), quien vive solo en una remota torre de departamentos de Londres, donde su único vecino es otro hombre llamado Harry (Paul Mescal de Aftersun). Sin embargo, se resiste al contacto con él. En busca de inspiración, decide viajar a la casa donde creció antes de la muerte de sus padres pero, para su sorpresa, se encuentra con que están vivos y felices de reencontrarse con él luego de tantos años. La película no se preocupa con explicaciones, pues su objetivo es contar una historia sobre conversaciones que nunca tuvieron lugar, disculpas que no llegaron y traumas que no fueron sanados, con poderosas actuaciones, bellísimas metáforas visuales y una banda sonora que sólo exalta su agridulce nostalgia. Lee más en nuestra crítica completa.




