Entre todos los clásicos del cine animado, y en particular los de Disney-Pixar, Toy Story tiene un lugar particular en la historia, pues abrió el camino para la animación por computadora y cambió al séptimo arte para siempre. Ante todo, la primera aventura de Woody y Buzz es una conmovedora, divertida e ingeniosa historia de amistad y lealtad, que ha impactado a generaciones de niños desde su estreno en 1995.
El segundo largometraje en la historia de Pixar tiene –más allá de sus obvios y controversiales paralelos con su contemporánea de DreamWorks, Hormiguitaz (Antz)–, claras alusiones al clásico de Akira Kurosawa, ‘Los siete samuráis’, en lo que podría definirse como una versión para niños sobre la misma historia de compañerismo y compasión ante una amenaza común. Quizá es de las películas menos recordadas del estudio, estrenada entre las dos primeras entregas de Toy Story, pero sin duda se mantiene entre sus mejores y más originales.
La segunda parte de la exitosa franquicia de Pixar tiene más – y mejor – de lo que hizo buena a la primera. Toy Story 2 tiene más entrañables personajes, muchísimo humor, animación mejorada y la suficiente profundidad para emocionar a los espectadores más chicos, pero también conmover a los grandes.
Para el cuarto largometraje en su ya larga trayectoria (después de las dos primeras Toy Story y Bichos), el estudio de animación Pixar volvió a basarse en una idea sencilla – ¿hay monstruos en el armario? – para construir todo un universo a su alrededor y hacer una película en él. Monsters, Inc. no sólo cuenta con un maravilloso elenco de actores (liderado por el gran John Goodman, Billy Crystal, Steve Buscemi y el legendario Frank Oz), sino que fue todo un hito en la industria de la animación, pues por medio de software de simulación permitió la animación de personajes con vastas cantidades de pelo, de forma que se viera natural y que fuera viable para la tecnología del momento. La película también tiene la distinción de haber sido nominada al recién instaurado Oscar al Mejor largometraje animado en 2002, aunque perdió contra Shrek, de DreamWorks.
Dirigida y coescrita por Andrew Stanton – quien ha trabajado en múltiples proyectos de Pixar en alguna capacidad –, Buscando a Nemo se convirtió en otro hito de la animación digital por parte del estudio (el fondo del mar nunca se había visto tan real en una película animada). La quinta película de Pixar podrá desarrollarse en la lejana Australia y tener animales marinos como protagonistas, pero en su corazón tiene una historia de amor paternal con la que todos pueden identificarse. Visualmente espectacular para los niños y conmovedora para los grandes.