Cronológicamente hablando, ‘X-Men Orígenes: Wolverine’ es la primera película en la cronología original de la saga mutante (abarca desde finales del siglo XIX y la década de 1970), si bien ‘X-Men: Primera generación’ podría ir por ahí. De todas formas hay algunas inconsistencias cronológicas. Tal como indica el título, esta película cuenta la historia de origen de James Howlett, a quien después el mundo conocería como Wolverine o Logan. Uno de sus grandes méritos es el gran carisma de Hugh Jackman en el protagónico, pero no basta para compensar las fallas en el guion o las pésimas elecciones del estudio (como transformar a Deadpool en un villano genérico, por ejemplo).
La primera película de ‘X-Men’ sentó la estética y lenguaje de la franquicia –y del cine de superhéroes– por un buen tiempo. Marcó época por demostrar que los personajes de los cómics podían cobrar vida, alimentando a toda una nueva generación de fans. En la trama conocemos la Escuela de Xavier para Jóvenes Dotados y a su fuerza oculta, los X-Men, equipo que usa sus superpoderes para contener cualquier amenaza contra el equilibro entre los homo sapiens (los humanos “normales”) y los homo superior (los mutantes). El elenco es fenomenal, con Patrick Stewart (en aquella época más conocido por ‘Star Trek’), Ian McKellen, Halle Berry, Anna Paquin (ganadora del Oscar con apenas 11 años), y el entonces desconocido Hugh Jackman. Claro que vista con la perspectiva actual, salen a relucir sus fallas, pero igual se trata de una sólida película de acción.
Continuación directa de la película anterior, con Wolverine integrado de lleno al grupo. Sin memoria de su pasado tras los eventos revelados en ‘Orígenes’, Logan parte en busca de la verdad a Canadá. Por otro lado, ‘X-Men 2’ expande el universo de la saga mutante, con nuevos personajes y conflictos. Es considerada por muchos el punto más alto de la trilogía original de la franquicia.
Es aquí que la primera trilogía de ‘X-Men’ se pierde totalmente. Debido a problemas detrás de cámaras, el director Bryan Singer dejó la producción y fue sustituido por Brett Ratner (‘Una pareja explosiva’). Estas complicaciones son aparentes en la obra final, que pierde por completo el enfoque y abandona las características que hicieron exitosas a sus predecesoras. De cualquier manera, ‘X-Men: La batalla final’ (‘X-Men: The Last Stand’) más o menos compensa esas carencias con efectos especiales aún más espectaculares.
Se trata de la segunda película en solitario de Wolverine, tiempo después de los acontecimientos de ‘X-Men: La batalla final’. Se trata de un buen rescate del personaje después del fracaso de ‘X-Men Orígenes: Wolverine’, además de la decepcionante conclusión de la trilogía mutante. La dirección, competente, corre a cargo de James Mangold (‘3:10 misión peligrosa’), y se trata de una adaptación libre de la miniserie de cómics ‘Wolverine’, creada por Chris Claremont y Frank Miller en los años 80. A pesar de su último acto, que cae en todos los clichés del cine de superhéroes, el resultado es interesante.