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‘Pantera Negra: Wakanda por siempre’ es un bello homenaje y un caos narrativo

Ha sido un largo y sinuoso camino a la pantalla para Pantera Negra: Wakanda por siempre (Black Panther: Wakanda Forever), que finalmente llega a salas de cine mexicanas desde este 9 de noviembre. El obstáculo más grande de todos, claro está, fue la repentina muerte de su protagonista, Chadwick Boseman, que lanzó una bola curva a la producción de Marvel Studios. A ello se sumaron una pandemia y controversias en el set con la actriz Laetitia Wright.

Con un guión prácticamente terminado a sólo unos pocos meses de iniciar el rodaje, el director y guionista Ryan Coogler se vio obligado a replantear totalmente su visión para la película. Marvel había decidido no sustituir a Boseman en el rol de T’Challa y, en vez de ello, se optó por centrar la historia en su hermana, Shuri (Wright).

Si bien Coogler afirma que muchos elementos del guión definitivo estaban ahí desde el inicio –y en efecto, hay una continuidad temática respecto a la primera Pantera Negra–, lo cierto es que pueden verse las costuras en el producto final. Más por necesidad que por omisión (aunque sí con algunas elecciones cuestionables), Pantera Negra: Wakanda por siempre se siente como una película ensamblada con pedazos de otras.

En parte, la trama de Pantera Negra: Wakanda por siempre se enfoca en el duelo de Shuri (Crédito: Marvel Studios)
La secuela comienza precisamente con una desesperada Shuri en su laboratorio, intentando recrear artificialmente la sagrada Hierba Corazón que otorga su poder a la Pantera Negra (recordemos que los cultivos de la planta fueron destruidas por el villano Killmonger en la primera entrega).

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La hierba es la última alternativa para salvar a T’Challa de una enfermedad desconocida. Sin embargo, mientras Shuri trabaja, aparece su madre, la reina Ramonda (Angela Bassett), para informarle que su hermano ha muerto. Shuri es consumida por la culpa mientras que la nación de Wakanda llora a su rey. La muerte de T’Challa, la última Pantera Negra, deja a Wakanda en una posición de aparente debilidad ante el resto del mundo. La codicia asoma su cabeza: por un lado, en la ONU, países reclaman que la nación africana ha incumplido su promesa de compartir el vibranio, valioso metal que le ha permitido un desarrollo tecnológico sin igual. Por el otro, Wakanda se enfrenta a invasiones de mercenarios que buscan saquear el recurso. Esto desencadena la serie de acontecimientos que involucra a los antagonistas de la trama, pues los Estados Unidos redoblan sus esfuerzos para encontrar vibranio en otros puntos del planeta. La invención de una universitaria genio, Riri Williams (Dominique Thorne) conduce al descubrimiento del metal en el océano Atlántico, donde los estadounidenses descubren la furia de Namor (Tenoch Huerta).

La veta anticolonialista de Pantera Negra

La inclusión (y reinvención) de Namor para Pantera Negra: Wakanda por siempre es uno de los aspectos más interesantes de la producción, y es crucial para dar continuidad a los temas explorados en la primera entrega. En los cómics, Namor es un poderoso mutante que gobierna sobre el reino submarino de Atlantis. Para la película, toda la mitología alrededor de Namor es trasladada al mundo mesoamericano prehispánico. Aquí, él es el rey de Talokan, una sociedad desprendida de los antiguos mayas luego de que el contacto con otra fuente de vibranio los convierte en seres acuáticos.
Aquí no hay Atlantis: Talokan es una sociedad inspirada en las culturas prehispánicas (Crédito: Marvel Studios)
Así como Wakanda ha prosperado durante milenios al ocultar su existencia del resto del mundo, el cobijo de las profundidades ha permitido a Talokan florecer en paz, lejos de las garras colonizadoras que, por siglos y aún hasta la actualidad, buscan apoderarse de sus valiosos recursos naturales. Desde su primera entrega, la saga de Pantera Negra se ha tratado sobre la reivindicación de las culturas colonizadas y explotadas en favor del Occidente blanco. La ficticia nación de Wakanda ha fungido como un dispositivo para imaginar una África no colonizada, próspera gracias a sus recursos y con su cultura intacta. Talokan pretende ser una continuación de esta idea y, al mismo tiempo, contrasta a Wakanda con su antítesis ideológica. Mientras que Wakanda ha mantenido la neutralidad en nombre de la paz, Namor no teme llevar a Talokan a la guerra con el mundo de la superficie –Wakanda incluida– si eso representa asegurar la subsistencia de su pueblo. ¿Pueden las dos naciones ser aliadas cuando sus posturas son contradictorias entre sí? La exploración de la temática anticolonialista es, en papel, uno de los puntos fuertes de esta entrega. También es loable que Ryan Coogler haya decidido darle continuidad, pues esto hace de esta la saga la más sustanciosa, por mucho, en todo el Universo Cinematográfico de Marvel (que tampoco es decir mucho).
Namor no teme tomar medidas radicales para defender a su gente. (Crédito: Marvel Studios)
Sin embargo, Pantera Negra: Wakanda por siempre tampoco logra llevar esas ideas mucho más lejos. En el camino, se enreda con las vueltas que debe dar para justificar la ausencia de Boseman y el ascenso de Wright como protagonista de la saga, así como el exceso de referencias obligado por Marvel Studios.

La “fórmula Marvel” acaba perjudicando a Pantera Negra: Wakanda por siempre

Toda película de Marvel (al menos las que son “en solitario” y no ensambles como Los Vengadores) debe tener un protagonista claro. Wakanda por siempre se quedó sin el suyo a punto de arrancar el rodaje. Había que trazar ese camino ahora para Shuri, quien no era más que un personaje secundario en todas sus apariciones hasta ahora. Eso dejaba bastante terreno por cubrir para una secuela cuyo guión, de por sí, ya tenía bastantes personajes y temas. El proceso de Shuri de la culpa, al duelo, para pasar por la aceptación y caer en la ira vengativa, tiene sentido, además de un fundamento establecido desde la primera entrega de Pantera Negra. El problema es toda la paja que hay de por medio. Hay personajes de entregas pasadas de la franquicia que son reintroducidos sin mucho propósito para la trama. Everett Ross (Martin Freeman) es prácticamente inconsecuente, como lo es Valentina Allegra de Fontaine (Julia Louis-Dreyfus), quien fue introducida en Black Widow. Nakia (Lupita Nyong’o) tiene un impacto menor en la historia principal, con su relevancia prácticamente relegada a la escena poscréditos.
Lupita Nyong’o es una actriz ganadora del Oscar, pero Pantera Negra: Wakanda por siempre no le da mucho que hacer(Crédito: Marvel Studios)
Y luego está la introducción de Riri Williams, quien es básicamente un personaje Macguffin hasta que es insertada en la secuencia climática. Está claro a estas alturas que el plan de Marvel Studios es presentar, uno por uno, a los jóvenes héroes que eventualmente formarán la alienación de los Young Avengers. Sin embargo, esta práctica de incluir a personajes nuevos donde no son realmente necesarios solo inflan la narración y el tiempo del metraje (la película dura casi tres horas). En otras palabras, si bien Pantera Negra: Wakanda por siempre hizo lo que pudo con una serie de obstáculos desafortunados e inevitables, y aunque rinde un respetuoso homenaje a Chadwick Boseman, el resultado palidece en comparación con su predecesora. La narrativa sufre por los constantes desvíos a tramas innecesarias y, si bien hay escenas de acción dignas de mención (ver a Namor luchar es sencillamente espectacular), la producción es aquejada por secuencias de acción poco imaginativas y el abuso del CGI cada vez más frecuente en la franquicia. Con esto, Marvel Studios cierra la “Fase 4” de su narrativa multimediática. Esperemos que la calidad mejore para las próximas entregas, pero a juzgar por el ritmo de los futuros estrenos, no nos hacemos esperanzas. Pantera Negra: Wakanda por siempre ya está en salas de cine. Para saber más de la película, ver el tráiler o comprar boletos, entra aquí.
Lalo Ortega

Lalo Ortega es crítico y reportero de cine, Maestro en Arte Cinematográfico por el Centro de Cultura Casa Lamm, y ganador del 10º Concurso de Crítica Cinematográfica Alfonso Reyes ‘Fósforo’ de FICUNAM 2020. Ha colaborado con Empire en español, Revista Encuadres, el Festival Internacional de Cine de Los Cabos, CLAPPER, Sector Cine y Paréntesis.com, entre otros. Actualmente es editor en jefe de Filmelier.

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