Un cocinero de mentanfetaminas lleva a la parte de atrás de una alejada cafetería a un testigo que debe silenciar. Sin embargo, allí se encuentra con un ex jefe retirado de la policía que evitará la ejecución. Su intervención lo convertirá en el blanco de todo un grupo de mafiosos y en el nuevo testigo ocular que debe ser silenciado antes de que el negocio de drogas ilícitas peligre. La forma más fácil de atacarle será metiéndose con su familia.
En una época en la que el cine de terror se vale de sustos artificiales y efectos cada vez más escandalosos, resulta refrescante ver una película que hace todo lo contrario: tensión pura en la imagen con diálogos mínimos (Alfred Hitchcock estaría orgulloso). Esto le valió halagos de la crítica a Un lugar en silencio (A Quiet Place) segundo largometraje dirigido por el actor John Krasinski (a quien seguro reconoces por la versión estadounidense de The Office), y también protagonizado por su esposa, la gran Emily Blunt. Si quieres una gran película de terror y suspenso – y una clase de cómo hacer buen cine – llegaste al lugar correcto.
Después de sorprender con la primera Un lugar en silencio, el cineasta y actor John Krasinski (conocido por su personaje en The Office) regresa al universo apocalíptico de su creación. En Un lugar en silencio: Parte II (A Quiet Place Part II) seguimos los acontecimientos inmediatamente posteriores de lo visto en la primera entrega, con Krasinski haciéndose hueco al inicio del largometraje, para participar en una escena que arranca la respiración con el inicio de la invasión de los monstruos que se guían por el sonido. Tristemente, aquí no hay la misma fuerza y originalidad que vimos antes, y el cineasta no encuentra los medios para sorprender como lo hizo al presentarnos este mundo devastado y en silencio. Incluso queda la duda de si hacía falta una secuela. Sin embargo, esta segunda parte también tiene sus méritos, pues es un entretenimiento auténtico de escapismo puro. El tiempo pasa rápido y hay buenos sustos, incluso si los niños son más aburridos que nunca y Emily Blunt se nota más apagada que en la primera película. A final de cuentas, es buen entretenimiento con su historia de una familia buscando sobrevivir, sumando Cillian Murphy redondeando el elenco con un buen personaje.
Del dúo de directores austriacos Veronika Franz y Severin Fiala (responsables por la aterradora ‘Buenas noches mamá’), ‘La cabaña siniestra’ es su segundo largometraje de ficción y, a juzgar por el resultado, se consolidan en el selecto grupo de autores cinematográficos contemporáneos que los aficionados al terror no deben perder de vista (junto a otros como Robert Eggers, director de ‘El faro’; y Ari Aster, director de ‘Midsommar’ y ‘El legado del diablo’). Con ‘La cabaña siniestra’, Franz y Fiala se anotan otro éxito en el terror psicológico, con una película construida alrededor de una atmósfera de profunda soledad y un personaje principal cuya percepción es incierta, ambigua y, por lo tanto, escalofriante. Con su brutal actuación en esta película, la gran Riley Keough también se confirma como una de las actrices más efectivas en el género (después de otras sólidas propuestas como ‘Viene de noche’ y ‘El misterio de Silver Lake’). Además, es acompañada por otras dos jóvenes promesas que ya han dejado huella en el terror: Jaeden Martell (‘It: capítulo dos’) y Lia McHugh (‘La llegada del Diablo’).
Dirigida por Steven Soderbergh y basada en una fascinante historia real (aunque con algunas licencias creativas), ‘Erin Brockovich: Una mujer audaz’ es un drama legal que se sostiene por la interpretación de Julia Roberts en el papel protagónico. Su trabajo le valió, por fin, el Óscar como mejor actriz.