Crítica de ‘Abigail’: diversión terrorífica pura Crítica de ‘Abigail’: diversión terrorífica pura

Crítica de ‘Abigail’: diversión terrorífica pura

‘Abigail’ aprovecha al máximo el humor de su premisa sobre una vampira infantil en tutú. Checa la crítica de la película a continuación.

Lalo Ortega   |  
18 abril, 2024 5:42 PM
- Actualizado 25 abril, 2024 2:34 PM

Los vampiros han sido explotados hasta el cansancio en el cine, incluso en años recientes, con resultados muy irregulares. Nada más en 2023, por sí sola, Universal Pictures lanzó Renfield (una terrible parodia de su Drácula clásico) y Drácula: Mar de sangre (todo un largometraje inspirado en un capítulo de la novela original). Con Abigail, que llega a salas de cine mexicanas este 18 de abril, la dupla de cineastas Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett demuestran que no siempre es necesario reinventar la rueda: sólo hace falta divertirse con ella.

Después de todo, estos son los directores detrás de la genial Boda sangrienta (además de la más irregular, pero exitosa, recuela de Scream). Más demostración no se necesita de que hacer terror con un subtexto interesante y una buena dirección, no tiene por qué ser contrario a la diversión. O, por lo menos, a saber en qué momentos dejarse llevar.

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Y si bien Abigail no alcanza las alturas de Boda sangrienta, sí vuela bastante alto. Logra ser una de las mejores películas de Gillett y Bettinelli-Olpin que, con toda probabilidad, arrancará carcajadas en la sala de cine.

Abigail (no es) otra película de vampiros

La premisa de Abigail es simple. Un grupo de criminales son reclutados de forma anónima para secuestrar a una bailarina de 12 años (Alisha Weir, del musical Matilda), hija de un criminal misterioso y poderoso. Han de llevarla a una vieja mansión remota y vigilarla toda la noche, mientras su empleador (Giancarlo Esposito, de Breaking Bad) negocia el millonario rescate.

La única regla dentro del grupo es que no pueden decirse sus verdaderos nombres, para protegerse en caso de captura. Cada miembro, casualmente, tiene talentos distintos, desde fuerza física a medicina y computación. Están “Joey” (la mexicana Melissa Barrera), el estratégico “Frank” (Dan Stevens), “Rickles” (Will Catlett, Mil uno), la hacker “Sammy” (Kathryn Newton, Freaky), el fortachón “Peter” (Kevin Durand, Tragedy Girls) y el conductor, “Dean” (Angus Cloud de Euphoria, en su último rol póstumo).

Sin embargo, no tardan mucho en descubrir la temible reputación del padre de la niña, y peor aún: que Abigail no es realmente ni una niña ni su rehén, sino que es una vampira y están en su trampa. Habrán de trabajar juntos para sobrevivir, pero dados los choques de egos y personalidades, será más fácil decirlo que hacerlo.

Resulta un tanto contraproducente e irónico que Abigail demore tanto en revelar la verdad sobre su antagonista, cuando prácticamente todo material promocional de Universal Pictures nos lo dice desde el principio. No hay un halo de misterio real alrededor del asunto, así que tampoco hay sorpresa real (algo que, por ejemplo, Del crepúsculo al amanecer manejaba bastante bien). Pero al menos ese tiempo “muerto” en el primer acto brinda exposición útil para el sexteto de personajes, sus motivaciones y dinámicas. Tampoco hay que encariñarse: todos van a morir, obviamente.

Abigail
Cuando llega la comida a domicilio (Crédito: Universal Pictures)

El juego de expectativas es el arma de doble filo que Gillett y Bettinelli-Olpin (y sus guionistas, Stephen Shields y Guy Busick) logran utilizar, por lo general, a su favor. Es claro que no todos los personajes sobrevivirán para contar el encuentro con la bailarina vampírica en tutú. Las preguntas se vuelven más divertidas: no es cuestión de “si” o “quiénes”, sino de “cómo” y “cuándo”.

Y esto hace las cosas divertidas en Abigail, pero lo mejor es la forma en que los directores y guionistas retuercen las convenciones de la ficción vampírica en incógnitas, emulando un poco la autoconciencia de Los muchachos perdidos (The Lost Boys). Cuando se trata de un mundo en el que los vampiros no deberían existir, ¿qué se puede esperar cuando aparece uno de verdad? ¿Podrá volar y transformarse? ¿Será vulnerable a los ajos, crucifijos y estacas? ¿Le brillará la piel, acaso?

Las respuestas llegan cuando llegan, y por un lado, los directores se divierten con ello. Por otro, cabe decir que el elenco es espectacular, y el trabajo de casting es perfecto. Quien haya visto a Dan Stevens en la abismal Godzilla y Kong de este año, jamás pensaría que tiene semejante talento para la comedia. Kathryn Newton, con facilidad, es el elemento más gracioso de toda la película.

Y luego está Melissa Barrera, que más allá de consolidarse con Abigail como la máxima scream queen de su generación, logra caminar la finísima línea entre el humor y la tragedia. Su personaje es, a la vez, el ancla lógica ante una ridiculez, pero también brinda el necesario dramatismo y moralidad a lo que, de otra forma, sería un baño de sangre y bromas. Su infame despido de Scream 7 es poca cosa ante lo que consigue aquí.

Melissa Barrera en Abigail
Melissa Barrera logra mantener todo aterrizado, incluso ante los absurdos más extremos (Crédito: Universal Pictures)

En buena medida es gracias a Barrera que, a pesar de que la película lleva las cosas casi demasiado lejos, y casi por demasiado tiempo (el metraje está cerca de las dos horas), no acaba cayendo en la comedia barata y absoluta. Eso y una dirección confiada de Gillett y Bettinelli-Olpin, quienes saben aplicar las dosis correctas de terror, comedia y drama en los momentos adecuados.

Quizá haya dos razones por las que Abigail no alcanza las alturas de Boda sangrienta. Una de ellas, es que no aspira a un subtexto más rico, como sí lo tenía su predecesora al respecto del privilegio y el esnobismo: aquí sólo estamos ante algo muy divertido, con algún comentario perdido por ahí sobre paternidades y maternidades frustradas.

Y la otra es lo dicho: que no reinventa la rueda. Pero cómo se divierte haciéndola rodar, volar y explotar.

Abigail ya está en cartelera. Compra tus boletos para verla en cines.