Crítica de ‘Guerra civil’: Narciso americano Crítica de ‘Guerra civil’: Narciso americano

Crítica de ‘Guerra civil’: Narciso americano

Alex Garland entrega en ‘Guerra civil’ una distopía cuyo espectáculo contraviene a sus intenciones. Checa la crítica a continuación.

Lalo Ortega   |  
12 abril, 2024 6:18 PM
- Actualizado 18 abril, 2024 5:44 PM

Es curioso que el cineasta Alex Garland (Ex-máquina, Aniquilación) hable de su nueva película, Guerra civil (Civil War) –en cines mexicanos desde el 11 de abril– en términos de cine antibélico. ¿La razón? Porque tiene sorprendentemente poco qué decir sobre la guerra en sí misma.

En buena parte, la promoción de la película ha destacado más su trasfondo político. Garland –guionista y director– nos presenta un futuro cercano y distópico, en el que los Estados Unidos están tan políticamente polarizados bajo un régimen corrupto y autoritario, que han caído en una violenta guerra civil entre múltiples facciones (no hace falta hablar del oportunismo del estreno, en pleno año electoral para el país).

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Mientras tanto, por el lado bélico, el atractivo radica en el hecho de que, tras su primera guerra civil en el siglo XIX (y la invasión a Pearl Harbor, tema aparte), los estadounidenses no han sufrido un conflicto armado en su propio territorio.

La guerra, para ellos, ha existido como una paradoja profundamente arraigada en su identidad –reforzada y hasta idealizada por el cine–, pero siempre librada en tierras extrañas y lejanas: Vietnam (Apocalypse Now) o Irak (Zona de miedo). ¿Cómo se ve la guerra moderna en casa y qué podría desatar tal catástrofe?

Guerra civil logra hacer espectáculo del conflicto, de una forma que resulta impactante y hasta escalofriante en una sala de cine. Pero difícilmente podría decirse que es antibélica, porque realmente no es una película sobre la guerra. Es una película sobre el rol que juegan los medios de comunicación y el periodismo en medio de un conflicto armado, y se presta para más cuestionamientos por ese lado.

Sobre la fotografía

“Por medio de la fotografía (…) entablamos una relación de consumo con los acontecimientos, tanto de los que son parte de nuestra experiencia como los otros, y esa distinción entre ambos tipos de experiencia se desdibuja precisamente por los hábitos inculcados por el consumismo.”

Susan Sontag, Sobre la fotografía (1977)

Comencemos por el hecho de que los protagonistas de Guerra civil no son militares ni rebeldes, sino periodistas y fotógrafos. Está Joel (Wagner Moura, Narcos), periodista que une fuerzas con la renombrada fotógrafa Lee Smith (Kirsten Dunst, El poder del perro) para emprender el peligroso viaje en auto a Washington, D.C., esperan entrevistar al atrincherado presidente (Nick Offerman, The Last of Us). Se suman al viaje el veterano periodista Sammy (Stephen McKinley Henderson, Duna) y la joven Jessie (Cailee Spaeny, de Priscilla), quien aspira a ser fotógrafa de guerra profesional.

Es interesante, también, el hecho de que Garland estructura su guión como una road movie, quizá el género cinematográfico más estadounidense después del wéstern. Y como toda road movie, ha de ser un retrato a grandes pinceladas de la realidad contemporánea.

Si Easy Rider fue una mirada retrospectiva al fracaso de la contracultura de los 60, aquí el director ve hacia un futuro hipotético, en teoría cercano pero plausible, donde la polarización interna ha traído las mismas consecuencias que los Estados Unidos han exportado a otros rincones del mundo. Garland plantea, por medio del personaje de Kirsten Dunst, una pregunta existencial sobre el periodismo: “Cada vez que sobrevivía a una zona de guerra, creía que estaba enviando una advertencia a casa: ‘no hagan esto’”, se lamenta ella en una escena. “Pero aquí estamos”.

Podría pensarse que el grupo de periodistas emprende el road trip más jodido del mundo, como si alguna verdad estuviese aguardando en Oz, al final de un camino amarillo regado de cadáveres, sangre e incontables familias desplazadas. Pero no: el trabajo periodístico –según nuestros personajes– no está en reflexionar, sino en comunicar para que otros reflexionen.

Cailee Spaeny y Wagner Moura en Guerra civil (Civil War)
Guerra civil es una road movie por Estados Unidos en un conflicto distópico (Crédito: Diamond Films)

En la teoría periodística, el amo al que sirven los periodistas es “la verdad”, un ideal abstracto que, luego de ser filtrado por inevitables sesgos ideológicos, se traduce en “la noticia”, el acontecimiento del momento. En Guerra civil, podría pensarse que es así: nuestros héroes corren contra el tiempo para conseguir una declaración del presidente antes de su inminente captura.

Pero la forma en que Garland los escribe y filma denota otras intenciones. El personaje de Wagner Moura, por ejemplo, parece ejercer el periodismo casi por deporte, en busca del siguiente golpe de adrenalina. El de McKinley Henderson parece estar en un viacrucis, el periodista veterano persiguiendo la noticia de su vida, en parte por el deber de informar, en parte para coronar una carrera ralentizada por la vejez.

Spaeny es el sustituto de la audiencia en Guerra civil, una Dorothy destinada a ver la inocencia de su mirada fotográfica corrompida por las verdades de la crueldad y la violencia. Es ella quien transita el camino desde la noble vocación periodística hacia el hambre por alimentar la bestia informativa. A través de ella, se despiertan preguntas sobre el propósito del periodismo de guerra en sí. ¿De qué sirve la advertencia de las imágenes más brutales, calculadas para capturar el momento preciso de la muerte, si ya es demasiado tarde para la reflexión?

Guerra civil: onanismo apocalíptico y distopía pictórica

No es difícil simpatizar con nuestros personajes, que se someten a riesgos sólo superados por los de las propias fuerzas armadas, para conseguir una declaración o una imagen. Pero en tal distopía, sería un suicidio casi inútil: el periodismo sólo contribuye a la maquinaria del caos informativo, donde la compulsión por consumir imágenes de los acontecimientos supera cualquier propósito –noble o no– de quienes las crean. Aunque Garland tampoco nos muestra a esos consumidores de información. Quizá ese es el punto.

“La guerra y la fotografía ahora parecen inseparables”, escribía Sontag en los 70, cuando las fotografías aún se creaban con película, como hacen las fotógrafas de Guerra civil. “Una sociedad que impone como norma la aspiración a no vivir nunca privaciones, fracasos, angustias, dolor, pánico, y donde la muerte misma se tiene no por algo natural e inevitable sino por una calamidad cruel e inmerecida, crea una curiosidad inmensa sobre estos acontecimientos; y la fotografía satisface parcialmente esa curiosidad. La sensación de estar a salvo de la calamidad estimula el interés en la contemplación de imágenes dolorosas, y esa contemplación supone y fortalece la sensación de estar a salvo”.

Kirsten Dunst en Guerra civil (Civil War)
Para una película sobre documentar la violencia, Guerra civil se cuestiona muy poco cómo la representa (Crédito: Diamond Films)

Si el cine es heredero de la fotografía, Guerra civil se siente menos como una disuasión y más como una exaltación consumista para un Narciso colectivo fijado frente al estanque, demasiado ensimismado con su autodestrucción como para hacer algo y evitarla. ¿Cuál es el punto de documentar la brutalidad si, incluso cuando sucede en casa, la imparable máquina informativa nos limita a consumir, olvidar y hasta negar la realidad?

Es la máxima fantasía de onanismo comunitario y apocalíptico: en el apartado técnico, Garland es impecable (e implacable) para crear una visceralidad casi repugnante en la violencia estúpida que derrama de la pantalla y revienta las bocinas. En ese sentido, es casi pornográfica: no por pobreza técnica (que no es el caso), sino por la fetichización de lo que representa.

Y al comienzo del viaje, compartimos el dolor que Spaeny nos transmite con la más mínima expresión. Sentimos su repulsión cuando encara la muerte sin sentido, hasta que su inevitable insensibilización se percibe casi como parodia. Jessie sigue su descenso imparable, condenada por las expectativas del periodismo.

Pero al otro lado de la pantalla, quizá vale la pena detenerse y tomar distancia. Para reflexionar la guerra en términos antibélicos, habría que comenzar por no hacer de ella una fantasía, y mucho menos un espectáculo.

Guerra civil tiene pre-estreno en cartelera, y llega a más salas el 18 de abril. Compra tus boletos para verla en cines.