Crítica: ‘La sirenita’ es una película genérica, pero aún encantadora
(Crédito: Disney)
¿Sabes cuando alguien muy querido te llama o te envía un mensaje y no tiene absolutamente nada nuevo que decirte? Es como una charla sin sentido que no llega a ningún lado, pero que de todas formas abraza el corazón, pues se trata de una persona que te importa. Extrañamente, esa es la sensación que transmite La sirenita (The Little Mermaid). La adaptación en acción real (o live action) de Disney llega a cines de México este 25 de mayo.
La historia, en resumen, es la de siempre: Ariel (Halle Bailey) es una joven e ingenua sirena que hace un trato con Úrsula (Melissa McCarthy), una bruja marina, para intercambiar su hermosa voz por piernas humanas, de manera que pueda descubrir el mundo sobre el agua e impresionar al encantador príncipe Eric (Jonah Hauer-King). También contamos con los eternos compañeros de la sirena: Sebastián (Daveed Diggs), Flounder (Jacob Tremblay) y Scuttle (Awkwafina).
¿Es La sirenita una buena película?
En resumen, sí. Es una película agradable de ver. Las canciones están bien coreografiadas por Marshall, un experto en el tema, aunque los efectos especiales son el punto débil de la producción. Después de todo lo que James Cameron hizo en Avatar 2, un fondo marino sin naturalidad resulta extraño y anticuado. Las colas de las hermanas de Ariel parecen peces del mercado con colorante, y todo se ve artificialmente exagerado. Sin embargo, de nuevo, las canciones funcionan. Ya sea debajo del agua o en la superficie, son emocionantes y divertidas. “Kiss the Girl” sigue siendo la más bailable y graciosa, ahora con una breve actualización de la letra por Lin Manuel Miranda, mientras que “Under the Sea” solo se queda un poco atrás debido a su dependencia en los efectos. Por su parte, “Part of Your World” es la que más conmueve, sacude y hace que las lágrimas fluyan, al igual que en la película animada.
Y estas canciones funcionan no sólo gracias a la habilidad de Marshall, sino también al excelente elenco. Todos están muy bien: desde la inaudita villana interpretada por McCarthy (¿Podrás perdonarme?), pasando por un convincente Javier Bardem como Tritón (Sin lugar para los débiles) y la gran cereza del pastel: Halle Bailey. A pesar de los ataques que recibió en las redes sociales, demuestra con creces que merece el papel: su voz es angelical y ella encarna a la sirenita, ni más ni menos. Además, vale la pena destacar una diferencia fundamental entre la animación de 1989 y la nueva versión de La sirenita: el romance entre Ariel y Eric es mucho más profundo. Mientras que la animación se basa en una flechazo, el live action tiene una trama mucho más estructurada y adecuada a lo que vivimos hoy en día. Ariel no se enamora por casualidad, hay una personalidad en Eric que, combinada con la personalidad de Ariel, genera una pasión que no puede ser ignorada.
Y aquí llegamos a esta pregunta central. A medida que avanzaba la película, incluso con sus buenos elementos, no podía dejar de preguntarme: ¿qué necesidad? La mayoría de las escenas son un reflejo absoluto de lo que ya hemos visto en la animación. Al igual que en La bella y la bestia y en El rey león, falta creatividad. Tampoco hay escenas que, con actores reales, se vuelvan más intensas o divertidas, lo que hace que Aladdín, por ejemplo, sea una película tan colorida y divertida. Y hay una sola respuesta, que sinceramente es bastante obvia: dinero. Disney quiere los millones que fluirán simplemente por hacer una película genérica, sin vida ni personalidad, pero que atrae al público por la nostalgia. Esa es la clave, no la calidad. Es difícil, teniendo en cuenta todo esto, evitar que la frustración se apodere. Es una película que parece no tener nada artístico, nada que revele su propia personalidad.
Periodista especializado en cultura y tecnología, con seis años de experiencia. Ha trabajado en Estadão, UOL, Yahoo y otros grandes sitios, siempre hablando de cine, innovación y tecnología. Actualmente es editor de Filmelier.