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Crítica de ‘Ahsoka’, episodio 8: crisis de identidad
El final de temporada de ‘Ahsoka’ emociona, pero su historia es demasiado dispersa y dependiente del fanservice. Checa la crítica.
Incluso si su creador y showrunner, Dave Filoni, no lo admitió del todo, la serie de Disney+Ahsoka prometía ser casi como una quinta temporada de la serie animada Star Wars Rebels, con un considerable salto en el tiempo. Dicha promesa queda cumplida incuestionablemente con el episodio 8, final de la primera temporada, incluso si Filoni quiere insistir en lo contrario.
La conclusión de la temporada, en consecuencia, padece una crisis de identidad notable, provocada por la marvelitis crónica que aflige a prácticamente cualquier franquicia bajo el paraguas de Disney. Todo debe estar conectado y todo debe tener fanservice, incluso si es en detrimento de una historia que, a lo largo de ocho episodios, debió ser más interesante.
Ahsoka, pero también Ezra, Thrawn, Sabine, Anakin…
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Hay que decirlo: tan gratificante como puede ser ver de nuevo en pantalla a personajes queridos, es complicado que esa emoción pasajera pueda cargar una historia más allá de un episodio. Rara vez lo consigue por más de unos minutos después de la impresión inicial. Así tenemos, por un lado, un final de temporada que es emocionante en el apartado de acción pura, con combates, persecuciones y hasta demostraciones de las escalofriantes habilidades de las Brujas de Dathomir que, por momentos, convierten a esta serie de Star Wars en una película de zombis. El Gran Almirante Thrawn (Lars Mikkelsen) se consolida así, sin duda, como uno de los antagonistas más singulares e imponentes de la saga. Pero, por otro lado, la serie ha abarcado tantos hilos narrativos, de forma tan irregular a lo largo de su primera temporada, que las resoluciones (las que sí llegan, al menos) se tienen apuradas y torpes en el episodio 8. Si bien Eman Esfandi hace un buen trabajo como Ezra Bridger con sus pocos minutos en pantalla, realmente hemos conocido poco de esta versión del personaje. Toda simpatía por él queda subordinada a las expectativas de quienes lo hayan conocido en Star Wars Rebels.
Y queda, también, la relación de Sabine Wren (Natasha Liu Bordizzo) con Ahsoka (Rosario Dawson), fracturada al comienzo de la serie y saneada de una forma que casi se siente arbitraria. Ambas mujeres apenas comparten tiempo en pantalla por buena parte de la temporada. No sólo la reconciliación llega con una charla, sino que, de pronto, Sabine acaba lo suficientemente motivada para progresar todo lo que no había podido como Jedi en cuestión de minutos. El promisor tópico de maestros y aprendices de Ahsoka acaba, así, desvirtuado. Con tantos otros personajes a su alrededor, la protagonista incluso termina opacada. Su gran evolución como personaje no es conseguida por sí misma, sino por cameos arbitrarios ideados para apelar a la euforia del fanservicepor vía del personaje más gastado de la franquicia. Ahsoka Tano es un personaje más en su propia serie.
Y luego, la marvelitis…
Como sucede en toda franquicia de Disney en estos días, las series de Star Wars no pierden la oportunidad de reforzar sus nexos con otros títulos de la saga, incluso si las menciones no suman gran cosa a la historia que se está contando. El episodio 8 de Ahsoka no perdió la oportunidad de reiterar hechos mencionados en la tercera temporada de The Mandalorian, dejando ver un poco de lo que Lucasfilm tiene preparado para el futuro de Star Wars en las series establecidas por Filoni. Claro que quedan otras incógnitas en el aire para la obligada segunda temporada. Lamentablemente, debido a la muerte de Ray Stevenson previo al estreno de la serie, no parece que todos los hilos narrativos presentados vayan a dar frutos como se planeó. Al menos no sin traer a un actor nuevo al rol de Baylan Skoll, quien junto con Shin Hati (Ivanna Sakhno) se mantienen como los personajes más misteriosos de Ahsoka.
Lo que nos queda, es una primera temporada irregular, cuya historia usó el fanservice con descaro como muletilla, y que bien podría haberse contado en cinco o seis episodios. Con The Mandalorian también padeciendo de lo mismo, habrá que ver si futuras entregas logran mantener el interés hasta la prometida culminación del Mandoverse. Por ahora, las probabilidades no son muy buenas. Pero como dijo cierto contrabandista y héroe de la Rebelión: “Nunca me digas las probabilidades”.