‘El callejón de las almas perdidas’: Guillermo del Toro y el amor por la decadencia humana ‘El callejón de las almas perdidas’: Guillermo del Toro y el amor por la decadencia humana

‘El callejón de las almas perdidas’: Guillermo del Toro y el amor por la decadencia humana

Recién llegada a salas de cine mexicanas, ‘El callejón de las almas perdidas’ brinda la perspectiva triste –aunque enamorada– característica del cineasta mexicano.

27 enero, 2022 12:08 PM
- Actualizado 8 febrero, 2022 8:33 AM

“El mundo es un lugar cruel. Y eso vas a aprenderlo, aunque te duela”. La advertencia de Carmen (Ariadna Gil) a Ofelia (Ivana Baquero) es uno de los (múltiples) momentos notables de El laberinto del fauno, estrenada en 2006 y ganadora de tres premios Oscar. Sin embargo, más que dar significado a esa historia, el diálogo puede trascender más allá de la película, pues define de diversas formas el trabajo de su realizador, el cineasta Guillermo del Toro.

El callejón de las almas perdidas (Nightmare Alley), nueva película del mexicano que llega este 27 de enero a salas de cine mexicanas, eleva esa máxima a la enésima potencia, pero con un giro: deja claro también cómo funciona el amor por la melancolía, por la perdición y por las fallas humanas que tiene el director, quien es indudablemente uno de los grandes nombres del cine actual.

Es difícil entender a Del Toro sin analizar con cuidado las características de este fascinante director. El mexicano es un amante del arte cinematográfico, principalmente de la Edad de Oro de Hollywood, una fascinación que permea todo lo que hace. Al mismo tiempo, está encantado por el lado más decadente del ser humano. No importa si los monstruos de sus obras son representaciones y aglutinaciones de esas fallas (como el Hombre Pálido, también de El laberinto del fauno), o seres que poseen una pureza intacta y que es corrompida por el mundo urbano (caso del Hombre-Anfibio en La forma del agua).

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Sin embargo, en El callejón de las almas perdidas, “el hombre es el lobo del hombre”: no hay monstruos, así que el ser humano es obligado a encarar su propio camino en dirección a la monstruosidad.

Bradley Cooper en 'El callejón de las almas perdidas'
Bradley Cooper es Stanton Carlisle, un hombre que encuentra una nueva motivación para vivir en un circo en lo profundo de los Estados Unidos (crédito: 20th Century Studios).

La personalidad del cineasta, una vez más, explica por qué se decantó por esta historia. “Siempre que elijo hacer una película,siempre digo que el peor monstruo es el humano”, dijo el propio Del Toro en una reciente entrevista con The Guardian. “Decidí continuar con eso [en El callejón de las almas perdidas], pero sin la red de seguridad del capricho o de las ilusiones fantásticas”.

Entrando a El callejón de las almas perdidas

La película es una nueva adaptación del libro Nightmare Alley, de William Lindsay, que en 1947 dio pie a la película conocida con el mismo título en México,protagonizada por Tyrone Power y Joan Blondell.

La versión original es un gran exponente del cine noir de la época, que se distinguía por sus guiones cínicos, fotografía contrastante y un aire de crimen y misterio. Todo eso modulado por el llamado Código Hays, que impregnaba en Hollywood una cierta moralidad cristiana y prohibía insinuaciones más sexuales o violencia intensa en pantalla. El chiste era revelar sin mostrar todo, con lo subliminal disipándose en la niebla de la noche fría.

En la nueva versión de El callejón de las almas perdidas, conocemos a Stanton Carlisle (Bradley Cooper), un hombre de pasado sombrío, pero con los ojos iluminados por la ambición. Encantador y atractivo, hace sus pininos en un circo del Medio Oeste de los Estados Unidos, donde el gran animal en exhibición es el ser humano, y donde la víctima es la ingenuidad de los visitantes. Esta combinación cambia la vida de Carlisle para siempre.

El callejón de las almas perdidas
El personaje de Willem Dafoe en El callejón de las almas perdidas representa el lado más oscuro del ser humano (Crédito: 20th Century Studios)

Con el arte de la manipulación que aprende del “empresario” Clem (Willem Dafoe), además de la adivina y vidente Zeena (Toni Collette) y, principalmente, con el genio de Pete (David Strathairn), Carlisle se transforma en algo más grande. Así como Pete, logra dominar la comunicación cifrada y la técnica de la “lectura en frío”, que a partir de la empatía y de la lectura del comportamiento de las personas, permite adivinar hechos de la vida de la víctima.

El circo, retratado como el lado más decadente del ser humano, pasa a segundo plano. El protagonista parte junto con su nueva amada, Molly (Rooney Mara), y El callejón de las almas perdidas entra a su segundo acto. Carlisle crece y, en dos años, se vuelve un famoso vidente conocido como “El gran Stanton”, pero también se convierte en un hombre lleno de soberbia y avaricia.

“El ascenso y caída

de un mentiroso”

Cuando su camino se cruza con el de Lilith Ritter (Cate Blanchett), terapeuta de los ricos y poderosos de la metrópoli, un lugar que, a pesar de la arquitectura impecable y asfixiante de tan imponente, también esconde su lado sombrío. Juntos emprenden un peligroso juego de mentiras, involucrándose con el siniestro Ezra Gindle (Richard Jenkins), un hombre con sus propios esqueletos en el armario.

“Es el ascenso y caída de un mentiroso”, afirmó Del Toro en la misma entrevista. Mejor definición para el argumento que esa, viniendo de la boca del propio realizador, no hay.

El callejón de las almas perdidas
La oficina de Lilith es uno de los escenarios más importantes de El callejón de las almas perdidas (Crédito: 20th Century Studios)

En ese contexto, la actuación de Cooper se destaca. Poco a poco, la transformación del protagonista dentro de la historia va quedando clara en la actuación. Es algo gradual y, cuando nos damos cuenta, ya cambió todo –y eso sucede más de una vez–. Entonces, cuando Blancett entra en escena, la unión es perfecta.

Es como si salieran chispas de la pantalla, en ese juego de gato y ratón creado entre los dos.

Callejones figurados y reales

Para contar esa historia en imágenes, la dirección de arte –característica distintiva de las películas del mexicano– está impecable. En ciertos momentos, revela la decadencia humana de manera brutal. En otros, transforma el lujo y belleza del art déco decadente en un retrato más subliminal de ese relato. Todo siempre bebiendo de la fuente del cine noir.

“La oficina de Lilith es un callejón. Muchas cosas son callejones en esta película”, explicó el productor J. Miles Dale en entrevista con The Wrap. “Y en la oficina, todo está escondido. Su caja fuerte está detrás de una puerta, el equipo de grabación está detrás de otra.”.

“Todo sobre El callejón de las almas perdidas trata de hacer callejones de los espacios, y de andar por esos callejones”, añade Tamara Deverell, directora de arte de la película, en entrevista con /Film.

Como vemos, más que contar una historia sobre las callejuelas de la vida, la película nos quiere colocar en ellas, dejando la misma sensación que atraviesan sus personajes: de que no hay salida.

Al cruzar por ese camino estrecho, la película toca temas como la muerte, la arrogancia, la culpa, el aborto, la corrupción, el vicio, la manipulación y la decadencia humana. Todo con una perspectiva triste, pero igual enamorada de los actos humanos más bajos.

El callejón de las almas perdidas
El callejón de las almas perdidas no sólo es literal: hay varios callejones metafóricos construidos en sus escenarios (Crédito: 20th Century Studios)

“Nuestra capacidad de ser brutales los unos con los otros es infinita, injustificada y gratuita. Y parece venir naturalmente”, sentenció el director en la entrevista con The Guardian. “Creo que somos seres paradójicos: somos lo mejor que le sucedió a este planeta, y lo peor. No hay razón para negar ninguno de los lados. Somos capaces de actos amorosos absolutamente bellos y de otros absolutamente brutales. No existimos en un sólo espectro”.

No por nada, Cooper contó en una reciente edición del podcast The Business que Del Toro practicara box en preparación para el papel. No porque el personaje luche en algún momento de la película, o porque su cuerpo necesitara de (todavía más) entrenamiento. Aunque el actor no lo dice explícitamente, el motivo es claro: era necesario aprender a devolver los golpes que da la vida.

El último golpe, sin embargo, es el peor de todos.

Si La forma del agua entrega un final que, si bien no es perfecto, tiene una belleza y una felicidad excéntricas, El callejón de las almas perdidas no hace nada de eso. Por el contrario: nos pone en la jaula común de la historia, revelando que ninguno de nosotros es mejor que los peores y que, quizá, lo único que nos separa de los más viles es tener algún escrúpulo.

El diálogo final del antes Gran Stanton de Bradley Cooper, tal como en la versión original con Tyrone Power, ejemplifica todo eso. Pero no escribiremos la frase aquí, pues realmente tiene su gran impacto sólo después de dos horas y media de película

Ve a verla y descúbrela.

El callejón de las almas perdidas ya está en salas de cine mexicanas. Si quieres saber más sobre la película, ver el tráiler y comprar boletos, entra a este enlace.

Publicado originalmente en la edición brasileña de Filmelier News.